determinismo

El determinismo pretende mostrar que los sucesos históricos a gran escala no pueden salirse de un curso específico que apunta en un sentido igualmente específico: el Imperio Romano había de disolverse, la sociedad industrial había de nacer en Inglaterra, el Imperio Chino había de anquilosarse. Estos hechos obedecen a causas, e investigar estas causas necesarias podría incluso proporcionarnos enseñanzas prácticas a la hora de afrontar un futuro que se regirá igualmente por causas necesarias. Aquí no se pretende negar cierto determinismo. Muy al contrario, la doctrina nazi estaba condenada, como el comunismo soviético, a acabar siendo barrida del curso histórico (aunque recordemos que la debacle del comunismo soviético al final del siglo XX no fue prevista por nadie) y todo parece indicar que sí existe un curso de desarrollo histórico que apunta a la instauración gradual de mayores controles de la violencia social que permitan una cooperación humana más eficiente para el beneficio del mayor número posible de individuos. Evidentemente, la ideología nazi cumplía estos requisitos todavía menos que el marxismo soviético ya que, al basarse en una doctrina racial, la mayor parte de la humanidad habría debido de verse necesariamente perjudicada por el dominio de la supuesta raza superior. Pero donde el determinismo histórico sí se equivoca lastimosamente es en el tratamiento mítico dado a la Segunda Guerra Mundial con posterioridad a 1945. No solo en obras de ficción escritas o audiovisuales, sino también en libros de historia, se nos muestra el resultado final de la guerra –la dramática derrota de Hitler y sus aliados japoneses- como una especie de western, donde los buenos derrotan a los malos gracias a su habilidad con las armas. Es como si pretendiesen tranquilizarnos demostrándonos que los malvados, por serlo tanto, están incapacitados para ganar las guerras. Se nos pretende convencer de esto arguyendo complicados razonamientos sobre economía, política u organización administrativa. Esto es absurdo. Hitler pudo ganar. Pudo ganar incluso cuando ya estaba en guerra, a la vez, contra la Unión Soviética, los Estados Unidos y el Imperio Británico, y, de hecho, es sorprendente que no ganara. Una sociedad totalitaria y militarista como la de la Alemania nazi poseía los medios suficientes para alcanzar ese triunfo y, si no fue así, se debió única y exclusivamente a la pura casualidad de que un solo hombre no tomó en un determinado momento una sola y lógica decisión; esta decisión habría sido de tipo meramente militar, estratégico, en absoluto afectada por la ideología ni por las condiciones económicas y sociales. El nazismo, por supuesto, hubiera acabado fracasando, pero no tal como sucedió en realidad, al cabo de una especie de gran espectáculo bélico en el cual los justos vencieron a los malvados. El bien se impone al mal, sí, muy probablemente, pero la guerra es un terreno para el cual el mal, a veces, está mejor cualificado. Es un hecho que, de todas formas, fue la Unión Soviética, un régimen tan totalitario y casi tan maligno como el III Reich, quien acabó derrotando a la Alemania nazi (y aquí no es el lugar para discutir si hubieran podido hacerlo sin ayuda). El relato que extensamente se presenta en este espacio comienza, pues, con la toma por Hitler de una sola decisión concerniente a una determinada iniciativa estratégica de tipo militar (esencialmente, cerrar el Mediterráneo con el fin de que la flota italiana entre en el Mar Negro). Es conveniente seguir el relato desde el principio con ayuda del Índice, y para su comprensión más exacta es preciso informarse lo mejor posible acerca de los sucesos de la historia militar de la guerra. Se acompañan los episodios de una Cronología, donde se diferencia lo real de lo ficticio, y se aportan algunos links útiles (la Wikipedia es muy completa y contiene pocos errores). La historia militar abarca cuestiones sociales, políticas y económicas (incluso geográficas), así que puede resultar también instructivo en muchos otros aspectos. Cuenta, asimismo, con un componente lúdico… y este mismo componente lúdico conlleva las correspondientes implicaciones psicológicas y sociales.

lunes, 13 de enero de 2014

2. Logística

 



 Inmediatamente después de tomada por Hitler, el día 20 de enero de 1942 por la noche, la decisión de unir los frentes de Rusia y el Mediterráneo mediante la invasión del Mar Negro, el Führer convoca a Mussolini a una reunión urgente en Salzburg para tratar de la importante resolución estratégica. El encuentro tiene lugar el 24 de enero.



  Mientras tanto, las recién creadas divisiones Panzer 22 y 23 comienzan a moverse desde Francia a Italia. Un enorme movimiento lento y pesado que implica a cientos de trenes y miles de vagones a lo largo de prolongados tramos ferroviarios y que acabará en un asimismo complejo proceso de embarque, navegación bajo escolta y desembarco en los pequeños puertos de Libia (en este momento, además, solo está disponible para las fuerzas del Eje el puerto de Tripoli, pues Bengasi sigue aún bajo ocupación del enemigo).

  Muy lejos de este escenario, la lucha sigue feroz en el frente ruso. Los soviéticos reiteran sus contraofensivas de invierno que son difícilmente contenidas por el Ostheer -ejército alemán del Este- y el resultado continúa siendo incierto. Sin embargo, es vital para los alemanes que no cese el planeamiento de futuras ofensivas para el siguiente verano. Y mientras tanto, del Pacífico siguen llegando buenas noticias para el Eje: los avances japoneses parecen imparables y obligan a británicos y norteamericanos a enviar urgentes recursos a los sectores de Asia y el Pacífico. Es preciso aprovechar esta oportunidad para darle duro a los británicos en África, ahora que su flota debe enviar las mejores unidades a los lejanos océanos de Oriente. Tampoco dejan de enviarse sugerencias a los japoneses para que, en la medida de lo posible, dirijan su avance hacia el Océano Índico, de modo que pudieran converger con el movimiento hacia el Este de las fuerzas del Eje europeas. Si se conquista Egipto y los japoneses, cuando menos, conquistan Ceilán y Madagascar, esto podría acelerar el hundimiento del Imperio Británico. Pero, de momento, en el mes de enero de 1942 los japoneses solo han comenzado su avance hacia el sudeste asiático.

  En el encuentro de Salzburg, que tiene lugar en el lujoso palacio Klessheim, Mussolini acepta la propuesta alemana cuyos frutos se esperan espectaculares y que plantea como posible un fin victorioso de la guerra a finales del año que ahora empieza, 1942: Japón y Alemania podrían entrar en contacto en Próximo Oriente si los japoneses conquistan la India, y Rommel conquista Egipto primero y el Golfo Pérsico después; Rusia quedará entonces estrangulada por todos los frentes y Estados Unidos no habrá tenido tiempo de movilizarse. El día 21 Rommel ha comenzado su contraofensiva en el norte de África y para cuando los dos dictadores se separen, el día 24 por la noche, seguirán llegando buenas noticias acerca de sus avances: cada vez se hace más verosímil que el puerto de Bengasi, cuando menos, será pronto reconquistado, lo cual es importantísimo para el plan de apoderarse de Egipto en junio.

    Pero es mucho el trabajo que queda por hacer, como ha explicado Hitler al Duce durante la conferencia, y la logística es ahora el principal problema. Los dos dictadores renuevan los comités estratégicos conjuntos germano-italianos y se comprometen a supervisarlos personalmente, ya que es preciso que los refuerzos y nuevos suministros para Rommel lleguen a tiempo al norte de África, y eso exige un funcionamiento eficaz de los ferrocarriles y puertos italianos. Hitler exige también un buen servicio de la marina mercante italiana y de las escoltas navales frente a los constantes intentos de intercepción a cargo de la marina y aviación británicas, así como el correspondiente aprovisionamiento de combustible, la disponibilidad de cientos de camiones italianos adicionales para el transporte en el desierto, e incluso que algunas tropas italianas se retiren de primera línea para ceder vehículos y suministros a las tropas alemanas en camino, que son más hábiles y están mejor armadas para la guerra móvil. Como compensación (y no solo para no dañar el orgullo de los militares italianos) se solicita que Italia envíe, a lo largo de los meses de febrero y marzo, algunas unidades italianas de infantería a reforzar el 11 Armee en Crimea ya que dos de las tres divisiones que se van a enviar a África (la 22 Panzer y la 28 Ligera) habían sido destinadas inicialmente a ese frente (pero en misión ofensiva, mientras que los italianos irán solo en función defensiva).

  También es vital que los puertos italianos de la región de Cirenaica (al este de Libia: Bengasi y Derna, los cuales para el día 24 Rommel aún no ha podido recuperar pero se espera que estén en su poder en breve) sean reparados y su capacidad de recepción ampliada como única forma de que los suministros a enviar estén lo suficientemente cerca del objetivo final (algo menos de a mil kilómetros del Delta de Egipto). La ofensiva en el norte de África tiene que tener éxito no más tarde de junio de 1942, a tiempo para la correspondiente ofensiva de verano en Rusia, de mucha mayor envergadura.

  Y ha de ponerse en marcha cuanto antes la formación de una fuerza germanoitaliana anfibia en el Mar Egeo que tendrá una doble misión: por una parte, engañar a los británicos haciéndoles creer que se producirá un desembarco en el Mediterráneo Oriental (lo que los obligará a distraer tropas del norte de África) y, por otra, su misión real: la invasión de la costa oriental del Mar Negro en algún punto aún por determinar. Esta gran operación, mayoritariamente italiana, también proporcionará a Italia un gran prestigio militar y político, pero Hitler insiste en que la preparación táctica de la fuerza anfibia (que ya calculan que sumará dos divisiones italianas y una alemana) debe estar a cargo de los alemanes, ya que ellos cuentan con la experiencia de diversas acciones parecidas contra rusos y británicos (en Noruega, en el Báltico, más los cuidadosos preparativos que se hicieron para la invasión de Inglaterra, que al final no se efectuó).

  No es que tampoco Mussolini tenga muchas opciones para negarse a las propuestas de su socio: Hitler le hace ver que, caso de que Italia no coopere en esta nueva estrategia, retirará a Rommel de Libia y lo utilizará en los Balcanes para forzar a los turcos a abrir los Dardanelos. Se trata de una opción real: aunque eso llevara a Italia a perder su último enclave en el norte de África, la victoria en el Mar Negro y el acceso a Próximo Oriente a través de Turquía permitirán igualmente que, al final de la guerra, Italia recupere su Imperio africano perdido... pero para entonces Mussolini habría sufrido un desgaste político espantoso al quedar transitoriamente amenazado el territorio nacional italiano desde un norte de África totalmente en manos del enemigo.

  De modo que a partir de la conferencia todo se desarrolla según los planes de Hitler. Para el transporte de los refuerzos y suministros a Rommel, alemanes e italianos cuentan con la experiencia del año anterior. En junio de 1941 ya se alcanzaron las 125.000 toneladas mensuales de suministros desembarcados en los puertos libios, así que durante los meses de febrero, marzo, abril y mayo de 1942 esa cifra o una incluso superior ha de alcanzarse de nuevo, pero ahora como promedio. Se sabe que el puerto de Tripoli puede recibir de una sola vez convoyes de seis buques mercantes que transporten hasta treinta mil toneladas de suministros (el convoy M-43 lo ha conseguido el 6 de enero de 1942; se trata del equivalente al desplazamiento de una división Panzer completa) y que el puerto de Bengasi (pese a que en el momento de la conferencia de Salzburg no se sabe aún si será o no recuperado, y en qué estado se encontrará) puede recibir tres buques, quizá con hasta diez mil toneladas. El problema es descargarlos y distribuir los suministros lo más rápida y eficazmente posible. Tanto alemanes como italianos consideran que cuentan con los hombres y los medios para afrontar esta tarea en el plazo marcado.

  Y así se hará.

  Gracias al impulso de los máximos líderes del Eje, en abril de 1942 se llegará, en efecto, a las 150.000 toneladas descargadas en los puertos del norte de África. Para alcanzar esta cifra sin precedentes se han efectuado con carácter de urgencia mejoras en el puerto de Bengasi a partir de su conquista el 29 de enero (instalación de grúas, creación de almacenes y depósitos, una óptima organización del estibaje) .

  Los británicos, siempre bien informados de los movimientos navales italianos gracias a su magnífico servicio de inteligencia, intentarán interceptar los convoyes, pero hasta el 10 de mayo no logran situar en Malta un número apreciable de cazas Spitfire, y hasta entonces la Royal Navy solo podrá apuntarse algunos éxitos con sus submarinos. Por otra parte, las unidades de superficie británicas en el Mediterráneo se encuentran gravemente afectadas por las urgencias del frente japonés: propiamente, durante los meses de marzo, abril y mayo de 1942 la prioridad para la Royal Navy es defender el Océano Índico, pues si se pierde el Índico (si los japoneses se apoderan de Ceilán y Madagascar) se perdería igualmente Egipto (Egipto recibe casi todos sus suministros por el Índico).

  En la segunda mitad de mayo de 1942, el Panzer Armee de Rommel está ya listo para atacar. Se han creado diez depósitos adicionales de pertrechos (combustible, munición, alimentos) inmediatamente detrás de la línea del frente (la "línea de Gazala", entre Derna y Tobruk, en pleno desierto), la mitad de la infantería italiana se ha retirado a la retaguardia para ceder sus suministros y vehículos a la infantería alemana recién llegada (la 28 división Ligera), y se ha organizado un enorme contingente de cinco mil camiones listos para emprender la persecución del enemigo hacia el Delta del Nilo una vez se produzca la esperada victoria en la batalla que tendrá lugar en Gazala, el límite entre las fuerzas del PAA (PanzerArmeeAfrika) y el 8 ejército británico, que va desde el mar, al norte, hasta el profundo desierto al sur. La logística del Eje cuenta también con más de un centenar de aviones de transporte Ju-52 y similares, sobre todo para abastecer con suministros de aviación a los aeródromos a medida que se vayan capturando al enemigo durante la persecución, más una decena de buques ligeros de desembarco ("Motozattera") que se espera que también puedan desembarcar diariamente cien toneladas de suministros lo más cerca posible de la línea de avance a lo largo de la costa.

  Según la elección de Rommel, la fuerza que emprenderá la persecución una vez se gane la batalla inicial en la línea de Gazala serán sus veteranos en África, las divisiones Panzer 15 y 21, más la 90 ligera y un contingente de las tropas italianas más fiables. Espera poder contar, al menos, con un centenar de tanques del mayor valor ofensivo para entrar en Egipto tras el esperado desgaste de la batalla. Pero todo ello dependerá de la suerte de los hechos de armas previos, lo que a su vez dependerá de hasta qué punto habrá reunido recursos suficientes para destruir la mayor parte del 8 ejército británico en el desierto, no más tarde de junio de 1942.

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  Algunos historiadores militares han escrito artículos e incluso libros acerca de los problemas logísticos de las tropas germano-italianas de Rommel (el Panzer Armee Afrika). Se pretende demostrar que, debido a problemas de transporte en un medio tan hostil como el desierto, con sus grandes distancias y su falta de ferrocarriles, Rommel nunca pudo haber conquistado Egipto partiendo de las posiciones italianas en Libia: los puertos disponibles por los que recibía los suministros eran pequeños y muy alejados del objetivo principal del Delta del Nilo, y además escaseaban camiones y combustible. Se mencionan las toneladas de capacidad de descarga de estos puertos (Trípoli y Bengasi, principalmente), las toneladas que podían transportar los buques mercantes utilizados (la mayoría de ellos italianos), la escasez de camiones para recorrer mil kilómetros de desierto y el ingente gasto de combustible. Rommel habría sido un general incompetente porque ignoraba la realidad de estos problemas insuperables.

  Sin embargo, los datos no nos demuestran esto. Al cuantificarse las necesidades logísticas de acuerdo con las fuentes, vemos que todas las necesidades podían haber sido satisfechas si se hubiese dado prioridad al frente Mediterráneo, al menos hasta mediados de 1942 (a partir de esta fecha, los aliados sí que contaban ya con una superioridad invencible en recursos de todo tipo y nada que los del Eje hubieran hecho habría podido cambiar su desventaja).

  Tampoco necesitamos hacer un cálculo tan exacto (aunque es perfectamente posible, como se verá a continuación) ya que es suficiente con darse cuenta de lo que los británicos avanzaron en sentido contrario tras su victoria el 4 de noviembre de 1942, cuando pudieron recorrer hasta 1.200 kilómetros a través del desierto en diecinueve días, y demostrar con ello que hubiera sido logísticamente posible también para los germanoitalianos hacer el recorrido en sentido contrario. En realidad, hubiera sido más fácil para ellos, ya que desde la línea de Gazala (la posición del Eje de febrero a junio de 1942) hasta el Delta del Nilo hay solo 800 km, y una vez en el Delta, naturalmente, se hubiera podido allí disponer, cuando menos, de agua y alimentos sobre el terreno, lo cual hubiera ahorrado muchas toneladas de suministros diarios. Los británicos no contaron con esa ventaja cuando avanzaron desde Egipto hasta el corazón de Libia (todo era desierto, tanto en el punto de salida como en el punto de llegada).

  En el desierto, una fuerza de combate efectiva en esta época, incluyendo los importantísimos suministros para la aviación, hubiera requerido alrededor de mil toneladas diarias: unos seiscientos camiones diarios descargando para la fuerza de avance, o menos, si se utilizaban complementariamente suministros aéreos y pequeñas embarcaciones costeras que desembarcasen en las playas próximas, ya que el recorrido hacia el Delta del Nilo se haría por la carretera de la costa (Via Balbia). Sabemos que los camiones de dos toneladas italianos y alemanes de la época podían recorrer, cargados, unos trescientos kilómetros diarios, de modo que el transporte de ida y vuelta desde los depósitos de suministros instalados tras la línea de Gazala (a 800 kms del Delta) hasta el punto más alejado de la línea de avance llevaría una semana. Utilizando quinientos camiones que transportasen un total de 800 toneladas diarias (no más, porque cada camión tendría que llevar consigo unos 30 kg de combustible para el propio uso por cada cien kilómetros: una media tonelada para los tramos más largos) más el complemento de 100 toneladas transportadas por avión (cincuenta Ju-52 aterrizando cerca del frente al día) y otras 100 toneladas transportadas por lanchas de desembarco tipo "Motozattera" (dos de ellas al día), se requerirían algo más de tres mil camiones diarios. Contando que una tercera parte estaría siempre fuera de servicio por averías, lo que Rommel iba a necesitar para su persecución y batalla desde la línea de Gazala hasta el Delta (utilizando un Cuerpo de ejército blindado a plena fuerza, lo mismo que usaron los británicos en su propio recorrido tras su victoria en El Alamein en noviembre de 1942 en la realidad) serían cinco mil camiones para la logística. La mitad de ellos los tendría tras despojar al resto del Panzer Armee de la mayor parte de sus vehículos tras la victoria de Gazala (fue lo mismo que hizo Montgomery al emprender su persecución tras la victoria, despojando de vehículos a un cuerpo de ejército para dotar mejor al otro), la otra mitad, dos mil quinientos, tendrían que llegar a África en los meses anteriores (y habrían sido utilizados, en los días previos, para constituir los depósitos de suministros tras la línea de Gazala, antes de la batalla). Todo esto ya lo habrían calculado los oficiales alemanes e italianos durante la planificación de enero y febrero en esta historia. Los mismos Hitler y Mussolini estarían informados de tales detalles.

  Haciendo cuentas, en esta historia alternativa Rommel necesita recibir aproximadamente 100,000 toneladas de suministros adicionales que se sumarían a las 340,000 toneladas que recibió en la realidad durante los meses de febrero, marzo, abril y mayo de 1942 (lo que daría un promedio inferior a 125.000 toneladas mensuales de suministros desembarcados en África). Los datos de la marina italiana, que aparecen en el artículo de Wikipedia de "siege of Malta", muestran que durante los meses de febrero y marzo de 1942 el puerto de Trípoli (el mayor de Libia, aunque a más de mil kilómetros de distancia de la línea de Gazala, el punto de partida de la ofensiva del Eje) fue infrautilizado. En febrero y marzo de 1941 (cuando era el único puerto disponible para el Eje) recibieron un total de 171.000 toneladas, mientras que en febrero y marzo de 1942 solo 105.000 toneladas llegaron a Libia, lo que nos da una diferencia de 66.000 toneladas. Pero es que, además, en febrero y marzo de 1942 (y no en febrero y marzo de 1941) también estaba disponible el puerto de Bengasi (y el más pequeño de Derna) y a mediados de febrero el puerto de Bengasi (a pesar de que había sufrido daños) ya podía recibir buques que juntos sumaban aproximadamente 5,000 toneladas de registro bruto de una sola vez (y que, por tanto podían transportar una cantidad también de unas 5,000 toneladas de suministro; Tripoli podía recibir de una sola vez buques que sumaban 30,000 toneladas de registro bruto). 

  Durante el mes de mayo de 1942 , en la realidad, llegaron también a los puertos libios unas 86,000 toneladas, mientras que tanto en abril como en junio de 1941 se superaron las 100,000. Está claro, por tanto, que existía capacidad en los puertos para permitir a Hitler enviar suficientes suministros y refuerzos al norte de África en esta época a fin de que se conquistase el canal de Suez. (Por ejemplo, 66.000 toneladas más en febrero y marzo de 1942 en el puerto de Trípoli, más 30.000 toneladas adicionales en los puertos de Bengasi y Derna durante esos dos mismos meses, y lo poco que faltase para completar la cifra de "100.000" podría ser enviada en mayo de 1942, cuando en la realidad también los puertos libios descargaron menos suministros de lo que hubieran podido).

  En esas 100.000 toneladas adicionales se hubiera incluido el material de las tres divisiones alemanas de refuerzo (incluyendo cinco o seis mil vehículos de todo tipo), los dos mil quinientos camiones adicionales para el transporte (la mayor parte de ellos italianos) y el resto de suministros para la ofensiva. Para mayor seguridad, parte de las tropas italianas hubieran debido ser temporalmente desactivadas para que cedieran sus vehículos y suministros a las tropas alemanas, más eficaces (así, la 28 división Ligera, no blindada, hubiera podido ser transportada hasta África sin vehículos y los vehículos que le correspondían como división de infantería alemana, que habitualmente eran unos quinientos, podrían formar parte de los dos mil quinientos adicionales para las tareas logísticas). Las tropas alemanas de refuerzo de estas nuevas divisiones (22, 23 y 28), unos cuarenta mil hombres, hubieran podido llegar por vía aérea desde Sicilia, a razón de unos cuatrocientos diarios a lo largo de cien días (unos veinte vuelos adicionales diarios de aviones de transporte del Eje, aviones que también podrían ser utilizados después para el transporte de suministros una vez comenzada la ofensiva).

  Los cálculos sobre vehículos, combustible, transporte naval y tiempos pertinentes son fáciles de hacer con ayuda de la ingente cantidad de datos al respecto que pueden encontrarse hoy en Internet, de entre los cuales lo referido a la descarga en los puertos libios es sólo un ejemplo.  El peso aproximado de una división Panzer completa era de unas 35.000 toneladas (para transportarla por tren hacían falta unos setenta trenes de capacidad de 500 toneladas cada uno de promedio), de las tres divisiones transportadas, solo una -la 23 PzD- sería de ese tipo, la otra, la 22 PzD, no llevaría tanques y supondría menos peso, la 28 Ligera de infantería iría con poco equipo, pues tomaría los vehículos de los italianos desmovilizados (una división alemana de infantería requería unos cuarenta trenes: 20.000 toneladas con el equipo completo). Sabemos también que los camiones del Eje podían transportar dos toneladas de carga, que los mismos pesaban unas cinco toneladas de promedio (el transporte de 5.500 camiones hubiera supuesto, por tanto, 27.500 de las 100.000 toneladas que hemos contado: incluirían los 3.000 camiones de las dos divisiones Panzer nuevas, más los 2.500 adicionales para la logística de la planeada persecución del enemigo hasta Egipto), que consumían unos 30 kgs de combustible (40 litros) por cada cien kilómetros, que las averías alcanzaban de promedio al 35 % de ellos y que un barco mercante italiano grande (de 5,000 toneladas de registro bruto) podía transportar más de cien vehículos a la vez junto con más de 3,000 toneladas de otros suministros. Los transportes del Eje hicieron noventa y ocho viajes de Italia a África en los meses de febrero, marzo, abril y mayo de 1942, según consta; en esta historia los mercantes italianos habrían realizado un total de entre ciento veinte y ciento treinta viajes: muchos buques italianos que transbordaron a África en abril y mayo en la realidad, no aparecieron por allí en los meses de febrero y marzo. Lo sabemos todo. Y aquellos hombres lo sabían también.

  Si Rommel no conquistó Egipto fue porque Hitler nunca le dio esa prioridad: al norte de África se enviaba el mínimo de suministros puesto que el frente ruso absorbía la inmensa mayoría de los recursos. 

  A nadie se le ocurrió que una victoria en el Mediterráneo podía repercutir en una ventaja imparable también en el frente ruso. Y por eso, y sólo por eso, Hitler perdió la guerra.

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