determinismo

El determinismo pretende mostrar que los sucesos históricos a gran escala no pueden salirse de un curso específico que apunta en un sentido igualmente específico: el Imperio Romano había de disolverse, la sociedad industrial había de nacer en Inglaterra, el Imperio Chino había de anquilosarse. Estos hechos obedecen a causas, e investigar estas causas necesarias podría incluso proporcionarnos enseñanzas prácticas a la hora de afrontar un futuro que se regirá igualmente por causas necesarias. Aquí no se pretende negar cierto determinismo. Muy al contrario, la doctrina nazi estaba condenada, como el comunismo soviético, a acabar siendo barrida del curso histórico (aunque recordemos que la debacle del comunismo soviético al final del siglo XX no fue prevista por nadie) y todo parece indicar que sí existe un curso de desarrollo histórico que apunta a la instauración gradual de mayores controles de la violencia social que permitan una cooperación humana más eficiente para el beneficio del mayor número posible de individuos. Evidentemente, la ideología nazi cumplía estos requisitos todavía menos que el marxismo soviético ya que, al basarse en una doctrina racial, la mayor parte de la humanidad habría debido de verse necesariamente perjudicada por el dominio de la supuesta raza superior. Pero donde el determinismo histórico sí se equivoca lastimosamente es en el tratamiento mítico dado a la Segunda Guerra Mundial con posterioridad a 1945. No solo en obras de ficción escritas o audiovisuales, sino también en libros de historia, se nos muestra el resultado final de la guerra –la dramática derrota de Hitler y sus aliados japoneses- como una especie de western, donde los buenos derrotan a los malos gracias a su habilidad con las armas. Es como si pretendiesen tranquilizarnos demostrándonos que los malvados, por serlo tanto, están incapacitados para ganar las guerras. Se nos pretende convencer de esto arguyendo complicados razonamientos sobre economía, política u organización administrativa. Esto es absurdo. Hitler pudo ganar. Pudo ganar incluso cuando ya estaba en guerra, a la vez, contra la Unión Soviética, los Estados Unidos y el Imperio Británico, y, de hecho, es sorprendente que no ganara. Una sociedad totalitaria y militarista como la de la Alemania nazi poseía los medios suficientes para alcanzar ese triunfo y, si no fue así, se debió única y exclusivamente a la pura casualidad de que un solo hombre no tomó en un determinado momento una sola y lógica decisión; esta decisión habría sido de tipo meramente militar, estratégico, en absoluto afectada por la ideología ni por las condiciones económicas y sociales. El nazismo, por supuesto, hubiera acabado fracasando, pero no tal como sucedió en realidad, al cabo de una especie de gran espectáculo bélico en el cual los justos vencieron a los malvados. El bien se impone al mal, sí, muy probablemente, pero la guerra es un terreno para el cual el mal, a veces, está mejor cualificado. Es un hecho que, de todas formas, fue la Unión Soviética, un régimen tan totalitario y casi tan maligno como el III Reich, quien acabó derrotando a la Alemania nazi (y aquí no es el lugar para discutir si hubieran podido hacerlo sin ayuda). El relato que extensamente se presenta en este espacio comienza, pues, con la toma por Hitler de una sola decisión concerniente a una determinada iniciativa estratégica de tipo militar (esencialmente, cerrar el Mediterráneo con el fin de que la flota italiana entre en el Mar Negro). Es conveniente seguir el relato desde el principio con ayuda del Índice, y para su comprensión más exacta es preciso informarse lo mejor posible acerca de los sucesos de la historia militar de la guerra. Se acompañan los episodios de una Cronología, donde se diferencia lo real de lo ficticio, y se aportan algunos links útiles (la Wikipedia es muy completa y contiene pocos errores). La historia militar abarca cuestiones sociales, políticas y económicas (incluso geográficas), así que puede resultar también instructivo en muchos otros aspectos. Cuenta, asimismo, con un componente lúdico… y este mismo componente lúdico conlleva las correspondientes implicaciones psicológicas y sociales.

martes, 4 de febrero de 2014

5. Invasión del Mar Negro

  El 14 de junio de 1942, por la noche, zarpan del puerto de Tarento los buques de la flota italiana acorazados “Littorio” y “Vittorio-Veneto”, cruceros pesados “Trento” y “Gorizia”, y la correspondiente escolta de destructores, todos al mando del almirante Iachino.

                             Los acorazados italianos Littorio y Vittorio-Veneto 

  En ese momento, el vicealmirante británico Harwood, desafortunado comandante en jefe de la Mediterranean Fleet de la Royal Navy que reemplaza a A. B. Cunningham, está dirigiendo el repliegue hacia las bases del Mediterráneo oriental de los buques que le quedan -una treintena de superficie, ninguno mayor que un crucero- después de haber sacado del Mediterráneo al Mar Rojo la mayor parte de la flota, incluido el acorazado averiado "Queen Elizabeth". El día 12 Rommel ha conquistado Suez, cerrando el canal, y la beligerancia española se teme de un momento a otro, lo que daría como resultado el cierre total del Mediterráneo. El gran puerto de Alejandría ya ha caído en manos del enemigo, y Harwood se ha desplazado a Haifa, en Palestina, su nueva comandancia naval. La noticia de la salida de la flota italiana le llega pronto gracias al muy eficaz sistema de intercepción de las comunicaciones del enemigo con el que cuentan los aliados.

  Harwood sabe que la flota enemiga se dirige al puerto del Pireo, el más importante de Grecia, que en las últimas semanas ha sido acondicionado para permitir el repostaje de los buques pesados de la flota italiana. Iachino, en efecto, llegará al puerto griego al anochecer del día 15. Los submarinos que le quedan a los británicos en el Mediterráneo -doce, no todos operativos- han tenido pocas oportunidades para hacer daño a los buques del Eje en su singladura. El grave problema, tanto para Harwood, como para el general Auchinleck, el exhausto comandante en jefe de las fuerzas aliadas en Próximo Oriente, es que la fuerza anfibia germano-italiana, que lleva cuatro meses entrenándose en el mar Egeo desde su creación, puede lanzarse sobre las costas de Palestina de un momento a otro. O tal vez sobre Siria o Chipre. Es imposible saberlo.

  Auchinleck se ha instalado en Port Said (la entrada mediterránea del canal de Suez), el último enclave aliado en Egipto mientras alemanes, italianos y egipcios se dedican a expulsar a las fuerzas británicas de todo el Delta, pero sabe que también esta ciudad tendrá que ser abandonada: ya hay francotiradores egipcios (soldados y policías) que disparan a los británicos instándolos a abandonar el país que Rommel ha conquistado presentándose como su libertador. No tardarán mucho en aparecer las primeras unidades ligeras de la Wehrmacht en todos los rincones del fértil y populoso Delta, también en Port Said.

  El nuevo cuartel general de Auchinleck en Próximo Oriente, por decisión de Churchill que acaba de serle comunicada, será Jerusalén. Por sus resonancias bíblicas, el primer ministro británico espera galvanizar así el interés de los norteamericanos con esta elección, pero al general británico lo que le preocupa no es la ciudad tierra adentro, sino las playas donde la flota italiana puede ejecutar el desembarco. ¿Palestina?, ¿la costa siria fronteriza con Turquía?, ¿o empezarán, modestamente, por Chipre?

  Al otro lado del mar, los más de treinta mil infantes de Marina italianos y alemanes, que llevan cuatro meses adiestrándose en las maravillosas costas del Egeo, han acogido con extraordinario entusiasmo la noticia de la conquista de Egipto por Rommel. Pero los oficiales acaban de llevarse una tremenda sorpresa el mismo día 12 por la tarde, cuando son convocados por sus coroneles y generales a una serie de conferencias de alto secreto: ¡su objetivo no es el Mediterráneo oriental, sino el Mar Negro! ¡Y no se han estado entrenando para combatir contra los caballerosos británicos, sino contra los duros y despiadados soldados rusos!

  Esta información no la conocía prácticamente nadie en Grecia durante los meses de marzo, abril, mayo y junio de 1942 en los cuales se han formado, equipado y adiestrado las recién creadas divisiones italianas de infantería de Marina “San Marco” y “Nettuno”, así como la alemana “Seelöwe”. Lo único que sabía la inmensa mayoría de mandos y tropa era que se preparaban para capturar costas no muy defendidas por el enemigo después de largos viajes en pequeñas embarcaciones que podrían durar entre dos y tres días. En el entrenamiento se enfatizaba que el desembarco no tendría mucha oposición en la costa (aunque se preveían ataques aéreos), pero que el problema vendría después, cuando el enemigo intentase destruir la cabeza de playa.

  Mientras los oficiales de la infantería de Marina asumen la sorprendente noticia de cuál es su destino, durante todo el día 16 de junio, la flota del Eje (en su gran mayoría italiana) se prepara para zarpar de nuevo desde los puertos del Egeo tras finalizar sus últimas tareas de repostaje y aprovisionamiento. Los buques pesados están en los grandes puertos de Pireo y Salónica, pero las numerosas pequeñas embarcaciones que han de transportar a los soldados se han trasladado a pequeños puertos pesqueros del norte del Egeo, algunos con vistas a las costas turcas.

  A mediodía del día 15 se conoce la noticia de que el Mediterráneo ya está cerrado (España ha entrado en la guerra) y en otros puntos de la amplia zona geográfica, de oeste a este, se están llevando a cabo más preparativos. Por ejemplo, las cuatro divisiones de infantería alemanas en la antigua Yugoslavia (las divisiones 704, 714, 717 y 718) comienzan a subirse a los trenes para desplazarse hacia Salónica. Son divisiones de lucha antipartisana, no de primera categoría, pero que ahora han de cumplir un importante objetivo más político que militar. No parece importar mucho, por lo demás, que los partisanos yugoslavos puedan mejorar momentáneamente sus posiciones debido a la repentina retirada: especialmente para la guerrilla monárquica serbia, los cetnik, la derrota británica en el Mediterráneo es una noticia mucho peor que el que llegasen diez divisiones alemanas a Yugoslavia, ya que ahora no pueden contar con expectativas de ayuda de sus aliados británicos. Y en la misma situación se hallan a partir de ahora los resistentes griegos, todos los que contaban con que una victoria británica en el Mediterráneo iba a salvarlos.

  Es el 16 de junio, el día siguiente de que se conozca el cierre del Mediterráneo, cuando el ex canciller alemán Franz Von Papen, embajador del III Reich en Ankara, recibe el mensaje cifrado que estaba esperando. Inmediatamente solicita una entrevista urgente con el Presidente de la república turca, Ismet Inonu, para el día siguiente por la mañana. No acudirá solo: le acompañarán los embajadores de Italia y Rumania, según estaba acordado.

                                                El Presidente turco Ismet Inonu

  La entrevista tiene lugar al mediodía del 17 de junio, y el Presidente turco sospecha ya cuál es la propuesta que los embajadores del Eje van a hacerle... Sin embargo, Inonu quiere mantener la neutralidad de la república turca a toda costa. La entrada de España en la guerra, al otro extremo del Mediterráneo, no le concierne, y los turcos desean conservar una buena relación con todas las potencias que se encuentran en conflicto mientras sea posible. Ahora bien, ¿cuáles van a ser las opciones reales? Eso lo va a saber ahora.

  Franz von Papen, muy inteligente, moderado, correcto, exacto, protocolariamente respetuoso, expone al Presidente turco la gravedad de la situación: el éxito en Egipto y el cierre del Mediterráneo con la entrada de España en la guerra suponen una oportunidad única para poner fin al conflicto mundial antes de que acabe el año. Von Papen está al tanto de la operación proyectada desde el mes de febrero y en ese tiempo ha ido haciendo contactos discretos y situando agentes en posiciones estratégicas dentro de la organización política y militar de la república turca, siempre con la intención de que, llegado el momento, el Eje disponga del mayor número de opciones a la hora de forzar la neutralidad turca, pero todo depende al fin de la actitud del Presidente Inonu, al que le asegura, con firmeza y convicción, que ahora es la gran oportunidad para Turquía de recobrar su posición en el mundo y para contribuir a la destrucción de su sempiterno enemigo ruso.

  La respuesta de Inonu es naturalmente precavida y dilatoria, según lo esperado. Von Papen escucha pacientemente lo que el Presidente turco tiene que decir y cuando es su turno para volver a hablar se expresa de forma más concreta: el Eje desea la incorporación de Turquía a la lucha contra el bolchevismo, y está dispuesto a ofrecerle compensaciones territoriales de gran valor: Italia devolverá a Turquía el Dodecaneso (recibiendo en compensación Creta y las Cícladas, a costa de la vencida Grecia), y Chipre también será para Turquía una vez derrotados los británicos pero, puesto que la guerra durará todavía algunos meses, el Estado turco puede esperar un poco para declararse beligerante y conservar su neutralidad hasta entonces, aprovechando ese lapso de tiempo para prepararse en lo militar, en lo económico y en lo político. Lo que se hace imprescindible, sin embargo, es abrir inmediatamente el paso de los Dardanelos a la flota del almirante Iachino para “pacificar” el Mar Negro.

Las islas del Dodecaneso ocupadas por Italia desde 1912. En esta historia alternativa, el Eje ofrece a los turcos su devolución a cambio de la entrada en la guerra. Las islas Cícladas -compensación para Italia- están al oeste del Dodecaneso, al norte de Creta.


  Inonu, que no se esperaba esto, pues también pensaba que la fuerza anfibia se estaba preparando para explotar el éxito de Egipto con un desembarco en Palestina o Siria, aduce entonces las obligaciones internacionales contraídas por Turquía en base a la Convención de Montreux que regula el uso de los estrechos: la flota italiana, en tanto que no es de una potencia del Mar Negro, no está autorizada a transitar por ellos.

  Entonces, tal como teme el Presidente turco -que piensa deprisa-, interviene el embajador rumano: Rumanía sí es una potencia del Mar Negro y el embajador porta documentación oficial que demuestra que el rey de Italia ha cedido la flota al reino de Rumanía. Por lo tanto, la flota ya no es italiana, sino rumana, y eso la habilita legalmente a pasar por el estrecho de los Dardanelos y penetrar en el Mar Negro.

  Inonu no pierde el temple y aduce que este recurso meramente formal no resistiría un examen riguroso. Para el Presidente turco todo esto le recuerda cómo en la guerra anterior los alemanes forzaron la entrada de su acorazado "Goeben" en Estambul, comprometiendo la neutralidad de Turquía. Claro que entonces no se había dado una novedad tan tremenda como la conquista de Egipto y el cierre del Mediterráneo por los alemanes... Pero, en cualquier caso, también entonces se recurrió al ardid de transferir al "Goeben" a la flota turca (el buque, por cierto, aún existe: ahora se llama "Yavuz", ha sido modernizado y es el buque insignia de la flota turca).

  Von Papen vuelve entonces a la carga: las ventajas para Turquía serán inmensas y los turcos no tienen nada que agradecer al dominio ruso del Mar Negro, ¿no han hundido ya los soviéticos varios mercantes turcos con sus submarinos, y no cesan de amenazar las fronteras de Turquía?, ¿no es una constante exigencia rusa el establecer el control sobre los estrechos, violando la soberanía turca?, ¿no demostraron los soviéticos su condición criminal cuando hace unos pocos meses sus agentes secretos intentaron asesinarle a él mismo, el embajador de Alemania en Turquía? Para Turquía su cooperación con el Eje no solo va a suponer la pacificación del Mar Negro y librarse para siempre del enemigo secular, también supondrá colaborar en la liberación de los pueblos turcomanos sometidos por los bolcheviques. Se le recuerda al Presidente de la República el papel jugado por los turcos en las guerras del Cáucaso de 1918, en defensa de sus hermanos de raza, lengua y religión.... Se trata, en suma, del destino de Europa, de una paz próxima... y de aceptar la propuesta del Eje de proteger los intereses de los pueblos turcomanos en Asia Central (pan-turanianismo). En cualquier caso, decida el Presidente turco lo que decida, asegura el embajador, el Führer tiene confianza en Turquía y está dispuesto a garantizar su seguridad. Si Turquía es atacada, Alemania dispone ya en los Balcanes de una fuerza más que suficiente para asegurar la situación. Cuatro divisiones de infantería alemanas están siendo movidas hasta cerca de la frontera turca europea, el Décimo cuerpo aéreo de la Luftwaffe está estacionado en Grecia y, por supuesto, la flota italiana es ya la dueña y señora del Mediterráneo, contando con un cuerpo anfibio germano-italiano perfectamente entrenado. Turquía no tiene nada que temer.

  Inonu comprende que ahora ha llegado al final: le están amenazando con una invasión a cargo de cuatro divisiones de infantería alemanas (sin contar lo que puedan sumar los italianos), tres de infantería de Marina y, lo peor de todo, el Décimo Fliegerkorps de la Luftwaffe: Estambul y Ankara podrían correr la misma suerte que Belgrado el año anterior, cuando el gobierno yugoslavo negó el tránsito por su red ferroviaria de los suministros alemanes destinados a la invasión de Grecia.

    Es cierto que casi la mitad del ejército turco (los ejércitos primero y segundo) están posicionados para defender Estambul y la zona de los estrechos de cualquier enemigo, y cuentan con el glorioso precedente de la victoria de Galípoli en la guerra anterior... pero las tropas turcas están prácticamente indefensas frente a la Luftwaffe. Además: el Presidente turco no puede estar seguro de que los generales de su ejército no estén conspirando con los del Eje; piensa sobre todo en el poderoso mariscal Çakmak, el jefe del ejército que sabe que mantiene relaciones con agentes alemanes. No solo los oficiales, sino también la tropa, podrían negarse a ir a la guerra por defender la neutralidad de los estrechos para beneficio de los intereses de la Rusia soviética. Inonu no tiene opción, pero asegura que necesita hasta el día siguiente para dar una respuesta, si bien ya acepta que, para caso de que ésta sea afirmativa a las pretensiones del Eje, se tomen precautoriamente algunas medidas: al final de la tarde de este día 17, marinos italianos se reúnen con autoridades turcas para solventar los últimos detalles técnicos referentes a la singladura nocturna de la flota, ya que los italianos quieren navegar de noche por los estrechos (el mar Mármara) y entrar en el Mar Negro al amanecer.

  La autorización formal se conoce el día 18 por la mañana. La flota está lista en la zona del Egeo, mientras que, dentro del Mar Negro, del puerto de Constanza han salido dos destructores rumanos con armamento antisubmarino (y personal alemán a su cargo) a fin de proteger la entrada de la flota por el Bósforo.

  A mediodía del día 18, los buques pesados italianos zarpan hacia los estrechos. Los británicos ya están informados desde el día anterior: les agita una mezcla de alivio y estupor, ya que, por una parte, la invasión de Palestina puede esperar, lo que da tiempo a recibir refuerzos, pero, con los alemanes dueños del Mar Negro y tras la paliza que el Ejército Rojo acaba de recibir en el este de Ucrania, ¿cuánto podrá resistir Rusia? Y si Rusia cae este verano, todo se habrá perdido antes de que el poder económico de los Estados Unidos pueda afectar el curso de la guerra...

  Al oscurecer del día 18, la flota va entrando por el estrecho de los Dardanelos, lentamente y consumiendo poco combustible, mientras la Luftwaffe sobrevuela la zona, tanto para intimidar a los turcos como para prevenir un posible ataque aéreo soviético. Los artilleros turcos de la fortaleza de Canakkale (la antigua Troya) observan, impotentes, como se acercan los enormes acorazados a pesar de que la convención internacional de los Estrechos no les autoriza para ello. Por la radio habla el Presidente Inonu a la nación: Turquía se mantiene neutral, se ofrece como mediadora de paz, manifiesta carecer de intereses en conflicto con los aliados y advierte de que la entrada de los buques de la flota rumana (antes italiana) es en conformidad con las condiciones estipuladas por la Convención de Montreux que rige el tránsito por los estrechos. Al mismo tiempo, se declara el estado de guerra preventivo en todo el país.

                                La entrada del estrecho de los Dardanelos por Cannakale


  Durante la noche va pasando la gran flota, para admiración de cientos de miles de turcos que observan los intercambios de señales luminosas de unos buques a otros. También se encienden focos, faros y se lanzan bengalas para impedir que el tránsito nocturno por aguas desconocidas provoque accidentes.

  Al amanecer del día 19 de junio, la flota está ya en el Mar Negro, donde, a la salida del Bósforo, los destructores rumanos “Regele Ferdinand” y “Regina Maria”, más otros buques menores, patrullan haciendo vigilancia antisubmarina con equipos de detección y ataque alemanes. Los cazas del X Fliegerkorps, procedentes de los aeródromos griegos, hacen vuelos de vigilancia también. Pronto serán relevados por los aviones de la 4 Flota aérea de la Luftwaffe, particularmente por los de las bases aéreas de Saki y Simferopol, en Crimea. En este momento, han cesado los combates de importancia en el frente ruso terrestre tras la última catástrofe soviética en Kharkov (finales de mayo).

  El primer buque de la flota en entrar en el Mar Negro es el “Hermes”, el único destructor alemán del Mediterráneo, que, junto con los destructores italianos “Pigafetta” y “Legionario”, y los dos rumanos, forman la pantalla antisubmarina delantera. Después aparecen, enormes, los acorazados “Littorio” y “Vittorio”, los cruceros pesados "Trento" y "Gorizia", los cruceros ligeros "Duca de Aosta" y "Savoia",  los destructores "Alpino", "Ascari", "Aviere", "Bersagliere", "Camicia Nera", "Geniere", "Folgore", "Freccia", "Mitragliere" y "Saetta", cuatro minadores italianos, seis submarinos italianos y cuatro submarinos alemanes, más la multitud de medianos y pequeños buques de transporte que llevan embarcada a la tropa de las tres divisiones anfibias, su material de guerra y otros suministros.

  En total, penetran con la flota de guerra veinte mercantes italianos a vapor, de tamaño medio, diez de los cuales transportan a diez mil soldados de infantería de Marina, en su gran mayoría italianos, tras los cuales marchan cinco ex minadores italianos que llevan quinientos hombres cada uno, más treinta grandes pesqueros que llevan a otros nueve mil hombres en total, y que, a su vez, remolcan a otros treinta pequeños motoveleros griegos con cien hombres (todos alemanes) cada uno. Finalmente, navegan las cincuenta MFP o “Motozattere”, naves especialmente diseñadas para desembarcar en las playas con una capacidad máxima de doscientos hombres o cien toneladas de material. A bordo de éstas van siete mil hombres, en su mayoría alemanes, así como diez tanques pesados y diversas piezas de artillería antiaérea y antitanque. En total, la flota se compone de algo más de cien buques entre pequeños y grandes.


                  La "Motozattera", nave de asalto italiana adaptada del MFP-A alemán

  En el frente ruso, durante todo el día la Luftwaffe se ensaña con los aeródromos soviéticos de la zona del Mar Negro, los que más peligrosos pueden ser para los buques del Eje. Los aviones de la base de Saki, en Crimea, reciben el encargo especial de proteger el avance de la flota hacia su intrigante destino.

  La operación es arriesgada para el almirante Iachino y sus hombres, si bien han tenido mucho tiempo para planearla. El primer obstáculo, la anuencia resignada de los turcos, ya se ha superado. El segundo, los aviones y submarinos rusos, se trata de contrarrestarlos con la defensa antiaérea y antisubmarina. El tercer peligro lo representa la flota de superficie soviética del Mar Negro.

  Desde el mismo inicio de la guerra en Rusia, esta flota ha mantenido la supremacía frente a las pequeñas unidades alemanes, rumanas e italianas de las que el Eje ha podido disponer en este mar cerrado. El almirante Oktabiarski cuenta en este momento con un viejo acorazado de veinte mil toneladas (el “Comuna de París”), tres cruceros operativos de menos de diez mil toneladas (el “Voroshilov”, el “Krasni Krim” y el “Molotov”), unos diez destructores y unos treinta submarinos. Es una fuerza claramente inferior a la de Iachino, cuyos acorazados son más grandes, mejor armados, mejor blindados y más rápidos, pero aún es una fuerza peligrosa, y del valor de los rusos no se puede dudar.

  Y hay otro grave problema para la gran flota del Eje: la duración de la singladura. Cuando anochece el día 19 se encuentran en el centro del Mar Negro, y los rusos pueden pensar todavía que se dirigen a los puertos del Eje en la zona occidental (puertos rumanos, búlgaros y soviéticos capturados) para establecerse allí. Durante la noche, la flota italiana dispone de radar, aunque los rusos también cuentan con este dispositivo (contribución de los británicos).

  Stalin ha ordenado, en cualquier caso, que la flota soviética se haga a la mar desde sus bases de Sebastopol y Novorossisk, y trabe combate con los italianos cuanto antes. Se da la máxima alarma en todas las costas del Mar Negro para prevenir un posible desembarco, pero, por desgracia para los rusos, una defensa costera eficaz -antes era casi inexistente, dada la improbabilidad de una amenaza- no puede improvisarse en dos días… El almirante Oktabiarski zarpa, pues, al anochecer del día 19, cuando todavía no puede saber cuál es el objetivo de la flota enemiga y cuál es su derrota. Será a la mañana siguiente cuando sus aviones y submarinos traten de localizarla.

  Al amanecer del día 20 de junio, los soviéticos buscan ansiosamente dónde se encuentra la flota enemiga que lleva ya dos días navegando. Antes del mediodía la localiza uno de los pocos aviones rusos que no ha sido liquidado por los ataques concentrados de la Luftwaffe contra los aeródromos costeros: así averiguan que los italianos no se dirigen hacia el puerto rumano de Constanza, sino hacia el este, hacia costas soviéticas. El almirante Iachino y sus fuerzas se encuentran en el centro del Mar Negro y su objetivo es la costa enemiga.

  Durante toda la tarde del día 20 Stalin y sus generales y almirantes se devanan los sesos mientras miran y miran el mapa del Mar Negro. ¿Cuál puede ser el objetivo?, ¿la península de Kerch en Crimea?, ¿Taman?, ¿la gran base naval de Novorossisk?, ¿asegurar la frontera turca en Batumi? El agregado naval británico informa a los rusos de que los acorazados italianos no tienen mucha autonomía. A la velocidad que navegan, el combustible se les acabará en dos días, a lo sumo. El desembarco tiene que ser, lo más tarde, en la mañana del día siguiente.

  La aviación rusa ataca la flota italiana en la tarde del día 20 con todos los recursos que les quedan, pero aunque logran efectuar algunos daños, los rusos no están equipados con armamento especial para este tipo de objetivos. Además, la Luftwaffe sigue causando graves pérdidas a las bases aéreas rusas desde sus propias bases de Crimea y del sur de Ukrania. Los submarinos soviéticos también han intentado atacar, y uno ha sido liquidado ya por los escoltas italianos, que tienen experiencia en la lucha antisubmarina contra los mucho más peligrosos submarinos británicos. La flota submarina soviética es muy numerosa, pero ya se encontraba acosada desde antes de junio de 1942 por unidades antisubmarinas italianas -lanchas tipo MAS- y ahora se enfrenta también a otros diez submarinos enemigos (italianos y alemanes) que se suman al rumano Delfinul, hasta este período el único submarino del Eje en el Mar Negro. En todos los aspectos, la flota soviética del Mar Negro, antes superior, tiene ahora motivos para ponerse a la defensiva, pero la urgencia de la coyuntura los fuerza a arriesgarse.

  Al atardecer del día 20, el almirante Oktabiarski, resignado a su misión casi suicida, se acerca con sus fuerzas a la flota enemiga. Es atacado de inmediato no por los italianos, sino por los aviones torpederos alemanes del KG 26, un grupo de la Luftwaffe que ha recibido en Italia un entrenamiento especial para luchar contra objetivos navales (de todas formas, incluso sin aviones torpederos, el año anterior la Luftwaffe ya ha dejado fuera de combate al acorazado soviético “Marat” en el Báltico). El “Comuna de París” escapa, pero uno de los cruceros, el “Molotov”, es hundido. Stalin acepta que la flota espere una mejor ocasión.

  Llega la noche y la flota soviética se retira a los puertos de Sebastopol y  Novorossisk, desde donde contarán con mejor protección aérea.

  Al atardecer del día 20 de junio, doscientos aviones de transporte alemanes Ju-52 y otros cien planeadores despegan de los aeródromos de Melitopol, Mariupol y Stalino (Donetsk), al norte del mar de Azov. Tres mil alemanes, paracaidistas y soldados de la 22 división Luftlande  (Aerotransportada), caen sobre los objetivos señalados en la península de Taman. Los paracaidistas y aerotransportados, que se han entrenado para las operaciones nocturnas, se apoderan tras dura lucha de los pequeños pero muy útiles puertos de Anapa, Taman y Temryuk, combatiendo contra los contingentes rusos de Taman en tránsito a la península de Kerch, donde se mantienen los tres ejércitos del "Frente de Crimea" ruso (44, 47 y 51). La mayor parte de las tropas que guarnecen Taman pertenecen al ejercito 47, pero se trata de soldados de bajo nivel combativo.




  Al amanecer del día 21 están asegurados por los paracaidistas alemanes los puertos y playas de la península de Taman, así como el aeródromo de Anapa, cuando la flota anfibia comienza a desembarcar a sus treinta mil hombres, con sus diez tanques pesados, veinte ligeros y numerosas unidades de artillería antitanque. El mando del desembarco lo ostenta el almirante Iachino, y el mando en tierra lo toma provisionalmente el general italiano Vittorio Sogno, que sabe que en tres días será relevado por el general Manstein, una vez el cuerpo anfibio germano-italiano quede englobado dentro del mando del 11 Armee alemán (el ejército alemán en Crimea).

  Mientras los cruceros y algunos destructores defienden el desembarco, los acorazados y sus escoltas, en coordinación con la Luftwaffe, atacan el cercano puerto de Novorossisk. El objetivo es hacer el mayor daño posible al puerto y terminal ferroviaria de la gran base de la Marina soviética, a fin de obstaculizar el envío de contingentes enemigos. Bombas y obuses caen sobre la ciudad portuaria durante varias horas. Al mediodía se retiran los grandes buques sin haber recibido daños de importancia por parte de la defensa artillera soviética. Tampoco ni la Marina ni la Aviación enemigas han tenido éxito en este episodio. Durante la noche, buques italianos minarán las zonas costeras próximas de mayor interés estratégico.

   Realizado el desembarco, y ya escasos de combustible, muchos de los buques italianos se dirigen inmediatamente hacia el oeste, los buques pesados al puerto rumano de Constanza con parte de los destructores, donde todo está preparado para asistirlos (en especial a los dos acorazados y los dos cruceros pesados, que llegarán en la mañana del día 22), y el resto de la flota, con los dos cruceros ligeros, algunos destructores y buena parte de los transportes, se dirige a los puertos de Crimea (Eupatoria, Feodosia y Yalta) ocupados a los soviéticos y donde tienen que embarcar los refuerzos del 11 Armee para la cabeza de puente. Algunos de ellos son repostados en el mismo puerto de Anapa por buques cisterna que han acompañado a la flota, de forma parecida a como se hizo en Noruega en 1940.

    El puerto de Anapa, en la península de Taman, capturado y guarnecido por las fuerzas del Eje

  ¡Taman! Stalin comprende el día 21 de junio la maniobra del enemigo: las posiciones rusas en Crimea están ahora bloqueadas. Trescientos mil soldados rusos del “Frente de Crimea” (grupo de ejércitos que engloba a los ejércitos soviéticos 44, 47 y 51) han quedado atrapados en la península de Kerch, entre el 11 Armee de Manstein, y el estrecho de Kerch, que acaba de ser capturado por la fuerza aerotransportada. También la gran base naval de Sebastopol, donde resiste el ejército costero soviético (cien mil hombres, sumado el personal naval), queda sin posibilidades de suministro, bloqueada por la flota enemiga. Es un inmenso cerco que el enemigo coordinará con la esperada e inminente ofensiva del Grupo de Ejércitos Sur alemán al este de Ucrania (ofensiva de los ejércitos Panzer 1 y 4, y los ejércitos de infantería alemanes 2, 6 y 17, con el apoyo de soldados rumanos, húngaros e italianos). Y toda esta operación ha sido precedida, el mes anterior, por el desastre del Ejército Rojo en Kharkov, que les ha costado a los rusos casi trescientos mil hombres (doscientos mil son bajas irrecuperables) y enormes pérdidas de material mientras que los alemanes tuvieron menos de la décima parte de bajas.

  En cuanto a Crimea, la situación militar es la siguiente: en octubre de 1941 fue invadida por el 11 Armee de Manstein, que para diciembre había ocupado toda la península excepto la gran base naval de Sebastopol, donde resistió el ejército costero soviético (general Petrov) gracias en buena parte a la superioridad de la flota rusa en el Mar Negro que la suministraba y la apoyaba con su artillería. A finales de año, sin embargo, se produjeron los desembarcos soviéticos, a cargo de los ejércitos 51 y 44 (general Kozlov), logrando reconquistar la península de Kerch, al este de Crimea, y salvando a Sebastopol del asalto final. En marzo los soviéticos reanudan la ofensiva, habiéndose sumado al esfuerzo bélico del "Frente de Crimea" (grupo de ejércitos soviético) el ejército 47. Manstein logra resistir los contraataques rusos en el istmo de Parpatch, que comunica la península de Kerch con el resto de Crimea, en parte gracias a la llegada durante marzo y abril de las divisiones italianas de refuerzo (se trata de las divisiones de montaña "Cuneo", "Julia", "Tridentina" y la móvil "Sforzesca", que Manstein trata de mantener separadas a fin de que asimilen mejor las tácticas alemanas).

  Con la llegada de los italianos a partir de marzo, el 11 Armee se convierte en una fuerza de lo más variopinta, con alemanes, rumanos, italianos y algunos ex-soviéticos renegados. A mediados de abril, además, el 11 Armee se despoja de dos de sus siete divisiones alemanas: las 132 y 170 Infanterie Division, que son sustituidas por sendas divisiones italianas, una en la zona de Sebastopol y la otra en Parpatch. Las 132 y 170 ID son trasladadas al sector centro para compensar la partida de la 5 Panzer Division que tiene que tomar parte en las ofensivas en el sector sur de mayo y junio (el traslado de la 5 Panzer compensa el envío a África de la valiosa y nueva 23 PzD, que inicialmente se había destinado a participar en la ofensiva de primavera-verano en la zona sur de Rusia).

  El 12 de mayo de 1942 el general soviético Timoshenko (que liberó Rostov a finales del año anterior) lanza una gran ofensiva (ejércitos soviéticos 6, 21, 28 y 38) en el este de Ucrania (Kharkov) justo donde los alemanes están preparando su propia ofensiva en dirección opuesta. Tanto los cuatro ejércitos rusos implicados en la ofensiva como los 9 y 57, del frente ruso defensivo contiguo, sufren fuertes pérdidas, y de los setecientos mil soldados rusos implicados, unos trescientos mil resultan muertos, prisioneros o heridos (un mínimo de doscientos mil son bajas irrecuperables). El 30 de mayo la batalla está ya finalizada y el prestigio militar alemán restablecido tras las incertidumbres del pasado invierno.

      Derrota del ejército soviético en Kharkov (prisioneros), este de Ucrania, mayo de 1942

  A mediados de junio de 1942, pues, en el momento del cierre del Mediterrráneo, el “Frente de Crimea” ruso permanece en su puesto, ya que se teme que, tras la victoria nazi en la zona de Kharkov, los alemanes vuelvan a atacar la península de Kerch. La vecina península de Taman (al otro lado del estrecho) es zona de tránsito a pequeña escala para los suministros a los hombres que resisten en Kerch, si bien estos se abastecen sobre todo por vía marítima, de modo que Taman y el puerto de Anapa no están especialmente protegidos cuando se produce la invasión aerotransportada.



  Ahora, tras el desembarco germanoitaliano, para los soviéticos es preciso desalojar a los del Eje de la península de Taman a toda costa y restablecer las comunicaciones con los casi cuatrocientos mil soldados rusos de Crimea (en Sebastopol y en Kerch) que han quedado completamente aislados, so pena de sufrir un desastre aún peor que el de Kharkov (y todavía a menor precio para los alemanes). Stalin ordena a los hombres del general Kozlov que se lancen contra la cabeza de puente enemiga. Hitler, por su parte, ha dado el mando de las tropas desembarcadas al mismo general Manstein, comandante del 11 Armee (el cuerpo anfibio queda, por tanto, integrado provisionalmente en éste). Ambas flotas navales, más las fuerzas aéreas, tendrán que luchar para permitir el aprovisionamiento de sus respectivos camaradas del ejército de tierra, solo posible por mar... así como han de luchar para impedir el aprovisionamiento del enemigo. El despliegue nazi en Taman no es fácil: la defensa del puerto de Anapa tiene que extenderse al sur no muy lejos de la poderosa base naval soviética de Novorosisk, al nordeste debe sostenerse en la desembocadura del río Kuban y la costa norte de la península queda expuesta a posibles desembarcos enemigos procedentes de los puertos del mar de Azov, un mar cerrado de aguas poco profundas en el que la flota del Eje no puede penetrar. El riesgo es grande. Por un lado, la distancia de Anapa a Novorossisk es apenas de cuarenta kilómetros, y Novorossisk cuenta con un ferrocarril por el que rápidamente pueden llegar fuerzas rusas de élite; por el otro, treinta mil hombres, con poca artillería y pocos tanques, se encuentran rodeados de contingentes rusos muy poderosos que en pocos días pueden organizar un ataque, incluso antes de que lleguen los esperados refuerzos. El ataque de la flota italiana y la aviación alemana contra Novorossisk en el momento del desembarco tratará de obstaculizar la respuesta soviética.

  Lo primero que hace el comandante del Frente de Crimea, Kozlov –no le queda otro remedio- es dividir sus fuerzas. El ejército 51 es enviado cuando antes a cruzar el estrecho de Kerch por cualquier medio y enfrentarse a las fuerzas desembarcadas en Taman. Los otros dos ejércitos (44 y 47) esperarán el previsible ataque del 11 Armee desde el oeste de la línea de Parpatch, sin descartar que se produzca otro desembarco (podría haber más tropas enemigas aguardando para ello en los puertos del Eje en el Mar Negro). El ejército costero ruso del general Petrov defiende la vital gran base naval de Sebastopol y sus proximidades. Al mismo tiempo, y a pesar del peligro inminente de una ofensiva general nazi contra la costa norte del Mar de Azov (región de Rostov), los soviéticos envían buques y tropas a la costa norte de Taman (Temryuk). Tienen que hacerlo dada la escasez de embarcaciones con las que cuenta Kozlov para transportar sus hombres desde Kerch. De estas operaciones se encarga la flotilla soviética del mar de Azov.

  Manstein hace sus correspondientes movimientos y también divide sus fuerzas: en Parpatch, el "cierre occidental" de las tropas rusas cercadas, deja, a la defensiva, a las divisiones italianas, las de infantería alemanas 24 y 72, más algunas divisiones rumanas, más que suficiente contra las tropas soviéticas del 44 y 47 ejércitos rusos (un “ejército” soviético no solía ser más grande que un cuerpo de ejército alemán); tropas rumanas mantendrán el cerco al bloqueado Sebastopol y las divisiones alemanas 46 ID y 22 Luftlande, más una división rumana de montaña, se dirigen hacia los puertos de Feodosia y Eupatoria, donde embarcarán en buques mercantes rumanos, italianos y húngaros que, escoltados por la flota italiana, reforzarán la cabeza de puente en Taman. La división 50 alemana, también del 11 Armee, es cedida al 1 ejército Panzer alemán (PanzerArmee) para reforzar la gran ofensiva de verano que está a punto de comenzar en el sur de Rusia, y cuyo primer objetivo es precisamente rodear el Mar de Azov hasta enlazar por tierra con la cabeza de puente de la península de Taman (aunque primero tendrán que volver a conquistar la ciudad de Rostov). De las fuerzas italianas en Crimea, la división Sforzesca es enviada a Ucrania para sumarse a las otras divisiones italianas que tomarán parte en la ofensiva "Fall Blau" junto con alemanes y rumanos. Asimismo, desaparece toda la defensa costera, ya innecesaria, y sus recursos se suman a otras misiones ofensivas y de cerco. Puesto que el Eje cuenta con el aeródromo de Anapa, se mantiene un puente aéreo desde el norte del Mar de Azov para el transporte de tropas, lo que permite incrementar las fuerzas en la península de Taman mediante este recurso en unos quinientos soldados diarios (unos treinta transportes diarios) así como evacuar a los heridos.

  En la mañana del 21 de junio, cuando se produce con éxito la invasión de la península de Taman, Manstein está en Yalta, todavía supervisando las defensas en Crimea y el conjunto de fuerzas en toda la península. Dedicará toda la mañana del día 22 a concretar los detalles de la compleja operación de embarque de tropas hacia Taman, pero a la tarde montará en una avioneta especialmente seleccionada para transportarle a él mismo a la próxima península.  Manstein aterriza el día 22 de junio en el aeródromo hasta hace poco soviético de Anapa. Allí, en una zona asegurada por los paracaidistas alemanes, se encontrará con el general Sogno, al que relevará del mando efectivo, aunque, por motivos políticos, el general italiano seguirá ostentando el máximo grado (Hitler, por otra parte, ha insistido en que sea Manstein el jefe de la operación en tierra: al fin y al cabo, él ideó toda la operación del Mar Negro, el plan "Ardenas").

  Tanto Manstein como Kozlov saben que la batalla en el estrecho de Kerch tiene que decidirse en los primeros días: el "Frente de Crimea" quedará incapacitado para la ofensiva en un par de semanas debido al bloqueo, y nadie duda de que los del Eje, que repentinamente cuentan con el dominio del mar, van a intentar reforzar su posición. Aunque a Kozlov y al comisario político Mekhlis se les ha dicho que la flota soviética romperá el bloqueo derrotando a la flota italiana, también se les dice que obren como si esto no fuera a suceder y crucen el estrecho de Kerch a cualquier precio, pero para Kozlov no es fácil improvisar una fuerza de asalto anfibia. Al fin y al cabo, cuando invadieron Kerch, fueron transportados por buques procedentes sobre todo de la base de Novorossisk (o bien caminaron sobre el estrecho helado, en invierno). A finales de junio de 1942, Kozlov apenas dispone de medios navales, y en estos días la Luftwaffe se ha ensañado contra cualquier buque fondeado en Kerch.

   La distancia en línea recta entre el puerto de Kerch y la pequeña localidad de Taman, al otro lado, es de unos quince kilómetros, con algunas pequeñas islas en medio, de modo que hay puntos donde solo tres o cuatro kilómetros de mar separan ambas costas, lo que permite que los valientes soldados rusos utilicen balsas improvisadas y a veces simples neumáticos de camiones. Ya la noche del 22 al 23 de junio se intentan infiltraciones, pero los paracaidistas alemanes primero, y los infantes de marina de la "Seelöwe" después, mantienen una estrecha vigilancia. Aunque abundan las marismas, pequeñas ensenadas y otros recovecos, los alemanes han estudiado a fondo la geografía de la zona y aniquilan, gracias a su superior armamento, entrenamiento y coordinación, los primeros intentos rusos. Kozlov tendrá que emprender un desembarco en fuerza. No cuenta con muchas embarcaciones ni con hombres entrenados para semejante tarea, pero sí dispone de muchos soldados. Calcula que podrá lanzar diez mil en la primera oleada. Tiene que organizarlo todo en una semana con la ayuda de los buques del Mar de Azov que, con gran riesgo, le están enviando las autoridades rusas de esta zona. La Luftwaffe, entre las muchas tareas a las que ha de enfrentarse, sigue atenta a no dejar buques útiles en el puerto de Kerch.

  El 28 de junio, también una semana después del desembarco, zarpa la flota de transporte del Eje desde los puertos de Crimea de Eupatoria, Yalta y Feodosia. En total, se transporta a más de treinta mil hombres (alemanes y rumanos) con la protección de la flota italiana y la Luftwaffe, y con el objetivo de reforzar la cabeza de puente en Taman (aunque los soviéticos pueden temer que su objetivo sea otro). Ese mismo día se desencadena la gran ofensiva alemana en el sur de la URSS (“Fall Blau”): los ejércitos alemanes 17 Armee y 1 Panzerarmee cruzan el río Mius hacia Rostov del Don, la gran capital soviética del mar de Azov. Más al norte, pero en la misma área de la ofensiva, irrumpe el temible 6 Armee, en dirección a la curva del río Don.

  Según la propaganda soviética, los alemanes e italianos desembarcados se encuentran cercados pero, en realidad, cuentan con el puerto y el aeródromo de Anapa para recibir suministros, el apoyo de la flota italiana con sus cañones y la expectativa realista de ser reforzados por las tropas del 11 Armee por mar así como por los grandes ejércitos alemanes del grupo sur que deben avanzar por tierra y enlazar con ellos una vez tomado Rostov y conquistada la costa oriental del Mar de Azov.

    En Anapa, capturado el día 20 de junio por los paracaidistas alemanes y guarnecido ahora por los hombres de la división italiana de infantería de marina “San Marco”, todo está listo para recepcionar los refuerzos y suministros. Al este del puerto, a mitad de camino entre Anapa y Novorossisk, la división italiana “Nettuno” se defiende de los primeros ataques rusos procedentes del Cáucaso. El gran puerto de Novorosisk, así como su conexión ferroviaria, han sido duramente atacados pero es cuestión de poco tiempo que se pongan en marcha para enviar contra los desembarcados toda la fuerza disponible. Entre Anapa y Novorossisk hay montañas que guarnecen soldados italianos y alemanes, pero más al nordeste se encuentra el valle del río Kuban, próximo a su desembocadura en Temryuk. Si los rusos reúnen antes de dos semanas una fuerza blindada suficientemente poderosa podrían abrirse camino. Al oeste, los alemanes de la “Seelöwe” se enfrentan a los ataques del ejército 51 soviético que se lanza por cualquier medio a través del estrecho de Kerch. 

   La flota soviética tiene que hacerse a la mar de nuevo para interceptar el gran convoy de refuerzos enemigos que navega rodeando Crimea. Al mismo tiempo, las unidades navales del Eje tratan de minar y obstaculizar el puerto de Novorossisk; tanto el puerto como su terminal ferroviaria sufren también duros ataques de la Luftwaffe.

   Puesto que al norte de Crimea ha estallado la gran ofensiva alemana de verano, la Stavka, el alto mando soviético, vive momentos angustiosos, pues no puede abarcar tantos frentes distintos, solo un mes después del desastre de Kharkov. Para colmo, se teme la declaración de guerra de Turquía de un momento a otro, lo que exige mantener tropas útiles en la frontera del sur del Cáucaso (más el improvisado despliegue de defensa costera en prevención de nuevos desembarcos del enemigo). Y nadie descarta que las tropas alemanas que se preparan más al norte, en la zona del río Don (4 Panzerarmee y 2 Armee), puedan estar dispuestas a atacar de nuevo Moscú.

   En la noche del 29 al 30 de junio de 1942, chocan por segunda vez las flotas italiana y soviética. Torpedos, ataques aéreos, salvas de artillería y estallidos de minas deciden la batalla. Al amanecer del día 30, el convoy del Eje llega a Anapa casi sin pérdidas. Allí el general Manstein les espera, satisfecho de ver duplicada la fuerza de la cabeza de puente hasta el tamaño de un pequeño ejército que los soviéticos nunca podrán desalojar (ahora podrá bloquear, entre otras cosas, el valle de la desembocadura del río Kuban). En el mar, los italianos han perdido el crucero “Trento”, hundido por un submarino ruso, pero el almirante Oktabiarski ha perdido el crucero “Krasni Krim”, dos destructores, y el acorazado “Comuna de París” ha recibido daños y tiene que volver a la base de Novorossisk. Por encima de todo, no han podido interceptar el convoy.

  Es el día 29 el mismo que elige Kozlov para su desesperado asalto al otro lado del Estrecho. Se le ha indicado que este día la Luftwaffe estará ocupada enfrentándose a la flota soviética. Además, los buques de la flotilla del mar de Azov atacarán también al norte del estrecho, en la zona de la aldea de Kuchugury, desembarcando tropas. Se trata de una fuerza improvisada que zarpa de los puertos de Yeysk y Rostov en plena tormenta de la ofensiva "Fall Blau" alemana. También se ataca desde el Cáucaso, desde Novorossisk, y con un cuerpo de tanques a través del valle del delta del Kuban (Varenikovskaya); estas fuerzas, avanzando por campo abierto, son detenidas sobre todo por la acción de la Luftwaffe. 

   Las tropas rusas transportadas por mar (tanto procedentes de Kerch como del mar de Azov) lograrán poner pie en tierra y entablar combate, pero solo en pequeños grupos. Alemanes e italianos, todos bien provistos de mapas e intercomunicadores de radio y teléfono, sumando hasta veinte mil hombres (divisiones "Seelöwe" y "San Marco"), irán deshaciendo las compañías y batallones que desembarcan y se infiltran en la complicada geografía de la pequeña península. Durante casi una semana, y a pesar de los ataques de la Luftwaffe y el impacto de la llegada de las tres divisiones del Eje de refuerzo y de la ofensiva "Fall Blau", hasta cinco mil rusos lograrán establecer una cabeza de playa en la zona de Kuchugury. Manstein en persona dirigirá su aniquilación, mientras miles de soldados del 51 ejército soviético en la península de Kerch se muerden los puños al no poder auxiliarlos, debido a que carecen ya de embarcaciones para transportarse al otro lado. 

  En su defensa, los del Eje se han visto reforzados no solo por los treinta mil hombres desembarcados en Anapa por el convoy del día 30, sino por casi cinco mil soldados alemanes más de la 22 Luftlande llegados por transporte aéreo a lo largo de diez días. En cuanto a los tanques que han atacado por el delta del Kuban (Varenikovskaya), la artillería antitanque alemana, con la colaboración de la artillería naval italiana, logra detenerlos el día 31. Los soviéticos se han concentrado demasiado en un estrechamiento entre las marismas del Delta y la zona montañosa al sur. De todas formas, la lucha ha sido dura y se ha combatido en una zona muy restringida, con poca opción a la maniobra.

  Apremiado por Stalin, el 5 de julio de 1942, Oktabiarski vuelve a salir con el averiado “Comuna de París” para enfrentarse por tercera vez con el “Vittorio-Veneto” y el “Littorio” que han repostado y regresado de nuevo desde Constanza a fin de escoltar el retorno de los transportes vacíos desde Anapa. Al atardecer, tras el primer encontronazo sin resultado concluyente con los italianos, el único acorazado ruso en el Mar Negro es atrapado por los aviones torpederos alemanes. El “Comuna de París” se hunde esa noche con Oktabiarski a bordo (le sucede al mando de la flota el almirante Gorshkov). A la flota soviética le queda en estos momentos solo el crucero “Voroshilov”, cuatro destructores y unos veinte submarinos, no todos operativos. Y los buques italianos siguen sembrando campos de minas cerca de los puertos soviéticos mientras los hábiles submarinos alemanes procedentes del Mediterráneo se apuntan numerosos éxitos contra los transportes rusos.

  A primeros de julio, Manstein y su pequeño ejército de alemanes, italianos y rumanos ha limpiado de rusos la península de Taman. Solo queda esperar que el grupo de ejércitos alemán rodee el mar de Azov y enlace por tierra con la posición consolidada. 

  El 10 de julio, los alemanes del 1 Panzerarmee y el 17 Armee (reforzados ahora por el 6 Armee del general Paulus) capturan la ciudad de Rostov (ya la habían capturado al final del año anterior, pero tuvieron que abandonarla pronto). En ese momento, el “Frente de Crimea” (en Kerch y Sebastopol: casi cuatrocientos mil soldados) lleva ya veinte días sin recibir apenas suministros tras haber gastado cantidades ingentes de munición en el intento de forzar el estrecho de Kerch. Con el enemigo reforzándose gracias a los suministros que les llegan por el mar y el aire, y sus propios hombres cada vez más escasos de todo por el motivo opuesto, el comandante ruso Kozlov comprende que ha perdido la partida.

  Y al este de la península de Taman, por desgracia, las cosas no van mejor para el Ejército Rojo del Cáucaso, escaso de reservas y que comanda el mariscal Budyonny: la ofensiva alemana está en su auge en toda la zona del sur de la URSS (también atacan ahora el 4 Panzerarmee y el 2 Armee en la zona de Voronezh, mucho más al norte... amenazando incluso Moscú). No hay forma de enviar fuerzas blindadas suficientes para vencer la hábil defensa de Manstein, que cuenta con armamento antitanque y el apoyo de la artillería naval. Para colmo, el Ejército Rojo tiene que mantener la defensa costera y prevenir una posible intervención turca.

    De hecho, el presidente turco Inonu, que sigue expectante los acontecimientos cada vez más favorables al Eje, recibe numerosas presiones (externas e internas) para declarar la guerra, cuando menos, a los soviéticos (algo que ya han hecho los franceses el 1 de julio). Pero se resiste a ello: como los británicos, aún cree que la intervención norteamericana podría acabar por ser decisiva a largo plazo. Lo que sí está haciendo es impulsar el rearme de su propio ejército por si no tiene más remedio que asumir la eventualidad de la beligerancia. Su situación es más o menos la misma que la de los dirigentes de otras naciones también renuentes a entrar en la conflagración pero que se ven gravemente presionados por las circunstancias. España y Egipto ya se han pasado al Eje. Los franceses casi también, los búlgaros dudan. Inonu piensa que con haber dejado entrar la flota italiana en el Mar Negro ya ha hecho bastante a favor de unos y en contra de otros. Su situación no es envidiable.

  A los generales y políticos turcos más entusiastas de la causa del Eje el presidente de la República les insta a esperar un poco más. Cuando menos, a que toda la costa del Mar Negro sea ocupada por los alemanes hasta la frontera turca... aunque privadamente ya ha decidido que no entrará en la guerra hasta que sus dos fronteras costeras (la que tiene la república turca con los soviéticos en el puerto de Batumi, y la que tiene con los británicos en Siria) estén en poder del Eje. Entonces sí aceptará que dos de los cuatro ejércitos con los que cuentan los turcos, bien armados y con la moral alta, intervengan en la abrupta zona fronteriza del Este en defensa de los intereses de Turquía.

  Como concesión a los generales más pro-Eje de su ejército, acepta que se forme una división de voluntarios turcos para luchar contra los rusos, por el estilo de la “División Azul” española. Esta división incorporará también ex prisioneros soviéticos de origen turcomano. En cualquier caso, no estará lista para entrar en combate dentro del ejército alemán antes de que acabe el verano. Para entonces, quizá las cosas estén más claras…

Ooo

  La flota anfibia y su escolta que aparecen en esta historia están basadas en los inútiles preparativos que en la realidad hicieron los germanoitalianos para invadir la isla de Malta, operación prevista para julio de 1942. La flota del almirante Iachino que se muestra aquí es parte de la que en la realidad se enfrentó con éxito a los británicos en la llamada "batalla de mediados de junio" de 1942. Solo se le han añadido los dos destructores rumanos y el destructor alemán "Hermes", destinado en el Egeo (se trataba de un destructor capturado a los griegos, de fabricación británica, que fue eficaz en la lucha antisubmarina). 

  Los buques de transporte han sido seleccionados de entre los que aparecen en fuentes de Internet como que se prepararon para los desembarcos en Malta (donde se preveía poner en tierra más del doble del número de soldados de los que se refleja en esta operación ficticia), contando con lo que habría sido la mayor dificultad de la operación naval hipotética: las grandes distancias. Esto estaría dentro de la capacidad de los mercantes a vapor, de los pesqueros de altura, de los ex minadores y, según los datos que constan, también de las lanchas especiales de desembarco MFP o “Motozattera”, que eran capaces de navegar desde Italia al norte de África. Los motoveleros griegos o caiques fueron utilizados en el intento de desembarco alemán en Creta en mayo de 1941 y algunos de ellos podían haber sido remolcados.

  La operación de desembarco en Malta era muy arriesgada, motivo por el cual Hitler, a sugerencia de Rommel, decidió cancelarla después de la buena noticia de la caída de Tobruk (junio 1942). La operación naval en esta historia tiene como mayor obstáculo, por supuesto, el que Turquía permita o no el paso por los estrechos, pero en lo operativo su principal dificultad es la distancia. Recordemos que, de todas formas, la operación alemana en Noruega, de abril de 1940, no se hizo a menor distancia y con mucha menor protección aérea y naval frente al peligro que representaba la Royal Navy. 

  Sabemos que los acorazados italianos poseían una autonomía de navegación, como mínimo, de 2800 kms a máxima velocidad, de modo que la operación de desembarco en Taman los pondrá al límite de su capacidad de cubrir largas distancias. El trayecto, en línea recta, del puerto del Pireo a Estambul es de más de 500 kms, y de Estambul a la costa noreste del Mar Negro, de más de 800 kms (la suma total, unos 1,400 km del Pireo a Taman)  y de allí al puerto de Constanza sería similar (otros 800); los acorazados necesitarían hacer entre 2000 y 2500 kms de navegación bajo amenaza enemiga (aceleramiento, zig-zag, maniobras, combates…), aunque el trayecto hasta Estambul podría hacerse en su mayor parte a velocidad de crucero, lo que economiza combustible. Por otra parte, escoltando a los mercantes a vapor, que no podrían superar los veinte kilómetros por hora, los buques de guerra tampoco tendrían que ir a máxima velocidad, pero sí maniobrando continuamente ante la amenaza enemiga. Además, en la operación de Noruega algunos navíos alemanes fueron abastecidos de combustible en el mar por buques cisternas.

  De esa forma, en esta historia, los dos acorazados italianos salen del puerto del Pireo a la media tarde del día 18 y entran en el Mar Negro al amanecer del día 19, tras navegar durante unas dieciséis horas (economizando combustible durante el trayecto cómodo del Mar Mármara). Después los acorazados no podrán ir muy deprisa pues estarían escoltando al gran número de pequeñas y medianas embarcaciones. Habrán completado 60 horas de navegación en el momento del desembarco y cubierto por entonces unos mil quinientos kilómetros. Efectuado el desembarco, los acorazados y otros buques pesados se dirigirán entonces hacia el puerto rumano de Constanza para repostar, adonde llegarán al amanecer del día 22, tras unas ochenta horas de navegación y habiendo recorrido en total entre dos mil y dos mil quinientos kilómetros. Algunos buques menos grandes repostarían en el mar (o en el puerto capturado de Anapa) y los transportes se dirigirían a los puertos de Crimea a recoger a los hombres del general Manstein que reforzarían la cabeza de puente. Tendrán que esperar el retorno de los buques que repostan en Constanza para que les sirvan de escolta de regreso a las playas recién conquistadas. En una semana, la cabeza de playa duplicaría su fuerza (el transporte aéreo también podría aportar más tropas escogidas).

  En cuanto al desembarco en sí, los planes para invadir Malta tenían la única ventaja de la proximidad de los puertos sicilianos a la isla británica, pero la pequeña isla estaba prácticamente acorazada por los defensores, permanentemente en alerta y con una buena defensa aérea y naval. En la operación descrita en esta historia, los rusos no pueden tener apenas defensa en la península de Taman por ser ésta una zona alejada del frente y contar los soviéticos con superioridad naval (por lo que no tenían por qué haber temido un desembarco enemigo a gran escala). Sin embargo, sabemos que disponían de algunas baterías costeras en la zona y que los soviéticos disponían de muchos hombres en la vecina península de Kerch (este de Crimea, recuperada por los soviéticos a finales de 1941). Para aumentar las probabilidades de éxito, hemos hecho que tres mil paracaidistas procedentes de los aeródromos alemanes al norte del Mar de Azov precedan al desembarco.

  Hitler habría visto la importancia, en el mismo momento de planearse este giro estratégico (operación "Ardenas"), de aprovechar cuanto antes el cambio de la superioridad naval para efectuar un desembarco (en enero de 1942, cuando en esta historia Hitler toma su decisión, todavía no sabe dónde sería más conveniente efectuarlo). 

  En esta historia, el desembarco se efectúa sin problemas, con buenas condiciones meteorológicas (estamos en verano) y con el apoyo de las fuerzas aerotransportadas. El puerto de Anapa es capturado intacto y, aunque no era muy grande, será suficiente para los mercantes medianos y algunos buques de guerra tipo destructor (en la realidad, los alemanes lo utilizaron tras capturarlo en agosto de 1942, a pesar de la superioridad naval de los rusos). Anapa también contaba con un aeródromo desde 1934. Sería el primer objetivo de la operación de asalto aéreo previo al desembarco y podría seguir utilizándose después.

    Para el asalto anfibio a Malta los alemanes prepararon una Brigada paracaidista especial (la “Brigada Ramcke”) que, al suspenderse la operación, le fue enviada a Rommel como infantería y luchó eficazmente en la batalla de El Alamein. Ampliando un poco la brigada (hasta una división pequeña de diez mil hombres), convertimos a estos hombres en la división de infantería de Marina alemana “Seelöwe”. Los alemanes ya tenían experiencia en algunas operaciones de desembarco (como Noruega, o la operación Beowulf en el Báltico), y aunque nunca habían efectuado una operación como ésta, y a tan gran distancia, no hay duda de que en cuatro meses hubieran tenido tiempo de sobra para prepararla. Asimismo, los hombres del regimiento Brandenburg hubieran podido instruirlos en técnicas especiales. A  la "Seelöwe" les añadimos dos divisiones italianas, "Nettuno" y “San Marco”. Los “San Marco” eran en realidad un regimiento de infantería de Marina (más adelante llegaron a ser una división) y uno de sus batallones se distinguió en septiembre de 1942 rechazando un asalto británico anfibio en Tobruk.

  Así pues, la operación parece bastante factible, siempre y cuando los del Eje no hubieran tenido mala suerte (y los rusos buena suerte).

   En cuanto a la batalla de Crimea, en la realidad, el 11 Armee del general Manstein invade Crimea en octubre de 1941 y en noviembre ha conquistado toda la península excepto la gran base naval de Sebastopol. A final del año se producen los desembarcos soviéticos en las costas de Crimea, aprovechando la superioridad naval de la flota del almirante Oktabiarski, todo en el contexto de las grandes contraofensivas soviéticas de invierno. Los rusos logran recuperar la península de Kerch, al este de Crimea. Según relata el mismo Manstein en su libro “Victorias frustradas”, una nueva contraofensiva soviética en esa zona con el objetivo de reconquistar toda Crimea solo pudo ser neutralizada hacia el 20 de marzo por la llegada de la 22 Panzer... que es una de las tres divisiones que en esta historia enviamos al Norte de África y que ahora se ve sustituida por una división italiana ("Sforzesca"). 

  En total, en la realidad se enviaron al 11 Armee dos divisiones alemanas adicionales durante la primavera de 1942 con el fin de que Manstein pudiera no solo defenderse de los ataques soviéticos, sino también hacer sus dos grandes ofensivas contra Kerch (mayo 1942) y Sebastopol (junio 1942), que fueron sangrientos éxitos del Eje. Ahora, en lugar de eso, se envía por las mismas fechas cuatro divisiones italianas con la función de sostener la defensa (marzo y abril) y reemplazar, además, a las divisiones de infantería alemanas 132 y 170 ID que deben abandonar Crimea para ir al sector centro a fin de cubrir el hueco defensivo que es consecuencia de que todo este sector pierda a su mejor división Panzer (la 5 PzD, destinada en esta historia a reforzar la ofensiva en el sector Sur... es decir, cubrir el hueco dejado por la 23 PzD que en esta historia se envía a África). 

  Las divisiones italianas elegidas son la "Sforzesca", la primera en llegar (en marzo), y las tres divisiones "Alpinas"(especializadas de montaña, aunque la "Sforzesca" también era división de montaña), "Julia", "Cuneo" y "Tridentina" (en abril). La "Sforzesca" se incorporará en esta historia al nuevo ejército italiano en Ucrania (ARMIR), tal como sucedió en la realidad, en julio, una vez se produzca el desembarco. Las tres de montaña lo harán una vez se rinda y evacue al vencido ejército ruso atrapado en la península de Kerch. Parece lógico pensar que, mientras estuviesen en Crimea, Manstein querría mantener las cuatro divisiones italianas dispersas, a fin de asimilarlas mejor a su estilo de lucha (podía dispersarlas entre tareas de defensa costera -hasta que se produzca la entrada de la flota del Eje-, el frente de Sebastopol y el de Parpatch). 

  En la realidad, la "Sforzesca" se incorporó al ARMIR en julio, y las tres "Alpinas" en agosto (primero en el Cáucaso y luego en el frente del Don). Ahora podría ser igual, una vez terminada la batalla de Crimea. Solo se adelantaría su llegada a Rusia en unos meses para servir en otro frente. Cualquier función que estuvieran desempeñando estas divisiones en esos meses en Italia, podría haber sido reemplazada por los aproximadamente sesenta mil italianos que se estaban preparando por estas fechas (en la realidad) para la invasión de Malta que ahora no se contemplaría (y que de todas formas acabó cancelándose en junio). Lo mismo cabe decirse sobre las dificultades que hubieran podido tener para el reclutamiento y equipamiento estas cuatro divisiones italianas. En total, fueron siete divisiones italianas las que fueron equipadas y entrenadas, sobre todo a partir de abril, para el asalto a Malta. En lugar de preparar a esas siete divisiones (Folgore, La Spezia, Friuli, Assieta, Napoli, Livorno y Superga) para la invasión de Malta, los italianos hubieran podido adelantar el equipamiento de las cuatro divisiones ya mencionadas que se hubieran enviado a Rusia en primavera y no en verano. 

   En la realidad, tras la llegada a Crimea de la 22 Panzer en marzo, y la 28 Ligera en abril (dos de las tres divisiones alemanas que se envían en esta historia a África para reforzar a Rommel), en mayo Manstein pasó a la ofensiva (“Operación Trappenjagd”) en el este de Crimea, logrando una gran victoria. Liquidados los rusos al este, inmediatamente después liquidaría también la defensa de Sebastopol, al sur. A Manstein lo nombraron entonces mariscal de campo, pero los alemanes y rumanos sufrieron también fuertes bajas en las dos batallas.

   Una vez conquistada Crimea, fue necesario dejar cuatro divisiones (alemanas y rumanas) en función de defensa costera (de nuevo por el problema de la superioridad naval soviética en el Mar Negro). Y también en plena batalla de Stalingrado los alemanes tuvieron que estar pendientes de la amenaza de que la flota enemiga efectuara un desembarco, lo que impidió enviar estas tropas al frente, por seguir siendo necesarias como defensa costera.

   Hay que subrayar que la “Operación Trappenjagd” retrasó la contraofensiva alemana en el este de Ucrania, en mayo de 1942 (derrota de la ofensiva soviética de Timoshenko): el valioso 8 Fliegerkorps de la Luftwaffe tuvo que emplearse primero en Crimea para emplearse después en Ucrania. En esta historia estaría disponible para los alemanes de Ucrania (Grupo de ejércitos sur) desde el primer momento. 

  Con los alemanes firmemente asentados en Crimea y la flota italiana dominando el Mar Negro, los trescientos mil soldados rusos del “Frente de Crimea” se verían abocados a rendirse más tarde o más temprano. Sería una victoria barata para los alemanes del 11 Armee, que ahorrarían el equivalente de una división completa de infantería por las bajas no habidas (otro tanto les pasaría a los rumanos del 11 Armee) y que en la realidad se produjeron en las sangrientas victorias de “Trappenjagd” y Sebastopol. Además: gracias a su dominio del mar, los rusos lograron evacuar a unos ciento cincuenta mil soldados (casi la mitad) de los soldados derrotados en estas batallas, algo que en esta historia habría sido inviable.

   Por supuesto, en esta historia los rusos hubieran intentado romper el cerco pasando por el estrecho de Kerch de la península de Crimea a la península de Taman, pero no podían disponer de suficientes embarcaciones para una operación de estas características y en pocas semanas agotarían la munición de sus armas pesadas y al no poder reponerla quedarían impotentes, siempre bajo el acoso de la Luftwaffe y el cañoneo de la flota enemiga.

  Por otra parte, el mando soviético en Crimea, particularmente en el caso del alto comisario político Mekhlis, no demostró ser, en la realidad, muy brillante, mientras que Manstein era considerado uno de los mejores generales alemanes. La superioridad aeronaval hubiera sido, en cualquier caso, el factor decisivo.

  La parte más importante de este episodio es: ¿tenía opción el presidente turco Inonu para rechazar el paso de la flota italiana por los Dardanelos, de acuerdo con el cumplimiento estricto de la Convención de Montreux?

  Se diría que no. En la segunda guerra mundial nadie cumplía ese tipo de compromisos internacionales cuando la nación se veía gravemente presionada. Los turcos, en base a sus tratados firmados con el Reino Unido, deberían haber declarado la guerra al Eje por su intervención en los Balcanes y no lo hicieron. El gobierno sueco, muy democrático, tuvo que permitir en 1940 y 1941 el uso de sus ferrocarriles patrios para transportar armas y tropas alemanas que se dirigían a Noruega o a Finlandia, lo cual suponía una flagrante violación de la legislación internacional. El mismo Churchill presionó a los turcos a primeros de 1943 (y más tarde) para que, sin dejar de ser neutrales, permitieran a los aliados utilizar los aeródromos (los turcos se negaron). Hungría en 1941 se vio forzada a dejar pasar a los alemanes en su camino hacia los Balcanes (y el primer ministro húngaro optó por el suicidio). Los yugoslavos se negaron a lo mismo y fueron aniquilados (el temor del presidente turco en esta historia). Los franceses tuvieron que permitir el aterrizaje de la Luftwaffe en sus aeródromos sirios en mayo de 1941 y de nuevo en Túnez en noviembre de 1942, en ambos casos contrariando lo acordado en el armisticio de junio de 1940. Así que, con Hitler dueño del Mediterráneo de punta a punta, los ingleses derrotados en Egipto, la Luftwaffe fuertemente establecida en la vecina Grecia y los rusos derrotados en el este de Ucrania, la posibilidad de que los turcos se negasen habría sido remota. Además, ¿no habría sido muy conveniente para la seguridad turca el fin de los ataques submarinos en el Mar Negro gracias a la “limpieza” de la flota del Eje? Y no faltaban los personajes turcos influyentes partidarios de la beligerancia con el Eje, todos los cuales suponían un grave peligro político interno para el régimen de Inonu. Entre ellos se suele mencionar al jefe del estado mayor del ejército turco Fevzi Çakmak y al dirigente panturquista Nuri Killigil
(el peligro de beligerancia turca se mantuvo hasta la crisis de gobierno motivada por la evidencia de una victoria aliada inevitable).
    
  El régimen turco no tenía un signo político decantado por ninguno de los dos bandos. Se trataba de un estado autoritario, nacionalista (aunque con un parlamento y algunos partidos políticos) que muy bien podía tender a imitar modelos fascistas. Los alemanes estuvieron alentando la ideología “turanianista” o “pan-turquista” de una expansión política turca hacia sus pueblos hermanos de Asia central, que contaba con importantes partidarios dentro de la república turca y que, por supuesto, no estorbaba nada a los propios planes expansionistas nazis. Pero, en cualquier caso, la inmensa mayoría de los turcos no querían saber nada de intervenir en una guerra mundial como la que perdieron en 1918 y, aunque, desde luego, los rusos eran los enemigos de siempre, los británicos no eran considerados enemigos. Todo dependería, en suma, de, si la neutralidad se hacía imposible, elegir bien el bando en el que uno se posicionaba. En la realidad, los turcos tampoco declararon la guerra a Alemania hasta 1945.

   En cuanto al juego de cambiar la nacionalidad de los buques (en esta historia, los buques italianos pasan a ser rumanos nominalmente, para cumplir en parte las condiciones de la convención de Montreux) era algo que también se solía hacer en la realidad. Mercantes norteamericanos pasaban ante las mismas costas de Japón en plena guerra en su ruta hasta el puerto ruso de Vladivostok llevando suministros… bajo bandera soviética. Fue también el caso del acorazado alemán "Goeben" durante la primera guerra mundial, que encontró refugio en Estambul cuando los turcos aún eran neutrales pasando nominalmente a nacionalidad turca (la declaración de guerra de los turcos se produjo poco después).

2 comentarios:

  1. Me interesa el tema de la neutralidad turca. Estoy de acuerdo en que el principal interés de Turquía sería evitar la guerra y que eso podia llevarles a hacer concesiones, como hicieron otras naciones bajo amenaza. Pero, en tal caso, si el interés nazi es invadir el Mar Negro con la flota para permitir la conquista del Cáucaso y su petróleo, ¿por qué complicarlo tanto con el envío del cuerpo blindado al norte de África para que conquiste Egipto y España entre en la guerra cerrando el Mediterraneo? ¿No sería más sencillo enviar ese mismo cuerpo blindado directamente a Grecia y amenazar desde allí a los turcos para que abran los estrechos, aunque Egipto siga manos británicas, y en el Mediterráneo siga la flota británica?

    Gracias por la atención.
    "Inspectora"

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  2. Si se hiciera eso, la única ventaja sería que las unidades de la flota italiana iban a poder entrar antes en el Mar Negro (en abril o en mayo de 1942, supongo), pero habría muchas posibilidades de que Turquía entrase en la guerra con los aliados, ya que la cesión de soberanía supondría un descrédito para el gobierno turco.

    Es más sensato derrotar primero a los rusos ("Operación Frederikus", programada para Mayo), luego a los británicos en Egipto, cerrándose el Mediterráneo y sacando con ello a la Royal Navy. Esto daría mucho prestigio al Eje tras sus problemas en el invierno y la entrada en la guerra de Estados Unidos. Incluso así, siempre existiría el riesgo de una resistencia turca.

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