determinismo

El determinismo pretende mostrar que los sucesos históricos a gran escala no pueden salirse de un curso específico que apunta en un sentido igualmente específico: el Imperio Romano había de disolverse, la sociedad industrial había de nacer en Inglaterra, el Imperio Chino había de anquilosarse. Estos hechos obedecen a causas, e investigar estas causas necesarias podría incluso proporcionarnos enseñanzas prácticas a la hora de afrontar un futuro que se regirá igualmente por causas necesarias. Aquí no se pretende negar cierto determinismo. Muy al contrario, la doctrina nazi estaba condenada, como el comunismo soviético, a acabar siendo barrida del curso histórico (aunque recordemos que la debacle del comunismo soviético al final del siglo XX no fue prevista por nadie) y todo parece indicar que sí existe un curso de desarrollo histórico que apunta a la instauración gradual de mayores controles de la violencia social que permitan una cooperación humana más eficiente para el beneficio del mayor número posible de individuos. Evidentemente, la ideología nazi cumplía estos requisitos todavía menos que el marxismo soviético ya que, al basarse en una doctrina racial, la mayor parte de la humanidad habría debido de verse necesariamente perjudicada por el dominio de la supuesta raza superior. Pero donde el determinismo histórico sí se equivoca lastimosamente es en el tratamiento mítico dado a la Segunda Guerra Mundial con posterioridad a 1945. No solo en obras de ficción escritas o audiovisuales, sino también en libros de historia, se nos muestra el resultado final de la guerra –la dramática derrota de Hitler y sus aliados japoneses- como una especie de western, donde los buenos derrotan a los malos gracias a su habilidad con las armas. Es como si pretendiesen tranquilizarnos demostrándonos que los malvados, por serlo tanto, están incapacitados para ganar las guerras. Se nos pretende convencer de esto arguyendo complicados razonamientos sobre economía, política u organización administrativa. Esto es absurdo. Hitler pudo ganar. Pudo ganar incluso cuando ya estaba en guerra, a la vez, contra la Unión Soviética, los Estados Unidos y el Imperio Británico, y, de hecho, es sorprendente que no ganara. Una sociedad totalitaria y militarista como la de la Alemania nazi poseía los medios suficientes para alcanzar ese triunfo y, si no fue así, se debió única y exclusivamente a la pura casualidad de que un solo hombre no tomó en un determinado momento una sola y lógica decisión; esta decisión habría sido de tipo meramente militar, estratégico, en absoluto afectada por la ideología ni por las condiciones económicas y sociales. El nazismo, por supuesto, hubiera acabado fracasando, pero no tal como sucedió en realidad, al cabo de una especie de gran espectáculo bélico en el cual los justos vencieron a los malvados. El bien se impone al mal, sí, muy probablemente, pero la guerra es un terreno para el cual el mal, a veces, está mejor cualificado. Es un hecho que, de todas formas, fue la Unión Soviética, un régimen tan totalitario y casi tan maligno como el III Reich, quien acabó derrotando a la Alemania nazi (y aquí no es el lugar para discutir si hubieran podido hacerlo sin ayuda). El relato que extensamente se presenta en este espacio comienza, pues, con la toma por Hitler de una sola decisión concerniente a una determinada iniciativa estratégica de tipo militar (esencialmente, cerrar el Mediterráneo con el fin de que la flota italiana entre en el Mar Negro). Es conveniente seguir el relato desde el principio con ayuda del Índice, y para su comprensión más exacta es preciso informarse lo mejor posible acerca de los sucesos de la historia militar de la guerra. Se acompañan los episodios de una Cronología, donde se diferencia lo real de lo ficticio, y se aportan algunos links útiles (la Wikipedia es muy completa y contiene pocos errores). La historia militar abarca cuestiones sociales, políticas y económicas (incluso geográficas), así que puede resultar también instructivo en muchos otros aspectos. Cuenta, asimismo, con un componente lúdico… y este mismo componente lúdico conlleva las correspondientes implicaciones psicológicas y sociales.

martes, 10 de junio de 2014

23. Defensa del Golfo Pérsico

  A finales de agosto de 1943, el alto mando aliado angloamericano ya ha comprendido el fracaso de la operación “Husky”. La expectativa mínima era conquistar Casablanca, forzando con ello a los alemanes a que enviasen fuertes contingentes a fin de evitar la reapertura para los aliados del estrecho de Gibraltar. Con eso se aliviaría algo la presión sobre el frente ruso. Pero los del Eje se han atrincherado eficazmente en la línea del Atlas y solo han comprometido cuatro divisiones alemanas: todo lo demás es infantería española y marroquí. La superioridad aeronaval angloamericana no ha cambiado esta situación una vez se ha comenzado a combatir tierra adentro.

  Y, mientras tanto, Rommel ha conquistado Jerusalén y Damasco, y Manstein, el Cáucaso y sus reservas de petróleo casi infinitas. Tampoco han resultado decisivos los grandes bombardeos aéreos sobre el norte de Alemania, incluyendo la destrucción de Hamburgo.

  La visita del general Eisenhower a Washington en agosto de 1943, tras evaluar lo inviable de que se realicen nuevas ofensivas en Marruecos, conlleva grandes cambios estratégicos. Por una parte, se considera que el desempeño del general norteamericano ha sido bueno a pesar del fracaso inevitable. Se ha aprendido también que la superioridad aeronaval por sí sola no puede doblegar la superioridad numérica en tierra ni las buenas disposiciones defensivas de una cordillera de montañas... ni la superioridad táctica de generales alemanes como Kesselring y Arnim.

   Los frentes de Marruecos y el Sudán deben quedar, pues, relegados a la condición de frentes defensivos –ya no ofensivos- secundarios. Lo mejor sería abandonarlos por completo y dejar que los del Eje agoten sus recursos logísticos en la loca carrera por capturar inmensos territorios coloniales africanos... pero no puede hacerse esto por el efecto moral que tendría en la opinión pública de los países aliados una retirada de semejante envergadura.

  En cualquier caso, la prioridad debe ser la defensa del Golfo Pérsico.



  Los alemanes están llegando a Bakú, el gran bastión petrolífero de los soviéticos en el Cáucaso, en la frontera con Persia, y Rommel se está preparando, en su cuartel general en Damasco, para una inevitable gran ofensiva contra el Golfo desde Siria. Toda la región de Irak y Persia está amenazada.

   Los aliados se han enterado ya de algunas cosas acerca de esa planeada ofensiva. No empezará antes de que acaben las operaciones ofensivas alemanas en Rusia (acabar la conquista del Cáucaso y probablemente nuevos intentos contra Leningrado y Moscú) y parece que al temible PanzerArmee Asien de Rommel se unirá nada menos que el Panzerkorps Waffen-SS… y un ejército turco por las montañas del norte de Irak. El ataque será en noviembre o diciembre.



  Si cae el Golfo Pérsico, la guerra estará perdida para los aliados. Así de dramáticamente ha informado a Eisenhower de la situación su superior el general Marshall. El general norteamericano procedente del frente de Marruecos apenas ha podido creer lo que oye: ¿cómo va a estar la guerra perdida cuando la aviación aliada está arrasando las ciudades alemanas, y cuando están los aliados fabricando muchas más armas que el enemigo?  Pero el caso es que los mismos datos, la misma estadística, han mostrado que los alemanes siguen armando más divisiones de fusileros que sus enemigos, y que estos fusileros son eficaces y no pueden ser derrotados solo por el poder aéreo aliado (que es la consecuencia directa de la capacidad industrial de los Estados Unidos). Los egipcios, marroquíes, italianos, españoles y turcos podrán no estar tan bien equipados como los norteamericanos y carecer del poderoso apoyo aéreo con que cuentan los aliados, pero son más numerosos como infantería y, en los momentos críticos, siempre aparecen los Panzer para sostener su defensa o impulsarlos a ir más adelante. También la cobertura de la Luftwaffe resulta suficiente en las situaciones críticas, incluso a costa de dejar las mismas ciudades alemanas desprotegidas.

  Así que el fracaso en defender Jerusalén y el empantanamiento de la campaña marroquí suponen ya para los cerebros estratégicos de los ejércitos angloamericanos el punto de no retorno en la guerra, a finales del verano de 1943.

  Estados Unidos tiene planificado poner en liza ciento veinte divisiones, todas magníficamente armadas y equipadas, sí, pero que tardarán mucho en estar en condiciones de ser enviadas al frente y combatir a los infantes marroquíes o turcos antes de 1944 o 1945. El equipamiento y el adiestramiento exigen un largo plazo si se quiere contar con ciertas garantías de que el esfuerzo de los jóvenes americanos no acabe en un desastre por el estilo de los que han tenido que soportar los británicos frente a un ejército tan hábil como el alemán.

  Además, pese al esfuerzo realizado, no es posible transportar esos millones de toneladas de material, suministros, armas y hombres a todos los rincones del planeta al mismo tiempo y con la urgencia requerida. La tarea logística es inmensa y, por cierto, mantiene ocupados a millones de hombres que no pueden ser enviados al combate. En total, hay que enviar suministros al Pacífico para combatir a los japoneses, al otro lado del Atlántico hasta el frente de Marruecos (tarea más fácil), también hasta Gran Bretaña para defenderla y asistirla,… y después hacia África Oriental, para el frente del Sudán. Sin olvidar que hay que enviar suministros a los rusos, mientras se pueda, y esto, tras la pérdida del petróleo del Cáucaso, supone una tarea más urgente que nunca.

  Pero lo peor de todo es el Golfo Pérsico. Antes de que cayera Jerusalén, en mayo de 1943, durante la conferencia "Trident" en Washington, ya se había decidido enviar un ejército norteamericano nuevo hacia Próximo Oriente. Su misión hubiera sido asistir a los tres ejércitos británicos de la zona en la defensa del último enclave en el Mediterráneo Oriental que se perdería en junio de todas formas. Ahora el nuevo ejército americano tendrá la misión de defender la vital zona portuaria del Golfo Pérsico (cuyo bastión ha de ser Basora).



  Sobre el mapa, Marshall y sus ayudantes han mostrado a Eisenhower la situación: una prolongada línea cruza el desierto árabe desde Adén hasta las proximidades del Golfo y después, en el Irak, allí donde acaba el desierto sirio y comienza la antigua Mesopotamia que llega hasta las montañas del Kurdistán al norte. Al norte se encuentra la peligrosa frontera con Turquía, una nación… que aún no ha declarado la guerra a Estados Unidos y Gran Bretaña porque sigue esperando un arreglo diplomático. Se calcula que una división de infantería turca vale casi tanto como una norteamericana. Quizá la americana valga más si está suficientemente dotada de apoyo aéreo y artillero, pero los americanos tienen en cuenta cómo infravaloraron los británicos a la infantería turca en Galípoli.

   Para defender el Golfo Pérsico hay que transportar todas las tropas disponibles, dar al grupo de ejércitos aliado el apoyo de al menos cinco mil aviones y los tanques y cañones que estén disponibles. Y, encima, apoyar a los rusos suministrándolos con todo lo que esté a mano por nuevas rutas de Asia Central que habrá que improvisar (y sin ferrocarril). Los puertos del Golfo Pérsico, sus carreteras, aeródromos y ferrocarriles están siendo puestos al máximo de su capacidad.


El "corredor persa", las rutas de aprovisionamiento norteamericano a la URSS durante la segunda guerra mundial


  Si el Golfo Pérsico cae, le han explicado a Eisenhower, toda Persia caerá, y Persia es la frontera con la India. La India estallará en rebelión con su ejército incluido (seis divisiones indias luchan en Occidente contra los alemanes); en el momento presente, está teniendo lugar una atroz hambruna en Bengala, provocada en parte por las destrucciones llevadas a cabo por temor a una invasión de los japoneses, japoneses que permanecen amenazantes en Birmania, en la otra frontera de la India. Para colmo, los musulmanes (árabes, persas, indios, afganos, turcomanos) son ardientes partidarios de Hitler. Toda Asia se perderá de golpe. Veinte millones de musulmanes soviéticos renegarán. China quedará sin auxilio alguno si la ruta de Birmania se ve interrumpida.

  “Sólo queda la esperanza de un gran éxito defensivo deteniendo a Rommel en Irak, no permitirle apoderarse de los puertos del Golfo” Pérsico.

  El mando del nuevo frente debe pasar a un general americano. El británico Alexander será enviado al África Oriental, y puesto que Eisenhower, tras "Torch" y "Husky", es el general americano más experto, ésa va a ser su tarea. Implica esto también que el frente marroquí quedará relegado en lo que concierne a la prioridad de recibir refuerzos y suministros, lo que anula cualquier esperanza de retomar la ofensiva en ese sector.

  Con Clark quedando al mando en Marruecos, Alexander en Sudán y Mc Arthur y Nimitz en el Pacífico, Eisenhower recibe, pues, el mando de la defensa del frente más crítico. A primeros de septiembre de 1943, tras su decepcionante entrevista con Marshall, se ha instalado en Bagdad.

   Eisenhower en Bagdad, Rommel en Damasco. Si se espera que Rommel ataque en noviembre, los aliados tienen tres meses para organizar la defensa del Golfo, propiamente de Irak.

  La organización que diseña Eisenhower es la siguiente:

  En el extremo suroccidental, en Aden, el cierre del Mar Rojo, comenzarán las posiciones del “Ejército de Arabia”, una nueva formación que se pone al mando del general británico Horrocks, uno de los veteranos del 8 ejército. Desde la costa del Mar Rojo hasta el interior del terrible desierto árabe, se va a posicionar la división 46 británica. Esta división ha sido detraída del frente de Marruecos (1 ejército británico). Es una división fogueada, por tanto. Su posición es vital, pues mantiene el extremo del Mar Rojo bajo custodia, bloqueando cualquier intento del Eje de entrometerse en las rutas de aprovisionamientos del Océano Índico. Más en el interior, ya en pleno desierto, la 5 división india (veterana de la conquista de África oriental en la primavera de 1941). En el centro del desierto, en una posición de climatología espantosa, la 36 de infantería norteamericana, una división novata de texanos, bien equipada con vehículos. En una posición más hacia el este, más cerca del Golfo, y en contacto con el 8 ejército británico de Montgomery, se sitúa el equivalente a una “división árabe” formada por árabes leales y diversos contingentes africanos, británicos e indios. También frente a ellos los alemanes están desplegando unidades móviles ligeras, con participación árabe, en función de reconocimiento y acoso.

  Defendiendo el punto vital, el bastión crítico (la costa del Golfo Pérsico, el gran puerto de Basora) está el 8 ejército británico del general Montgomery que, pese a su aparente fracaso en impedir que Rommel cruzara el canal de Suez, es sin duda el general más experto y capacitado. Cuenta con dos divisiones blindadas británicas veteranas, la 8 y la 10, más varias divisiones de infantería veteranas, como la 44 y la 51 británicas, la 1 británica aerotransportada, la división neozelandesa y la 4 división india. Justo en septiembre llega la 15 división de infantería británica como refuerzo. La mala noticia es que en agosto el gobierno australiano, para consternación de los británicos, ha comenzado a retirar su veterana y eficaz división: ello es consecuencia de una fuerte presión de la opinión pública australiana y probablemente es consecuencia también de la actitud equivalente adoptada por los sudafricanos, que antes han retirado su división del Sudán. Asímismo, ha desaparecido la división israelí, tanto por el fuerte desgaste sufrido en la defensa de Jerusalén, como por la conveniencia política de que los aliados no desean que se piense que su implicación en la guerra antinazi tiene que ver con que se favorece a los judíos. Las unidades judías son dispersadas como regimientos o batallones dentro de divisiones y cuerpos aliados. La mayor parte de los israelíes formarán parte de la "división árabe" del Ejército de Arabia.

  La situación del 8 ejército británico, tan al sur, protegido por las marismas de la desembocadura de los grandes ríos, y lejos de las posiciones avanzadas de Rommel en el este de Siria, es criticada por su comandante, el general Montgomery. Eisenhower le explica que piensa utilizar al 8 ejército como reserva estratégica e incluso como cabeza de un contraataque hacia la costa mediterránea. El comandante americano también es consciente de que el ataque del Eje tendrá lugar desde Siria, probablemente por la carretera que bordea el río Eúfrates, y que los aliados deben defender el eje de comunicaciones (carretera, tren y transporte fluvial) de Mosul-Bagdad-Basora. Utilizando ese eje, el 8 ejército podrá intervenir reforzando a los otros dos ejércitos aliados en Irak.

  En Bagdad se forma el 5 ejército americano, al mando del general Bradley, aunque muy directamente tutelado por el mismo Eisenhower (el general Fredendall está al mando del 7 ejército en Marruecos, mientras el general Clark ostenta el mando del grupo de ejércitos en Marruecos, que incluye también al I ejército británico al mando del general Anderson). Este 5 ejército americano de Bagdad cuenta con la veterana 2 división blindada (que estaba antes con los británicos del 8 ejército) a la que se suma la 1 división blindada, que ha sido trasladada también desde Marruecos (de manera que allí, en Marruecos, el 7 ejército americano ahora no dispondrá de ninguna división blindada, aunque hay pequeños contingentes blindados dentro de otras divisiones). Otra división blindada americana, la 4, llega en octubre. Cuentan también con la 82 aerotransportada, y las 1, 34  y 45 de infantería. Se les añade la 4 de infantería en septiembre. La 1 y la 34 de infantería también ha sido detraídas del 7 ejército en Marruecos (las tres divisiones trasladadas de Marruecos a Irak han sido reemplazadas en el noroeste africano por las novatas 5 de infantería, 30 de infantería y 35 de infantería americanas). A finales de septiembre Rommel -contando con un apoyo aéreo que hasta la caída de Bakú se le había negado- ha avanzado sus posiciones desde Siria a lo largo del río Eúfrates, hasta Al Bukamal, Eisenhower le ha dejado hacer, pues piensa que le conviene que extiendan sus líneas de abastecimiento desde el Mediterráneo. Pero ahora están a cuatrocientos kilómetros de Bagdad.

  Finalmente, en el norte de Irak, es decir, rodeados por las montañas turcas, custodiando la rica región petrolífera, está el ejército 9 británico al mando del general Wilson. Aquí hay otra división trasladada desde Marruecos, la 1 de infantería británica, una división canadiense de infantería, la número 1, una división canadiense blindada (número 1 también), la 6 división india, la 5 polaca de infantería, la división blindada polaca y una división blindada norteamericana recién llegada, la número 3. El problema es que muchas de estas divisiones están escasas de tropa, en particular las canadienses, que solo se nutren de voluntarios, y los polacos, que, lógicamente, no pueden conseguir nuevos soldados de su tierra natal.

  También bajo el mando conjunto de Eisenhower está el ejército 10 británico que protege Persia de un posible ataque del Eje desde el recién conquistado Cáucaso. Este ejército, al mando del general Quinan, es bastante pequeño: incluye la 56 división británica, la 3 división polaca y dos divisiones indias (8 de infantería y 31 blindada). Sorprendentemente, este ejército británico se ve reforzado por más de doscientos mil soldados soviéticos que han escapado de Bakú en septiembre, y que forman un nuevo “Frente" del Ejército Rojo, el "Frente de Persia” (ejércitos 18, 37 y 9, al mando del general Tyulenev).

  Estos soldados soviéticos están agotados y mal equipados, y se reorganizan lo mejor que pueden con suministros norteamericanos. Si llega el momento, sabrán luchar a la manera dura que los rusos conocen en sus enfrentamientos con el odiado enemigo alemán. Es la primera vez, por cierto, que tropas británicas y rusas están en estrecho contacto como aliados. Pese a la crítica situación en el frente ruso, Stalin los ha dejado en Persia por dos motivos sobre todo: para que se beneficien, para su recuperación, de los abundantes recursos de avituallamiento norteamericanos, y para que preserven, al menos, el nudo de comunicaciones de Teherán, vital para que la URSS reciba algún suministro de sus aliados, sobre todo ahora que Leningrado se ha perdido y que el puerto de Vladivostok pronto quedará bloqueado por los hielos del invierno.

  En total, Eisenhower dispone de una fuerza formidable para defender Irak y el Golfo Pérsico: los ejércitos 8 y 9 británicos, más el 5 americano, que suman veinticuatro divisiones (ocho blindadas) engloban más de medio millón de hombres de personal combatiente (son bastantes más si se incluye el personal no combatiente), dos mil quinientos tanques, cinco mil aviones y cuatro mil piezas de artillería. Para concentrar este poder armado no solo se ha tenido que realizar un extraordinario esfuerzo logístico, sino empobrecer bastante los otros dos frentes periféricos. Todo esto sin contar los ejércitos que defienden Arabia y Persia. Contando el personal no combatiente, Eisenhower está al mando de más de un millón de hombres en noviembre de 1943.

  El frente de Marruecos se ha visto disminuido al extraerse de la línea del Atlas nada menos que tres divisiones norteamericanas (la 1 blindada, la 1 y 34 de infantería) que han tenido que ser reemplazadas por divisiones novatas, de modo que en apenas unas semanas, desde finales de agosto, el frente aliado ofensivo de Marruecos ha pasado a ser defensivo. Al menos, en las semanas siguientes a “Husky” todas estas tropas aliadas pudieron foguearse en combate y cuando son trasladadas al Golfo cuentan ya con esta valiosa experiencia.

  En el otro extremo de África, el frente del Sudán, después del contraataque del Ejército del Nilo enemigo, se ha desdoblado en dos frentes: uno en el Mar Rojo (Port Sudan) y otro en el interior (Khartoum). En el Mar Rojo se ha constituido el Primer ejército norteamericano, al mando del general Hodges. Este nuevo ejército está formado por la 5 división blindada norteamericana, a las que se suman las 90, 92 (afroamericana) y 3 divisiones de infantería norteamericanas, y cinco divisiones etíopes armadas y entrenadas por los norteamericanos (formando un cuerpo autónomo al mando del Ras Kassa, primo del Emperador Haile Selassie). En Khartoum queda el antiguo “Ejército del Sudán” del general británico Godwin-Austen, que no ha incrementado mucho las fuerzas con las que ya contaba en octubre de 1942: la forman la 5 de infantería británica, la 59 de infantería británica (llegada en octubre), la 10 india, tres divisiones británico-africanas y tres etíopes.

  Para frustración de los británicos, el nuevo gobierno sudafricano se ha negado a incorporar su 1 división de infantería. Aunque los sudafricanos habían tomado parte, con éxito, en la ofensiva del Ejército del Sudán de octubre de 1942, las elecciones sudafricanas de julio de 1943 han dado la victoria al partido neutralista (cuando menos) de Daniel Malan, lo que ha significado el fin del mandato del general Smuts, probritánico y amigo personal de Churchill. El nuevo gobierno ha retirado su división del frente como paso previo a hacerla retornar a la patria. Los sudafricanos argumentan que, dado el número de combatientes de que disponen, la pérdida de la división que defendía Tobruk ya ha sido sacrificio suficiente.

  A todo esto, hay que sumar que algunas divisiones aliadas deben defender los archipiélagos atlánticos para caso de que los del Eje se atrevan a hacer una incursión desde el estrecho de Gibraltar: aparte de algunas unidades portuguesas y españolas, en las Azores, Madeira y Canarias están la 88 división de infantería norteamericana y la 3 de infantería británica, que, por lo menos, pueden ser enviadas a Marruecos para caso de que, debido al debilitamiento de la fuerza aliada, el enemigo intente una contraofensiva desde la línea del Atlas. En octubre se sumará a la defensa de las islas del Atlántico (y como posible reserva para el frente de Marruecos) la 29 división norteamericana.

  Para atender todas estas necesidades, los aliados han tenido que situar en el frente muchas unidades inexpertas y poner al máximo de su capacidad el sistema logístico de buques que llevan suministros al frente del Pacífico, a los últimos puertos soviéticos que quedan en uso (Murmansk, hasta octubre, cuando es conquistado por el enemigo, y Vladivostok, hasta que el hielo lo bloquee en diciembre) y al resto de posiciones aliadas (islas atlánticas y la misma Gran Bretaña). También se resiente la escolta de los bombarderos aliados sobre Alemania.

     Esta extraordinaria concentración en el Golfo Pérsico aún se teme que no sea suficiente. Los generales aliados saben que van a enfrentarse al temible PAA de Rommel, probablemente a un Panzerkorps Waffen-SS, a tropas árabes de infantería y casi con seguridad a un ejército turco de montaña acompañado por un ejército alemán de montaña. Se calcula que podrían sumar casi un millón de hombres (trescientos mil alemanes, doscientos mil turcos, doscientos mil árabes y algunos miles de otras nacionalidades) y no se descarta insurgencia pronazi en los mismos Irak y Persia, así que de nuevo podría darse inferioridad numérica en la línea de frente. Contra las ocho divisiones blindadas aliadas, Rommel dispondría de las mismas cuatro divisiones blindadas con las que conquistó El Cairo, Jerusalén y Damasco, más quizá la “Hermann Goering” trasladada desde Marruecos y equipada como división Panzer y, muy probablemente, tres (¿o cuatro?) divisiones Panzer Waffen-SS, lo cual sumaría ocho divisiones Panzer (quizá más pequeñas que las equivalentes divisiones acorazadas angloamericanas). Se supone que también intervendrían dos batallones especiales de tanques pesados Tigre. Es decir, los alemanes tratarán de repetir algo parecido a la exitosa concentración de fuerza que llevaron a cabo contra los rusos durante la operación "Zitadelle", en julio.

  La ventaja aliada, sin embargo, podría encontrarse tanto en la densidad del fuego artillero americano como en la supremacía aérea. Si Rommel asalta Irak, tendrá que hacerlo exponiéndose por el desierto sirio, un terreno que favorecería los ataques masivos de la aviación norteamericana o más probablemente avanzando por el norte, por el ferrocarril de Bagdad, y por la carretera que orilla el Eúfrates, un frente estrecho (en septiembre, los alemanes llegaron hasta Al Bukamal, en la misma frontera con Irak). Si Eisenhower cuenta con cinco mil aviones, entre cazas y bombarderos, es muy dudoso que la Luftwaffe pueda poner más de tres mil en el aire (en "Zitadelle" contaron con dos mil, y en ocasiones perdieron la supremacía frente a la aviación soviética). Pero los aliados saben que los alemanes aceptan un determinado número de pérdidas para alcanzar el objetivo, de modo que la superioridad aérea y artillera no serían una garantía suficiente.…

  A mediados de noviembre de 1943, Rommel no ha atacado aún, pero, mientras tanto, un fuerte contingente de aviones italianos se ha mostrado eficaz en conquistar las dos posiciones claves del Sudán: Khartoum y Port Sudan (aquí, apoyados por la flota italiana y el cuerpo anfibio). Esta pérdida de territorio desértico se ha asumido por los aliados como un coste aceptable, dado su escaso valor estratégico. Todos saben que la verdadera batalla se tiene que dar en el Golfo Pérsico. ¿Rommel titubea?, ¿Hitler espera negociaciones?

Ooo

   El despliegue de fuerzas aliado en este episodio sobrepasa en bastante la capacidad demostrada por los angloamericanos en la realidad. Para noviembre de 1943, los aliados no-soviéticos solo tenían activo el frente de Italia, donde veinte divisiones (entre ellas, y bastante eficaces, se contaban las coloniales francesas... que en esta historia lucharían en el bando enemigo) eran mantenidas a raya por otras tantas alemanas (los italianos ya apenas combatían), pese a contar los aliados con superioridad aeronaval abrumadora, y pese a que los alemanes tenían que hacer frente al mismo tiempo a una poderosa -y exitosa- contraofensiva soviética en Rusia. Las divisiones aliadas en Italia en el momento del desembarco en Anzio (enero de 1944), en total eran la 1, 5, 46, 56 y 78 de infantería británica, la 3, 34, 36, 45 de infantería norteamericana, 1 blindada norteamericana, 82 aerotransportada norteamericana, 1 de infantería canadiense, 4 india, 2 de Nueva Zelanda, 3 y 5 polacas, y tres divisiones coloniales francesas. No existía otro frente abierto contra los alemanes en ese momento por parte de las tropas terrestres aliadas no soviéticas. 

  En la realidad, un intento aliado de abrir un nuevo frente en los Balcanes a finales de 1943, aprovechando el cambio de bando de las tropas italianas allí presentes, acabó en el desastre de Leros y la masacre de los soldados italianos en Cefalonia. Eisenhower admitiría después que no contaban por entonces con recursos suficientes más que para mantener el frente estático de Italia. También muchas de las mejores unidades fueron desplazadas hacia Inglaterra para comenzar a preparar lo que luego sería el gran desembarco aliado en Normandía... pero estas divisiones no combatían -no consumían munición, por ejemplo- ni estaban sometidas a la grave tensión logística de hallarse en un frente muy lejano en tierras remotas.

  En esta historia, en cambio, a finales de 1943, los aliados angloamericanos mantienen cuatro frentes activos (en lugar de uno solo): el de Marruecos, los dos de Sudán (en el interior y en la costa) y el más importante de todos, el del Golfo Pérsico. El cálculo que se ha hecho en esta historia muestra veintiocho divisiones aliadas en Próximo Oriente (contando las que se despliegan en la península arábiga), diecinueve en Sudán (nueve de ellas etíopes y de otras regiones de África) y ocho en Marruecos (incluidas la española, la portuguesa y la francesa). Y algo tendrían que mantener, como fuerza defensiva, en las valiosas islas del Atlántico. En total, no veinte divisiones en activo, como fue en realidad, sino cincuenta y cinco. Es imposible, por tanto, que estas cincuenta y cinco contasen con la fuerza, la riqueza y el adiestramiento que demostraron las únicas veinte que combatían en la realidad de finales de 1943. Y, una vez más, recordemos que esta concentración de fuerza en el único frente de Italia tampoco dio para mucho (Roma no se liberó hasta junio de 1944).

  En esta historia, también hemos añadido once divisiones africanas (la mayoría etíopes) que requerirían armamento y adiestramiento norteamericano, hemos tenido que prescindir de casi todos los franceses (que ahora luchan en el bando opuesto) y hemos puesto a todos los polacos y canadienses... aunque es justo detraer a los sudafricanos y australianos, pues la historia demuestra que la opinión pública de estas naciones era reticente a luchar contra los nazis (y si los nazis hubieran estado ganando, mucho más reticentes habrían sido aún).

  En suma, se ha sido conservador al mostrar a los aliados llevando a cabo una movilización de urgencia superior a la que llevaron a cabo en la realidad, manteniendo tantos frentes, bien armados, con tropas que probablemente no estaban aún lo suficientemente equipadas y adiestradas, y necesitados todos de una ingente organización logística y de sus correspondientes mandos.

  Y aún así, estarían en inferioridad numérica enfrentándose a poco más de veinte divisiones alemanas, siendo todo lo demás italianos, turcos, árabes, españoles y mercenarios franceses.

  Lo que no iba a variar sería la superioridad aérea aliada a finales de 1943. Todavía en Kursk (ofensiva "Zitadelle", julio 1943) los alemanes llegaron a mantener superioridad aérea al principio de la batalla (con unos 2.000 aviones), pero en esa misma fecha los aliados concentraron 3.000 aviones en "Husky" (la conquista de Sicilia). Al mismo tiempo, llevaron a cabo la gran ofensiva de bombardeo contra Alemania, que destruyó Hamburgo y exigió que se reforzara la defensa del Reich con más cazas. Los ataques de bombardeo aliados implicaban también la acción de cazas de escolta.

  En junio de 1944, con la invasión de Normandía, se estima que participaron dando apoyo a los desembarcos 12.000 aviones aliados (no de transporte), frente a los 3.000 utilizados en julio de 1943 para dar apoyo a los desembarcos en Sicilia ("Husky") y estas cifras pueden ayudarnos a establecer una estimación realista de lo que hubiera podido reunir Eisenhower en noviembre de 1943 para defender el Golfo Pérsico. Ahora bien, en esa cifra de 12.000 aviones se incluyen buena parte de los mismos que hacían el "bombardeo estratégico" (o "terrorista") sobre Alemania. De hecho, otras fuentes hablan de "4.000 bombarderos y 3.700 cazas" aliados, lo que probablemente excluye los bombarderos estratégicos. Podemos considerar, por tanto, que la cifra de aviones útiles para la batalla del Golfo Pérsico de esta historia tendría que deducirse de esta suma de entre 7.000 y 8.000 aviones... en junio de 1944. Y dada la fecha más temprana (noviembre 1943 y no junio 1944) y la gran dificultad logística para trasladar las flotas aéreas aliadas hasta Irak, y el hecho de que habría que mantener otros tres frentes (en la realidad, se trataba solo del frente de Italia, aparte de Normandía) parece que una cifra de "5.000" aviones aliados (cazas y bombarderos "tácticos", no "estratégicos") para esta campaña es bastante realista e incluso generosa para los aliados.

  Por otra parte, sería inevitable que los nazis se confiaran dadas sus constantes victorias y sería inevitable que los aliados se confiaran asimismo en su superioridad aérea y artillera. Por lo tanto, es lógico que los aliados tuvieran esperanzas de detener el nuevo avance de Rommel hacia el este tanto como Rommel y los Waffen-SS tendrían esperanzas de conseguir con más facilidad en el Golfo lo que ya habían conseguido en el Cáucaso contra los rusos, a quienes sin duda respetaban más como soldados que a los norteamericanos y británicos.

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