determinismo

El determinismo pretende mostrar que los sucesos históricos a gran escala no pueden salirse de un curso específico que apunta en un sentido igualmente específico: el Imperio Romano había de disolverse, la sociedad industrial había de nacer en Inglaterra, el Imperio Chino había de anquilosarse. Estos hechos obedecen a causas, e investigar estas causas necesarias podría incluso proporcionarnos enseñanzas prácticas a la hora de afrontar un futuro que se regirá igualmente por causas necesarias. Aquí no se pretende negar cierto determinismo. Muy al contrario, la doctrina nazi estaba condenada, como el comunismo soviético, a acabar siendo barrida del curso histórico (aunque recordemos que la debacle del comunismo soviético al final del siglo XX no fue prevista por nadie) y todo parece indicar que sí existe un curso de desarrollo histórico que apunta a la instauración gradual de mayores controles de la violencia social que permitan una cooperación humana más eficiente para el beneficio del mayor número posible de individuos. Evidentemente, la ideología nazi cumplía estos requisitos todavía menos que el marxismo soviético ya que, al basarse en una doctrina racial, la mayor parte de la humanidad habría debido de verse necesariamente perjudicada por el dominio de la supuesta raza superior. Pero donde el determinismo histórico sí se equivoca lastimosamente es en el tratamiento mítico dado a la Segunda Guerra Mundial con posterioridad a 1945. No solo en obras de ficción escritas o audiovisuales, sino también en libros de historia, se nos muestra el resultado final de la guerra –la dramática derrota de Hitler y sus aliados japoneses- como una especie de western, donde los buenos derrotan a los malos gracias a su habilidad con las armas. Es como si pretendiesen tranquilizarnos demostrándonos que los malvados, por serlo tanto, están incapacitados para ganar las guerras. Se nos pretende convencer de esto arguyendo complicados razonamientos sobre economía, política u organización administrativa. Esto es absurdo. Hitler pudo ganar. Pudo ganar incluso cuando ya estaba en guerra, a la vez, contra la Unión Soviética, los Estados Unidos y el Imperio Británico, y, de hecho, es sorprendente que no ganara. Una sociedad totalitaria y militarista como la de la Alemania nazi poseía los medios suficientes para alcanzar ese triunfo y, si no fue así, se debió única y exclusivamente a la pura casualidad de que un solo hombre no tomó en un determinado momento una sola y lógica decisión; esta decisión habría sido de tipo meramente militar, estratégico, en absoluto afectada por la ideología ni por las condiciones económicas y sociales. El nazismo, por supuesto, hubiera acabado fracasando, pero no tal como sucedió en realidad, al cabo de una especie de gran espectáculo bélico en el cual los justos vencieron a los malvados. El bien se impone al mal, sí, muy probablemente, pero la guerra es un terreno para el cual el mal, a veces, está mejor cualificado. Es un hecho que, de todas formas, fue la Unión Soviética, un régimen tan totalitario y casi tan maligno como el III Reich, quien acabó derrotando a la Alemania nazi (y aquí no es el lugar para discutir si hubieran podido hacerlo sin ayuda). El relato que extensamente se presenta en este espacio comienza, pues, con la toma por Hitler de una sola decisión concerniente a una determinada iniciativa estratégica de tipo militar (esencialmente, cerrar el Mediterráneo con el fin de que la flota italiana entre en el Mar Negro). Es conveniente seguir el relato desde el principio con ayuda del Índice, y para su comprensión más exacta es preciso informarse lo mejor posible acerca de los sucesos de la historia militar de la guerra. Se acompañan los episodios de una Cronología, donde se diferencia lo real de lo ficticio, y se aportan algunos links útiles (la Wikipedia es muy completa y contiene pocos errores). La historia militar abarca cuestiones sociales, políticas y económicas (incluso geográficas), así que puede resultar también instructivo en muchos otros aspectos. Cuenta, asimismo, con un componente lúdico… y este mismo componente lúdico conlleva las correspondientes implicaciones psicológicas y sociales.

martes, 15 de abril de 2014

15. Victoria nazi en Stalingrado

   La impresionante noticia de que dos grupos de ejércitos soviéticos han rodeado a todo el 6 Armee que lucha en Stalingrado impacta a Hitler tanto como a sus generales y al resto de la opinión pública mundial. Nadie tenía ni idea de que los soviéticos, duramente golpeados durante el verano, iban a ser capaces en el otoño de poner en marcha una maquinaría bélica semejante. Los informes que llegan hablan de que cientos y cientos de tanques soviéticos modernos han arrollado a los dos débiles ejércitos rumanos que guarnecían los flancos (al norte y al sur) del 6 Armee, y que los rusos incrementan su fuerza día a día.

  El 22 de noviembre de 1942, Hitler está otra vez al mando en el cuartel general de Rastenburg. Al mariscal Manstein, que ha diseñado la espectacular operación del Mar Negro, se le ordena que vaya de inmediato desde Leningrado (donde no ha conseguido hacer caer la ciudad cercada) a hacerse cargo de la operación de rescate y quedar a cargo del recientemente creado “Grupo de ejércitos del Don”, básicamente el 4 Panzerarmee y varios elementos dispersos a los que se sumará lo que pueda ser trasladado desde otros frentes para resolver la crisis.

  Aunque todo es bastante sorprendente, la situación originada por la ofensiva soviética del 19 de noviembre de 1942 no hace que Hitler tema una catástrofe. Considera que mucho más difícil había sido la situación en diciembre del año anterior, cuando la contraofensiva soviética encontró a los ejércitos alemanes aislados en medio de los campos nevados en la antesala de Moscú, mientras que ahora toda la región del Cáucaso y el Mar Negro está conectada mediante ferrocarriles con los puertos, y se dispone de reservas blindadas a las que se ha dado la orden de movilización inmediata. En tanto que la operación de ruptura del cerco se pone en marcha y se ejecuta, la Luftwaffe tendrá que abastecer mediante transporte aéreo a los trescientos mil soldados incomunicados. En la primavera anterior se había hecho algo parecido en Demyansk, en el norte de Rusia, aunque entonces el número de soldados alemanes sin rutas terrestres de abastecimiento había sido tres veces menor…. En realidad, al cabo de pocos días se evidencia que el abastecimiento aéreo a Stalingrado resulta muy insuficiente, lo que hace disminuir rápidamente la capacidad combativa del ejército cercado.

   Cuando Manstein asume el mando en el sector sur del frente ruso envía informes nada complacientes a Hitler y urge a tomar medidas drásticas. Para Manstein, la conquista del resto del Cáucaso debe suspenderse hasta el verano siguiente y, de inmediato, los tres ejércitos nazis que allí luchan (el 1 Panzerarmee y los 12 y 17 Armee) deben replegarse sobre los puertos del Mar Negro y enviar desde ellos a sus mejores divisiones a la operación de ruptura de cerco. No se trata solo de salvar al 6 Armee o, en todo caso, de librarles de una ignominiosa retirada (abandonando armas pesadas y a los heridos), sino de que los rusos sin duda van a concentrar en esa zona lo mejor de sus fuerzas y, por lo tanto, lo más oportuno que los del Eje podrán hacer durante el invierno será derrotarlas en una batalla de desgaste.

   El primer movimiento que solicita Manstein, con independencia del envío urgente desde Francia y Alemania de las unidades blindadas de reserva, es la retirada del Cáucaso de la 5 división Panzer (del 1 Panzerarmee) y el envío de por lo menos tres buenas divisiones de infantería con capacidad ofensiva: propone la división anfibia “Seelöwe (de descanso en Crimea)”, la 1 de montaña alemana (del 17 Armee) y la división de montaña española (12 Armee). En una segunda tanda llegarían la 3 división Panzer (también del 1 Panzerarmee), las dos divisiones anfibias italianas, una división de montaña rumana y una división Jäger del 17 Armee. Después, finalmente, si la logística lo permite y si la situación sigue siendo grave, vendrían la Waffen-SS Wiking y todas las demás divisiones de reconocido valor combativo de las que pueda disponerse (pues los rusos presionan por todos lados). Los ejércitos del Cáucaso tendrían que limitarse a defender la frontera con Turquía en Batumi, los puertos de Poti, Sukhumi, Gagra y Sochi, y, sobre todo, la línea ferroviaria que desde los puertos de Tuapse y Novorossisk llega hasta Kotelnikovo, a menos de doscientos kilómetros de Stalingrado, el punto de partida de uno de los dos cuerpos blindados que Manstein organizará para romper el cerco. El avance hacia el interior del Cáucaso y el Mar Caspio, ya detenido por una vigorosa contraofensiva soviética local a pocos kilómetros de Ordzhonikidze (Vladikavkaz) que tuvo lugar a primeros de noviembre, debe revertir en una retirada parcial hasta Pyatigorsk, a poco menos de doscientos kilómetros de Armavir, que cuenta con comunicación ferroviaria. Este sector en torno a Pyatigorsk debe ser la base de una futura ofensiva de verano hasta el Caspio y hasta entonces debe ser defendido por las fuerzas del 1 Panzerarmee que no sean desplazadas hacia Stalingrado, pero mientras tanto habrá que abandonar localidades montañesas del centro del Cáucaso donde los nazis han hecho buenas amistades, sobre todo entre los pueblos musulmanes balkar y karachay, de modo que miles de nativos retroceden como refugiados por temor a represalias de los comunistas que regresan. 

   El día 25 de noviembre, cuando estas órdenes ya se han cursado, llega la noticia de otra gran ofensiva soviética en la zona en la que se encuentra el grupo de ejércitos alemán del centro (comandado por el mariscal Kluge). Por lo visto, intentan también cercar al 9 Armee (general Model), en el saliente de Rzhev.

                El ferrocarril que conectaba la gran base naval de Novorossisk con Stalingrado (a 680 kilómetros). Kotelnikovo estaba a 190 kilómetros de Stalingrado siguiendo esa misma vía.                

  Van llegando los detalles del desarrollo del plan de Manstein que Hitler sigue paso a paso en su cuartel general, causando la inevitable tensión con el general Zeitzler, el jefe de Estado Mayor del ejército alemán. Manstein formará, pues, dos cuerpos blindados que avanzarán cada uno por su propia línea ferroviaria hacia Stalingrado.

   El 48 Panzerkorps incluye una buena división, la 11 Panzer, y una serie de otras unidades reunidas apresuradamente, a las que gradualmente se sumarán algunas de las fuerzas que se retiran del Cáucaso, así como una de las tres divisiones anfibias, la italiana Nettuno (que aguardaba en Crimea ser trasladada a Egipto). Avanzarán por el ferrocarril que viene de Ucrania, y que es el mismo que abastece los aeródromos de Tatsinskaya y Morozovsk, desde los cuales los aviones de transporte abastecen a su vez al ejército cercado.

  El otro cuerpo blindado es el 57 Panzerkorps, que incluye a la 6 Panzer, recién llegada de su descanso y reorganización en Francia, y que avanzaría por el ferrocarril que viene de los dos puertos del Mar Negro (Novorossisk y Tuapse). Manstein sabe que tendrán que ponerse en marcha antes de que también pueda llegar la 7 Panzer desde Francia, y mientras tanto, incorpora a primeros de diciembre a la 5 Panzer que viene del Cáucaso, y un poco después a la 17 Panzer que viene del grupo centro (en cuanto la grave situación por la ofensiva soviética en Rzhev queda suficientemente aliviada). La infantería de apoyo en los flancos será rumana (del 4 ejército rumano, que ocupaba el flanco sur de Stalingrado y había sido duramente golpeado por la gran ofensiva rusa), pero se reforzará con las tropas de montaña que están llegando del Cáucaso, y con dos de las tres divisiones anfibias (la italiana San Marco y la alemana, la Seelöwe) que se encontraban reponiéndose en Crimea.

    En plenos preparativos, Hitler tiene que acudir a Barcelona, a la reunión de jefes de Estado para el reparto de África. Le fastidia alejarse del centro de toma de decisiones estratégicas, pero confía lo suficiente en sus subordinados como para aceptar que su papel político es más importante en este momento. Sale el 4 de diciembre del cuartel general de Rastenburg y el día 10 está de vuelta tras casi una semana de ausencia, aunque durante todo ese tiempo ha sido informado puntualmente de la marcha de las operaciones. Para el día 10, el convoy que transporta a la 7 Panzer desde el sur de Francia está navegando ya en el Mar Negro y muchas de las divisiones procedentes del Cáucaso se han incorporado a la acción en la zona de Stalingrado. El 48 Panzerkorps se ha enfrentado a un fuerte ataque soviético que lo ha inmovilizado temporalmente, de modo que Hitler confía más en el 57 Panzerkorps, que se abastece y refuerza con más facilidad mediante el ferrocarril que viene del Mar Negro. A primeros de diciembre también se ha completado la retirada parcial del centro del Cáucaso.

  El día 12 de diciembre de 1942 se pone en marcha por fin la contraofensiva del Eje para romper el cerco. Se le ha dado el nombre de "Tormenta de invierno", y ese mismo día llega a puerto el convoy que trae de Francia a la 7 Panzer. A toda prisa se comienza a transportar por ferrocarril las armas y vehículos. La mayor parte de los hombres han llegado antes mediante trenes rápidos que los han llevado hasta los puertos del Mar Negro Occidental (Constanza y Varna) y luego desde allí a bordo de mercantes ligeros hasta los puertos del Mar Negro Oriental. Desde Novorossisk y Tuapse sale un promedio de quince trenes diarios en dirección a Kotelnikovo. Una división de infantería necesita al menos treinta trenes para ser transportada, una división blindada, el doble, y, por supuesto, muchos más pertrechos han de ser enviados a la zona de combate cada día.

   El día 16 de diciembre de 1942, mientras el 57 Panzerkorps avanza (el 48 Panzerkorps sigue detenido por la fuerte resistencia de los rusos, aunque espera refuerzos para salir del atolladero), el Ejército soviético vuelve a desencadenar la ofensiva en otro sector. Esta vez es contra el ejército italiano del Don. Faltos de apoyo blindado, tres días más tarde seis de las diez divisiones italianas se derrumban, y los cuerpos de tanques rusos avanzan ahora hacia la retaguardia del mismo 48 Panzerkorps.

  El día 18, cuando recién se está confirmando el desastre del ejército italiano, el 57 Panzerkorps (que ha recibido ya el refuerzo de la 17 Panzer, la anfibia Seelöwe, una división de montaña alemana y la división española de montaña) se enfrenta duramente a los rusos que mantienen el cerco al 6 Armee de Stalingrado, a solo cincuenta kilómetros (el rio Myshkova) de donde los cercados se encuentran. La 6 Panzer es el ariete del avance y sufre un gran desgaste. Al ejército ruso 51 se está sumando ahora una nueva formación soviética muy poderosa, el 2 ejército de Guardias.

  Pero el día 21, Manstein consigue que se incorpore en la vanguardia del 57 Panzerkorps la recién llegada 7 división Panzer, fresca y perfectamente equipada. Manstein ordena que ataquen “desde dentro” del cerco las últimas unidades blindadas de Stalingrado que quedan con el último combustible que les queda. Con la 7 división Panzer en vanguardia más las tres divisiones de infantería que se han ido sumando desde otros escenarios (la anfibia Seelöwe antes del inicio de la ofensiva, el 12 de diciembre, la 1 de montaña el día 15 y la división española de montaña el 18) el 57 cuerpo Panzer logra la ruptura y, a gran costo, enfrentándose a algunas unidades rusas recién llegadas, avanza veinte kilómetros. El cuerpo XIV del 6 Armee de Stalingrado logra avanzar unos quince en sentido opuesto. Al día siguiente, el 22, toman el relevo en la vanguardia del cuerpo 57 las divisiones Panzer 6, 17 y 5 que se abren paso en los veinte kilómetros que faltan y el cerco se rompe.

  Se contiene la euforia en el cuartel general de Rastenburg, aunque la prensa y la radio alemanas dan la noticia de inmediato. Ahora hay que defender el nuevo vínculo entre los que acaban de dejar de estar cercados y los rescatadores. En medio de una atroz climatología, de hielo y ventiscas, los trenes siguen transportando refuerzos y suministros. Tampoco se detiene el puente aéreo.

  En la retaguardia del 48 Panzerkorps, el desastre italiano ha permitido que los rusos intenten sendas atrevidas incursiones hacia los aeródromos de Tatsiskaya y Morozovsk. Sin embargo, la llegada desde Bélgica de la división 306, más la italiana de infantería de Marina Nettuno y la 4 división de montaña rumana anteriormente en el Cáucaso, logran reforzar lo suficiente la defensa y tres cuerpos móviles rusos son duramente castigados en el intento infructuoso de asaltar cualquiera de los dos aeródromos. En la zona del 57 Panzerkorps, mientras que los rusos siguen reforzándose -pues envían todo lo que tienen hacia la zona para volver a cerrar el cerco-, por parte alemana el día 18 ha llegado a los puertos del Mar Negro la 10 división Panzer, también procedente de Francia, pero que tardará aún una semana en poder actuar en la zona crítica. Mientras tanto, un refuerzo valioso es la incorporación a la lucha, el día 23 de diciembre, del batallón especial 503 de tanques pesados “Tigre”. También ha llegado la división Jäger 97 desde el Cáucaso y están de camino la última división anfibia que faltaba enviar al frente, la italiana San Marco, y la división Waffen-SS de infantería Prinz Eugen, procedente del 12 Armee.

                                               Los tanques "Tigre" en camino

  El día 24 los rusos (con el gran 2 ejército de Guardias, que ha recibido todas sus unidades) contraatacan al oeste de Stalingrado. Los restos de las divisiones blindadas alemanas, ya muy desgastadas, resisten la contraofensiva soviética. Logran mantenerse firmes gracias al refuerzo de infantería que han recibido. Tropas alemanas, rumanas, italianas, francesas y españolas (muchas procedentes del Cáucaso, donde el repliegue hacia Pyatigorsk y las ciudades costeras del Mar Negro ha sido general) combaten entre Kotelnikovo y Stalingrado mientras los trenes siguen transportando suministros desde los puertos.

  El 25, por fin, llega la 10 división Panzer y la situación se estabiliza para el bando nazi. Están de camino la 3 Panzer y la Waffen-SS Wiking (del Cáucaso).

  En el cuartel general de Rastenburg, los alemanes se han dado cuenta de que los rusos han detenido sus ofensivas en otros sectores: lo están apostando todo a Stalingrado, y es lógico, porque cada día que pasa el 6 Armee está mejor abastecido y recupera fuerza combativa, de modo que los rusos deben aprovechar su debilidad mientras ésta persista. En la medida en que la logística lo permite, cada bando acumulará en torno a Stalingrado todo lo que tenga hasta agotar los recursos del adversario.

   Hitler está confiado: tras la 10 Panzer, marchan desde Francia las tres divisiones motorizadas Waffen-SS, que irán llegando por la misma ruta, una tras otra. Y seguirá sacando recursos de los ejércitos alemanes del Cáucaso: primero ha utilizado en Stalingrado la 5 Panzer, después vendrá la 3 Panzer (29 diciembre) y la Wiking (inmediatamente después). Puede hacerlo porque cuenta con las ventajas del repliegue del Cáucaso hasta los puertos del Mar Negro, y porque cuenta con suficientes tropas de cobertura para las acciones defensivas (tropas de infantería rumanas, búlgaras, divisiones alemanas de segunda como las de numeración "700" y las de infantería de la Luftwaffe), concentrando entonces las fuerzas ofensivas en el sector más vital. En la zona del 48 cuerpo, próxima a los aeródromos atacados por los rusos, se reciben también refuerzos procedentes del Cáucaso, pero no blindados, pues los rusos están concentrando sus ataques en la zona del 57 cuerpo.

  El 30 de diciembre, los rusos vuelven a la carga: se trata del 3 ejército de tanques al completo, la mejor de las unidades de reserva que le queda a los soviéticos. La lucha continúa mientras los alemanes ceden terreno en el Cáucaso y en la zona del Don para concentrar sus mejores fuerzas en Stalingrado. Pero lo que se cede son naderías que los generales nazis creen que podrán ser compensadas el verano siguiente cuando de nuevo les toque a ellos atacar (y para entonces el mar de Azov y el río Don estarán libres de hielos, lo que mejorará más aún la situación logística para el bando nazi).

  A primeros de 1943, Hitler está ya más relajado: la primera de las tres divisiones motorizadas Waffen-SS llega a la zona tras la ya habitual singladura. Los trenes siguen circulando incesantemente entre Kotelnikovo y los dos puertos del Mar Negro, mientras las vías son custodiadas por patrullas de infantería y caballería (en su mayoría rumanas).

   Pese a los ruegos rusos, los angloamericanos poco pueden hacer para detraer recursos del enemigo creándoles problemas en otra parte. En el sur de Marruecos, el Eje ha organizado con eficacia un ejército defensivo germano-hispano-marroquí, y en el sur de Egipto Rommel tiene controlado al ejército aliado del Sudán, e incluso ha recuperado terreno. Los angloamericanos no disponen, de momento, con nada capaz de enfrentarse a los nazis en tierra con esperanzas de éxito.

  Con la entrada en liza en febrero de la última de las tres divisiones Waffen-SS (la Totenkopf), Hitler solo tiene que esperar a la batalla decisiva, con la ofensiva conjunta del Panzerkorps Waffen-SS que alejará definitivamente a los rusos de todas las posiciones que amenazaban las comunicaciones terrestres del Eje entre Stalingrado y el Mar Negro. En cuestión de semanas Stalingrado quedará conectado directamente con las dos líneas de ferrocarril, la que viene de Ucrania (el 48 Panzerkorps también se está reforzando para atacar) y la que viene de los puertos. En marzo se deshelará el mar de Azov, lo que permitirá usar también el gran puerto de Rostov. Desde Rostov, el río Don es navegable hasta muy cerca del mismo Stalingrado.

  También comienza a deshelarse el Volga. El 22 de febrero de 1943 los últimos soldados soviéticos abandonan las ruinas de la ciudad de Stalingrado en las que resistían mientras aún se mantiene el hielo que les permite caminar sobre él. Hitler conoce en Berteschgaden, adonde se ha retirado a descansar, la noticia de que las exhaustas pero eufóricas tropas del 6 Armee han conquistado los últimos edificios dominados por el enemigo en Stalingrado. Satisfecho, el Führer concede el bastón de mariscal al comandante del 6 Armee Friedrich Paulus, el bravo conquistador de la ciudad enemiga y, para no ser menos, al comandante del 1 Panzerarmee, Ewald von Kleist, que ha podido defender la posición de Pyatigorsk en el centro del Cáucaso a pesar de haber tenido que enviar tantos recursos para liberar Stalingrado del cerco. La contraofensiva soviética de invierno ha sido derrotada.

  ooo

  En esta historia, la batalla alternativa de Stalingrado diverge de los acontecimientos reales por factores que tienen que ver con las facilidades logísticas del dominio del Mediterráneo y el Mar Negro, y por una mayor disponibilidad de tropas del Eje que también se da gracias a la misma coyuntura. 

  Los acontecimientos bélicos críticos que determinaron el desenlace de la batalla de Stalingrado y probablemente de toda la guerra tuvieron lugar entre los días 12 y 25 de diciembre de 1942. El día 12, los alemanes lanzaron su operación "Tormenta de invierno" para romper el cerco al que había sido sometido el 6 Armee en Stalingrado. El día 13, Stalin ordena que se envíe al 2 ejército de Guardias para bloquear este intento de ruptura. El 16 se lanza la ofensiva soviética al norte de Stalingrado, contra el ejército italiano en el Don (operación en la que tenía que haber participado -junto con otros tres ejércitos rusos- el 2 ejército de Guardias según el plan original, pero en la que, de todas formas, los rusos utilizan hasta cinco cuerpos móviles, cada uno equivalente a una división Panzer alemana). El día 19 la resistencia italiana es vencida, y los soviéticos amenazan la retaguardia alemana en la zona del 48 Panzerkorps (los cuerpos Panzer 48 y 57 eran las dos puntas de ataque en el intento de liberar al 6 Armee, cada uno avanzando por un tramo de ferrocarril diferente). Es el mismo día en que el 57 Panzerkorps (la vanguardia de la operación "Tormenta de invierno") llega al río Myshkova, a cincuenta kilómetros del 6 Armee. Aquí difieren la realidad y esta historia. En la realidad, los soviéticos detienen a los alemanes en el Myshkova entre el 19 y el 22 de diciembre, al llegar a la zona parte de las unidades que forman el 2 ejército de Guardias. El 23, los alemanes tienen que trasladar la mejor unidad del 57 Panzerkorps, la 6 división Panzer, al sector amenazado en retaguardia por la ofensiva que el 19 venció a los italianos y que ahora ha llegado hasta el vital aeródromo alemán en Tatsinskaya (en la misma línea férrea que abastece al 48 Panzerkorps). Mientras el avance alemán se debilita de forma decisiva, la fuerza de los soviéticos se ha estado incrementando también en el sector de Stalingrado y el día 24 contraatacan en la zona del rio Myshkova: se trata del 2 ejército de Guardias, ahora al completo, más las tropas ya desgastadas del 51 ejército soviético y el 5 ejército de choque. Los rusos suman ciento cincuenta mil hombres y cuentan con más de seiscientos tanques. Los alemanes apenas disponen de unos treinta tanques y la tropa de una decena de divisiones muy debilitadas (la mayoría rumanas, y no de las mejores). La contraofensiva soviética llega, pues, hasta la terminal ferroviaria de Kotelnikovo y seguirá avanzando victoriosamente hacia el oeste.

   En esta historia, por el contrario, los soviéticos que han derrotado a los italianos no logran alcanzar el aeródromo de Tatsinskaya porque se han traído más tropas para defenderlo (por ejemplo, una de las divisiones anfibias italianas), y por lo tanto no es preciso detraer unidades de élite del intento de auxilio a Stalingrado para reparar la situación. Paralelamente, la llegada de la 7 división Panzer al 57 Panzerkorps el día 19 (más las unidades de infantería escogidas trasladadas desde el Cáucaso: división de montaña alemana, división anfibia alemana, división de montaña española) permite que se rompa el cerco el día 22. Para el día 24, en esta historia, la fuerza alemana en la zona no suma solo los treinta tanques que tenían en la realidad, sino que cuenta también con otros tantos procedentes del interior del "Kessel" (zona de cerco donde estaba el 6 Armee), ya reabastecidos, los de la 6 Panzer (que no ha sido necesario enviar a la retaguardia del 48 Panzerkorps), los cien de la 7 Panzer... más la fuerza del batallón 503 de tanques Tigre también recién llegados. Con doscientos tanques, los alemanes se bastan para detener una ofensiva soviética de seiscientos (se estima que los rusos perdían entre cuatro y cinco tanques por cada tanque alemán igualmente perdido), y también hay que contar con que, para el día 24, los alemanes contarán en la zona de la batalla (entre Kotelnikovo y Stalingrado) con más y mejores soldados de infantería, al haberse llevado hasta allí algunas unidades de primera clase desde el Cáucaso (las ya mencionadas y otras que estarían en camino). Los soviéticos no podrán volver a cerrar el cerco al 6 Armee en Stalingrado. Y en los días siguientes seguirán llegando por la conexión Mediterráneo-Mar Negro más unidades blindadas alemanas, otras valiosas fuerzas de infantería y más abastecimientos. 

  En la realidad, tras que los alemanes fracasaran en el intento de romper el cerco al 6 Armee en Stalingrado, los rusos destruyeron a los defensores alemanes (a relativo bajo costo: casi una baja "irrecuperable" rusa por cada diez alemanas) y pudieron volver a lanzar las tropas que habían logrado esta victoria contra nuevos objetivos hacia el oeste con el fin de liberar aquel invierno la mayor cantidad posible de territorio soviético. Poco más de un mes después del gran triunfo de Stalingrado, los ejércitos rusos, con una alta moral y habiendo recogido todas sus reservas, se tuvieron que enfrentar al Waffen-SS Panzerkorps procedente de Francia, y a mediados de marzo de 1943, en la tercera batalla de Kharkov, los vencedores de Stalingrado se vieron batidos y hubieron de ceder terreno. Siguieron cuatro meses durante los cuales las tropas soviéticas no volvieron a atacar... pero ningún éxito parcial podía compensar ya a los alemanes del desastre de Stalingrado, donde sucumbieron 300.000 de sus soldados. En mayo de 1943 otro ejército alemán tenía que rendirse en Túnez a los angloamericanos, que una vez más los habían privado de recibir sus suministros procedentes de Italia gracias al inmenso poder aeronaval aliado.

  Si, en la realidad, con el 6 Armee destruido, los alemanes aún pudieron detener y derrotar después a los victoriosos rusos en Kharkov, es evidente que en las circunstancias que se relatan en esta historia alternativa mucho más hubieran podido hacerlo con el 6 Armee a salvo y, además, cada vez más revitalizado por la constante llegada de suministros por el ferrocarril procedente de los puertos del Mar Negro (Novorossisk, sobre todo). Y el Panzerkorps Waffen-SS habría llegado por lo menos un mes antes al campo de batalla de lo que lo hizo en la realidad, debido a que el Mediterráneo está cerrado (en la realidad, estas unidades se vieron implicadas en la ocupación de la zona de Vichy, debido al desembarco angloamericano en el Mediterráneo -Argelia-, lo que retrasó su envío a Rusia). Súmese a ello que en esta historia las fuerzas del Eje hubieran dispuesto de entre quince y veinte divisiones de infantería más (aunque no de primera clase) en la zona Cáucaso-Stalingrado, más la amenaza permanente de beligerancia turca en la frontera sur (según el historiador Gerhard Weinberg, unos cien mil soldados rusos que guarnecían la frontera turca fueron desplazados al combate contra los alemanes cuando el estancamiento de la ofensiva de Rommel en Egipto a finales de julio alejó el temor a una intervención turca) y que en la conquista del Mar Negro que se describe en esta historia los soviéticos habrían sufrido casi doscientas mil bajas adicionales con respecto a las que sufrieron en la realidad (por no haberse podido salvar muchos soldados que en la realidad la Marina soviética evacuó de Crimea, y por el factor de proximidad a la frontera turca durante buena parte de los combates, lo que sin duda hubiera empujado a la deserción a muchos soldados soviéticos y hubiera obligado a muchos otros a permanecer allí por temor a la beligerancia turca, no estando disponibles para otras misiones).

   Pero aún más importante es la circunstancia de que, en la realidad, todos los suministros y refuerzos alemanes que iban hacia la zona de Stalingrado y el Cáucaso tenían que llegar por las muy incómodas vías ferroviarias de Ucrania (largas, precarias y hostigadas por los partisanos). Propiamente, todas esas vías convergían al este de Ucrania poco antes de llegar a Rostov, y desde allí tenían que distribuirse los trenes, unos hacia la vía que pasaba por Morozovsk (por la que avanzó el 48 Panzerkorps en su intento de romper el cerco ruso al ejército alemán en Stalingrado) y los otros por Rostov, y luego hasta Kotelnikovo (por donde avanzó el 57 Panzerkorps). Era también esta misma ruta la que abastecía a los dos ejércitos alemanes del Cáucaso (1 Panzerarmee y 17 Armee). Por otra parte, en esta historia los alemanes habrían contado con recursos para reforzar la retaguardia del 48 Panzerkorps (la línea ferroviaria que también abastecía los aeródromos de Tatsinskaya y Morozovsk, desde donde se abastecía a los cercados en Stalingrado): se mencionan una división anfibia italiana más otra de montaña rumana del Cáucaso que se sumarían a la 306 ID que en la realidad resultó insuficiente; recuérdese que los rusos llevaron a cabo con éxito su asalto al aeródromo de Tatsinskaya, lo que a su vez forzó al 57 Panzerkorps a enviar a la 6 Panzer a la retaguardia del 48 Panzerkorps. Precisar que la división anfibia italiana de esta historia no existía en la realidad (el contingente habría formado parte de las tropas italianas que desperdiciaron su preparación para el frustrado desembarco en Malta) y que la 4 división rumana de montaña mencionada en la historia en la realidad se encontraba en funciones de defensa costera en Crimea (junto con la 1 división rumana de montaña, que por lo tanto estaría también disponible en la historia alternativa). 

  En la historia alternativa que aquí se presenta, todos los trenes que fuesen por las rutas de Ucrania podrían concentrarse en abastecer la línea ferroviaria de Morozovsk, lo que habría cambiado por completo la situación del 48 Panzerkorps y resto de unidades que dependía de tal vía de suministro, y que no tendrían que compartir la ruta logística con las necesidades de los otros sectores. La vía hasta Kotelnikovo hubiera quedado exclusivamente para los suministros y refuerzos llegados de los puertos de Novorossisk y Tuapse (a partir de marzo, con el deshielo, también de los puertos del mar de Azov... sin olvidar que el río Don llegaba a hacerse navegable casi hasta el mismo Stalingrado), mientras que las unidades que luchasen en el Cáucaso hubieran podido suministrarse por los otros puertos más al sur (como Poti o Batumi). Esto significa que los alemanes hubieran dispuesto no solo de suministros y refuerzos que hubieran llegado antes (y con más seguridad) por la vía marítima, sino que se hubiera tratado de una cantidad doble o triple en todos los apartados. Más aún, porque también el puente aéreo se hubiera beneficiado de tener más aviones disponibles: en la realidad, por cada dos aviones de transporte alemanes implicados en el puente aéreo a Stalingrado, hubo uno más implicado en el puente aéreo a Túnez. En esta historia, todos habrían estado disponibles para Stalingrado (las tropas del Eje en el frente que empezaría a formarse al sur de Marruecos -correspondiente al frente de Túnez en la realidad- hubieran dispuesto de sus propias líneas de abastecimiento terrestre, también ferroviarias).

  Además, con el Mediterráneo cerrado, no solo el Panzerkorps Waffen-SS habría llegado antes, sino que unidades de élite como la 10 división Panzer (en la realidad enviada a Túnez) y el Batallón especial de tanques Tigre 501 (también enviado a Túnez), hubieran podido asimismo marchar a Rusia. Para ser conservadores, en esta historia hemos dado un triunfo a los angloamericanos en las Canarias ("Operación Torch") y hemos hecho que, como consecuencia de éste, la división Panzergranadier (motorizada) “Hermann Goering” se posicione en el sur de Marruecos para apoyar a españoles y marroquíes. Pero allí no esperará a los alemanes una lucha angustiosa (como en la realidad sucedió en Túnez), sino que su posición defensiva será buena y los angloamericanos, agotados tras la dura conquista de las Canarias, tendrán que crear su propia base logística en el pequeño puerto de El Aiuun, en el Sahara Occidental, inicialmente desprovistos de todo. Además, en la realidad, las fuerzas del Eje en Túnez no se enfrentaron solo a las fuerzas angloamericanas desembarcadas en Argelia ("Torch"), sino que también convergió sobre ellos el Octavo Ejército británico, que perseguía a Rommel desde El Alamein (más el ejército francés colonial). Ahora estas fuerzas aliadas estarían separadas... y enfrentándose no solo a alemanes -y, en la realidad, también a unos derrotados italianos... italianos que en esta historia se hallarían en mucho mejores condiciones-, sino también a los nuevos aliados de los alemanes: egipcios, españoles y marroquíes... más la constante amenaza de beligerancia turca y las guerrillas árabes pronazis en Próximo Oriente.

    Finalmente, subrayemos el factor, ya mencionado antes, de que con el Mediterráneo y el Mar Negro cerrados, hay veinte divisiones de infantería adicionales para los nazis en el frente del Este; éstas serían de diversas nacionalidades (rumanos, alemanes, italianos, españoles, búlgaros, turcomanos…) y reforzarían todos los frentes en la zona. En la realidad, la derrota alemana no dependió solo de la escasez de divisiones Panzer, ya que también se echaron en falta tropas de infantería para defender los diferentes sectores. Estas veinte divisiones adicionales que se suman a los alemanes en esta historia serían las siete divisiones (en su mayoría rumanas) que en la realidad estuvieron haciendo defensa costera en el Mar Negro, más las dos divisiones anfibias italianas (en la realidad, solo una parte de las que se desperdiciaron en los preparativos para la cancelada invasión de Malta), más las seis divisiones alemanas que por esta época, en la realidad, luchaban contra los partisanos en Yugoslavia (en esta versión alternativa, con el Mediterráneo cerrado, Yugoslavia no sería un gran problema estratégico y, en todo caso, los italianos cuentan con más tropas disponibles para ocupar los Balcanes, ya que habrían disuelto su defensa costera en el Mediterráneo), más una cantidad indeterminada de otras divisiones no alemanas que estarían luchando en el bando nazi atraídos por la expectativa de victoria tras los grandes triunfos del verano de 1942: otra división española, tres divisiones búlgaras (estas fuerzas pueden ser las que los búlgaros se ahorrarían de no necesitar ya defensa costera y de que con el Mediterráneo cerrado habrá una menor actividad partisana en los Balcanes), una división de voluntarios turcos y turcomanos (conservadoramente, consideramos a los turcos todavía neutrales), otra división francesa... Y aún tendríamos que sumar el factor de amenaza del ejército turco y los cañones de la flota del Eje para defender las posiciones costeras del Mar Negro de ataques rusos por tierra. La ausencia de las divisiones 22 y 23 Panzer, y la 28 Ligera (en esta historia, enviadas a África y no a Rusia ya antes del verano) sería insignificante (y compensada, además, por la división 22 Luftlande que no habría sido enviada a Creta, por el añadido de la división anfibia alemana y por el equivalente a una división de infantería alemana completa por las bajas que se habrían ahorrado al no ejecutarse las costosas ofensivas frontales de Crimea en Mayo y Junio, así como por el hecho de que durante el verano de 1942 no hubiera hecho falta enviarle tanques de refuerzo a Rommel en África -fueron más de un centenar-, que habrían estado por tanto disponibles también para Rusia).

  En cuanto a las operaciones soviéticas, el Ejército Rojo demostró durante el invierno 1942-43 una extraordinaria competencia sobre todo a la hora de formar nuevas y renovadas unidades que se iban lanzando en constantes ofensivas. Casi todas estas se realizarían también en esta historia alternativa, con una importante excepción: la ofensiva Voronezh-Kharkov; esta ofensiva fue la que sucedió a la "Pequeño Saturno", del 16 de diciembre, que era complementaria del cerco de Stalingrado. La Voronezh-Kharkov (al mando del general Golikov) tuvo lugar el 13 de enero, cuando la derrota alemana de Stalingrado ya era segura y logró explotar la victoria soviética, liquidando, entre otras cosas, al ejército húngaro (y al cuerpo de montaña italiano); supuso también la liberación de ciudades rusas como Kursk y situó los ejércitos soviéticos en la posición correcta para la esperada liberación de Ucrania (que finalmente no pudo tener lugar aún). En esta ofensiva tomaron parte unidades soviéticas muy eficientes, como el tercer ejército de tanques (general Rybalko). Dadas las circunstancias de esta historia alternativa, no cabe explotación alguna de un éxito que no se habría producido, y la mayor parte de estas unidades se envían a la gran batalla de desgaste en torno a Stalingrado (propiamente, para intentar restablecer el cerco al 6 Armee). En la realidad, estas fueron las unidades que, tras su éxito en enero, sufrirían un inesperado revés un mes más tarde con la contraofensiva nazi en Kharkov, lo cual pospuso la esperada liberación de Ucrania. Ahora encuentran su destino fatal en el entorno de Stalingrado, más o menos por las mismas fechas y ante un enemigo más poderoso.

  En general, se considera que en el frente oriental, durante la batalla de Stalingrado, había casi cuatro millones de soldados del Eje (más de dos millones y medio alemanes) combatiendo a seis millones de soviéticos, lo que daba a estos una ventaja de dos millones más de soldados a los rusos (hay quienes cifran una ventaja mayor, en proporción 1:1.7). En esta historia, esa superioridad se reduciría a un millón y medio (doscientos mil soviéticos menos y trescientos mil del Eje más), una diferencia significativa entre ambas situaciones. 

   Un factor estratégico que contribuyó en la realidad al desastre de Stalingrado fue el temor a que quedaran atrapados en el lejano Cáucaso los dos ejércitos (17 Armee y 1 Panzerarmee) que luchaban allí y que dependían para sus suministros del “cuello de botella” del ferrocarril que pasaba por Rostov. La propaganda nazi atribuyó su salvación al sacrificio de los hombres del 6 Armee ("no cayeron en vano"). En esta historia, contando con los puertos del Mar Negro, nunca se hubiera podido dar ese cerco a los ejércitos alemanes en el Cáucaso (tres y no dos, en esta línea alternativa: se suma el 12 Armee, ya no necesario en los Balcanes, y reforzado con unidades de infantería de muy variado origen). Lo más inteligente sería, por tanto, que las fuerzas del Eje en el Cáucaso se retirasen a los puertos, dejándose un remanente en alguna posición intermedia (por ejemplo, Pyatigorsk, que tenía ferrocarril) desde donde se pudiera retomar la ofensiva en tiempos mejores, que se protegiese el ferrocarril que llegaba del Mar Negro hasta Kotelnikovo y que se concentrara entonces toda la capacidad ofensiva en abrir el cerco al 6 Armee. En la época de esta batalla decisiva, los dos ejércitos del grupo A del Cáucaso (1 Panzerarmee y 17 Armee) sumaban, además de otras pequeñas unidades, un total de tres divisiones Panzer (en esta historia habrían sido las 3, 5 y 13; en la realidad fueron las 3, 13 y 23), la Waffen-SS Wiking, la móvil eslovaca, dos divisiones Jäger, dos de montaña, ocho de infantería alemanas y cinco rumanas (puede incluirse en la cuenta la 16 motorizada, del 4 Panzerarmee, pero en una zona apartada de apoyo a la invasión del Cáucaso, Kalmukia). La mitad de estas unidades hubieran podido enviarse a la zona de Stalingrado, dejando las restantes para defender la línea ferroviaria de Tuapse a Kotelnikovo, más el enclave avanzado de Pyatigorsk, en el centro del Cáucaso. Los enclaves costeros de Batumi, Poti, Sukhumi, Sochi y Gagra los hubieran podido defender, con apoyo de artillería naval (que hubiera podido incluir la artillería pesada de los grandes acorazados italianos), las siete divisiones que no habrían hecho falta en la defensa costera (seis rumanas y una de la Luftwaffe), el cuerpo búlgaro de esta historia (tres divisiones), la división turcomana de esta historia y cinco de las seis que en la realidad estuvieron en lucha antipartisana en Yugoslavia (el 12 Armee). Más que suficiente... más la amenaza constante para los soviéticos de beligerancia turca en la frontera. Súmese a esto todas las ventajas relacionadas anteriormente.

  Ni siquiera la gran sorpresa de que los rusos eran capaces de reunir tantas y tan bien armadas unidades para su contraofensiva hubiera hecho temer el desastre a los generales alemanes. Hitler podría haber acudido durante unos días a la conferencia política de Barcelona, como hace en esta historia, sin preocuparse demasiado.

  Con la victoria nazi en Stalingrado, la guerra habría quedado decidida, aunque los aliados hubieran tardado algunos meses en comprenderlo. En esta historia los rusos recuperan algo de terreno en el Cáucaso y en la zona del río Don, pero al coste de sacrificar sus mejores unidades de tanques, tan costosamente reunidas. Con Stalingrado en poder alemán, los soviéticos se enfrentarían además a graves problemas económicos: el tráfico fluvial del Bajo Volga queda interrumpido y las fábricas de armamento de la ciudad, muy valiosas, ya no pueden recuperarse. Y sin duda que el efecto moral de año y medio de constantes derrotas hubiera hecho mella en la tropa. A esto hemos de sumar el “factor musulmán”: Hitler, libertador de los pueblos musulmanes, habría forzado a los rusos a prescindir gradualmente de sus soldados de esta religión, cada vez menos fiables. En el momento de la batalla de Stalingrado, una quinta parte de la población soviética bajo control efectivo del gobierno de Moscú estaba compuesta por musulmanes.

  En la realidad, la victoria de Stalingrado eliminó más de veinte divisiones alemanas irrecuperables, mientras que los soviéticos, aunque experimentaron fuertes pérdidas (por eso Manstein pudo derrotarlos de nuevo, parcialmente, en marzo), recuperaron bastante terreno y en éste reclutaron a miles de hombres que ayudaron a reponer las bajas. El resultado final de la lucha en torno a Stalingrado desde el comienzo de la gran contraofensiva "Urano" (19 noviembre 1942), según la estimación de David Glantz, fue de un millón de bajas del Eje frente a un millón setecientos mil soviéticos. Considerando el territorio ganado (que implicaba nuevos reclutas para el Ejército Rojo) y considerando la población y el mayor número de jóvenes en edad militar soviéticos en comparación con la población alemana, esto significaba ganar en términos de batalla de desgaste. En esta historia alternativa, el resultado final es del mismo número de bajas soviéticas (no tienen por qué ser más)... y la mitad -medio millón- del Eje: tenemos que restar de la cifra real los doscientos mil que no se hubieran perdido del 6 Armee en el desastre final y otros trescientos mil italianos, rumanos y húngaros que tampoco se habrían perdido en sus correspondientes desastres. Una proporción de cinco bajas a uno (y poca recuperación de territorio nacional) que significaba derrota soviética en la guerra de desgaste. Aunque no a corto plazo... 

  La victoria de Stalingrado, además, dio lugar a un gran incremento de fuerzas partisanas (éstas siempre dependen del factor moral, pues se nutren de voluntarios así como del colaboracionismo de la población civil), así como a que muchos renegados volvieran a cambiar de bando: también este factor moral hizo más fiables a los soldados musulmanes del Ejército Rojo. Todo cambió con la espectacular rendición del 6 Armee en Stalingrado. Pero sin la victoria de Stalingrado, la Unión Soviética habría estado abocada a una inevitable derrota por desgaste, con su población reducida a 130 millones de habitantes y un promedio de pérdida de cinco soldados propios por cada soldado enemigo eliminado (en 1942, los alemanes sufrieron 600.000 bajas irrecuperables y los soviéticos 3.200.000... sin contar los heridos que quedaron inválidos).

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