determinismo

El determinismo pretende mostrar que los sucesos históricos a gran escala no pueden salirse de un curso específico que apunta en un sentido igualmente específico: el Imperio Romano había de disolverse, la sociedad industrial había de nacer en Inglaterra, el Imperio Chino había de anquilosarse. Estos hechos obedecen a causas, e investigar estas causas necesarias podría incluso proporcionarnos enseñanzas prácticas a la hora de afrontar un futuro que se regirá igualmente por causas necesarias. Aquí no se pretende negar cierto determinismo. Muy al contrario, la doctrina nazi estaba condenada, como el comunismo soviético, a acabar siendo barrida del curso histórico (aunque recordemos que la debacle del comunismo soviético al final del siglo XX no fue prevista por nadie) y todo parece indicar que sí existe un curso de desarrollo histórico que apunta a la instauración gradual de mayores controles de la violencia social que permitan una cooperación humana más eficiente para el beneficio del mayor número posible de individuos. Evidentemente, la ideología nazi cumplía estos requisitos todavía menos que el marxismo soviético ya que, al basarse en una doctrina racial, la mayor parte de la humanidad habría debido de verse necesariamente perjudicada por el dominio de la supuesta raza superior. Pero donde el determinismo histórico sí se equivoca lastimosamente es en el tratamiento mítico dado a la Segunda Guerra Mundial con posterioridad a 1945. No solo en obras de ficción escritas o audiovisuales, sino también en libros de historia, se nos muestra el resultado final de la guerra –la dramática derrota de Hitler y sus aliados japoneses- como una especie de western, donde los buenos derrotan a los malos gracias a su habilidad con las armas. Es como si pretendiesen tranquilizarnos demostrándonos que los malvados, por serlo tanto, están incapacitados para ganar las guerras. Se nos pretende convencer de esto arguyendo complicados razonamientos sobre economía, política u organización administrativa. Esto es absurdo. Hitler pudo ganar. Pudo ganar incluso cuando ya estaba en guerra, a la vez, contra la Unión Soviética, los Estados Unidos y el Imperio Británico, y, de hecho, es sorprendente que no ganara. Una sociedad totalitaria y militarista como la de la Alemania nazi poseía los medios suficientes para alcanzar ese triunfo y, si no fue así, se debió única y exclusivamente a la pura casualidad de que un solo hombre no tomó en un determinado momento una sola y lógica decisión; esta decisión habría sido de tipo meramente militar, estratégico, en absoluto afectada por la ideología ni por las condiciones económicas y sociales. El nazismo, por supuesto, hubiera acabado fracasando, pero no tal como sucedió en realidad, al cabo de una especie de gran espectáculo bélico en el cual los justos vencieron a los malvados. El bien se impone al mal, sí, muy probablemente, pero la guerra es un terreno para el cual el mal, a veces, está mejor cualificado. Es un hecho que, de todas formas, fue la Unión Soviética, un régimen tan totalitario y casi tan maligno como el III Reich, quien acabó derrotando a la Alemania nazi (y aquí no es el lugar para discutir si hubieran podido hacerlo sin ayuda). El relato que extensamente se presenta en este espacio comienza, pues, con la toma por Hitler de una sola decisión concerniente a una determinada iniciativa estratégica de tipo militar (esencialmente, cerrar el Mediterráneo con el fin de que la flota italiana entre en el Mar Negro). Es conveniente seguir el relato desde el principio con ayuda del Índice, y para su comprensión más exacta es preciso informarse lo mejor posible acerca de los sucesos de la historia militar de la guerra. Se acompañan los episodios de una Cronología, donde se diferencia lo real de lo ficticio, y se aportan algunos links útiles (la Wikipedia es muy completa y contiene pocos errores). La historia militar abarca cuestiones sociales, políticas y económicas (incluso geográficas), así que puede resultar también instructivo en muchos otros aspectos. Cuenta, asimismo, con un componente lúdico… y este mismo componente lúdico conlleva las correspondientes implicaciones psicológicas y sociales.

miércoles, 15 de octubre de 2014

41. Churchill es depuesto




  Al igual que en Estados Unidos, la opinión pública británica va resignándose gradualmente a que la única salida viable de la guerra es llegar a una paz negociada con Hitler: es difícil para los articulistas y editorialistas de la prensa de Londres mostrarse esperanzados ante las noticias que vienen del frente. La censura podría volverse más implacable para reprimir los comentarios en buena parte derrotistas, pero eso iría en detrimento de la credibilidad de los poderes públicos: si Gran Bretaña está luchando es precisamente para preservar su forma de vida basada en un régimen de libertades, como no dejan de proclamar quienes defienden un fin de la guerra que no sea demasiado oneroso. Y a diferencia de los norteamericanos, ni los británicos tienen el plazo inamovible de las elecciones presidenciales ni tampoco cuentan con el recurso de desahogar su frustración de no poder vencer a Alemania alcanzando una victoria aplastante sobre los japoneses.

  En diciembre de 1943, la destrucción del noveno ejército británico, y en marzo de 1944 la independencia (y posterior guerra civil) de la India, dejan bien a las claras que la victoria frente a los imparables ejércitos alemanes no es posible. El abandono de las tropas de Sudáfrica, Australia y Canadá en la lucha contra los nazis también tiene un fuerte impacto. Poco a poco van llegando noticias de que los Estados Unidos buscan una negociación. Primero, la campaña de propaganda de Joseph Kennedy y sus partidarios, cada vez menos sutil y más descarada, y finalmente, el discurso de Roosevelt en el mes de abril de 1944 que abre la posibilidad de una paz negociada, una cuestión que entra inmediatamente en el debate público.

  Para la primavera ya se han puesto en marcha en Londres varias conspiraciones para deponer a Churchill. En algunas toman parte antiguos simpatizantes del fascismo británico (y también los hay nuevos; entre ellos no faltan incluso generales, como Montgomery, que no oculta su admiración por Hitler). El deseo de hallar una paz negociada alcanza a la clase trabajadora británica, la más antinazi pero también la más afectada por la movilización, el racionamiento y las restricciones.

   La conspiración más importante es la que se desarrolla dentro del mismo gabinete de Churchill, en el partido conservador. Anthony Eden, sin ningún entusiasmo, se propone como recambio. No simpatiza en absoluto con el autoritarismo pero cree estar capacitado para la dura tarea de abrir unas negociaciones de paz. Siempre, eso sí, que sea en coordinación con los norteamericanos.

               Anthony Eden, secretario de Exteriores y más tarde primer ministro británico

  A través de ciertos intermediarios, Eden se informa de las negociaciones (o más bien tanteos) que se están produciendo en Dublín por mediación del muy antibritánico primer ministro irlandés De Valera. En mayo de 1944, Eden está dispuesto a plantear a Churchill la necesidad de aceptar una paz justa que deje a Hitler el control de Europa, pero es en ese momento cuando le llega una desastrosa noticia: los alemanes exigen la unidad de Irlanda y la entrega de la flota británica a Alemania. Y, por supuesto, que Gran Bretaña abandone todas sus posesiones imperiales en los tres continentes en torno al Mediterráneo. Son condiciones inaceptables (de momento...).

  Ignorantes de todo esto, el malestar entre la tropa crece, sobre todo en los incómodos acuartelamientos del Golfo Pérsico, y se detecta un auge incluso de movimientos secesionistas en Escocia y Gales ("no debimos dejar que nos metieran en una guerra que responde solo a los intereses imperialistas de Inglaterra"). En cualquier caso, no se produce aún un movimiento visible contra Churchill. Pero todo el mundo acepta el que, si los norteamericanos abandonan, Gran Bretaña ya no puede seguir en la guerra sola.

    Lo que lo cambia todo definitivamente es la caída de las bombas volantes sobre suelo inglés a mediados de junio de 1944. Aunque los muertos no son muchos, el efecto psicológico es devastador debido a que la opinión pública creía que, al menos, los aliados mantenían la supremacía aérea, y eran los alemanes (y franceses) los que sufrían un duro castigo desde el aire, viéndose incapaces de responder. El que ahora esté dejando de ser así se interpreta como que las malas noticias anuncian un empeoramiento por venir.

La bomba volante V-1. El bombardeo de Londres con esta nueva arma comenzó a mediados de junio de 1944

   Además, esta hazaña tecnológica del enemigo desinfla cualquier expectativa que hubieran podido hacer surgir las noticias procedentes de Rusia y Estados Unidos acerca de un "arma secreta" aliada de un poder inimaginable que podría dar la victoria frente a Hitler a corto -o medio- plazo. ¿Quién garantiza que los nazis no sean capaces de desarrollar un arma similar o de poder mayor, antes o al mismo tiempo que los aliados?

  A finales de junio la prensa británica ya comienza a dejar pasar opiniones explícitas acerca de la necesidad de negociar la paz. La reacción de Churchill, que cuenta con el apoyo del rey, es acusar a quienes defienden la negociación de ser unos traidores. Churchill da el paso siguiente de anunciar que, en cualquier caso, Hitler ha planteado condiciones inaceptables. Pero los norteamericanos ya están negociando y hablan de ello abiertamente en sus medios de comunicación.

  Es entonces cuando llega, por vía diplomática (irlandesa, por supuesto), la propuesta alemana de cesar en el envío de bombas volantes si la RAF cesa sus bombardeos contra las ciudades alemanas y francesas. Ofrecen no dar publicidad al acuerdo. Churchill se niega también a eso, junto con los laboristas, pero en el Partido Conservador, el mismo Churchill está ahora en minoría. Nadie olvida que desde febrero los norteamericanos se niegan a bombardear las ciudades fuera de las zonas industriales (los alemanes, por su parte, proclaman que ya no hay fábricas de armamento en las ciudades). Para Churchill, de lo que se trata es de admitir o no el fracaso de la estrategia de que se contribuiría a la derrota del enemigo mediante la desmoralización causada por los ataques aéreos contra objetivos civiles...

  La dimisión de los ministros laboristas el día 8 de julio de 1944 no es otra cosa que admitir la derrota: saben que va a aprobarse el cese de bombardeos, sobre todo por presión de los militares mismos. La estrategia laborista en este momento pasa por aguantar dentro de la guerra hasta las elecciones norteamericanas, pues ya están informados de que el Vicepresidente Henry Wallace va a presentar su propia candidatura antinazi, partidaria de seguir la guerra hasta el final, si, como parece, Roosevelt se decide a anunciar públicamente sus intenciones de alcanzar una paz negociada. Además, los laboristas, al dimitir, exigen también elecciones parlamentarias en Gran Bretaña. Éstas se llevarían a cabo en septiembre u octubre, antes de las presidenciales norteamericanas (un éxito laborista podría ayudar a Wallace). Las últimas elecciones parlamentarias fueron en 1935, y en el parlamento quedó entonces una mayoría de dos tercios entre conservadores y liberales. Mientras tanto, se produce un número de huelgas cada vez mayor, en ocasiones en las mismas fábricas de armamento.

  A pesar del apoyo del rey al primer ministro, Eden plantea a Churchill que debe dimitir.  Hitler lo exige para negociar la paz (incluso promete algunas mejoras en las condiciones ya anunciadas), y sería un mensaje claro al pueblo de la necesidad de salir de una situación que a nadie se le oculta que es casi insoluble. Churchill se niega: tendrán que destituirle. De hecho, el conservador aristócrata imperialista se apoya ahora en la izquierda, y si hay elecciones parlamentarias está dispuesto a presentar su propia candidatura independiente.

  También tiene, como Wallace y como Mc Arthur, su propio plan estratégico. En su momento, Churchill apoyó la conexión ártica (Alaska-Aleutianas-Siberia), pero ahora propone su propia versión de esta estrategia, sugiriendo que se recupere la “Operación Júpiter”, uno de los planes que se barajaron en 1942 para crear un segundo frente. Esta “Operación Júpiter” consistiría en un desembarco en Noruega. Churchill considera que el ejército alemán en Noruega es ahora muy débil, y no sería difícil poner pie en esa otra zona ártica, reabriendo el puerto de Murmansk para abastecer a los rusos y facilitando el uso del de Arkhangelsk, que los rusos aún dominan, pero que está bajo constante amenaza del enemigo.

    Al fracasar el intento de que los americanos apoyen la propuesta de Stalin de una conexión directa ruso-norteamericana en la guerra contra Japón, Stalin hace suya enseguida esta otra propuesta británica, incluso acompañándola de una promesa de acomodarse a ciertas pretensiones políticas occidentales (el respeto a las fronteras de Polonia en 1939, por ejemplo). Pero el caso es que, en el verano de 1944, los rusos están lanzando propuestas tanto a americanos como a británicos, alemanes y japoneses, pues la situación en Rusia, a la espera de la definitiva ofensiva de verano contra Moscú, es prácticamente desesperada. Stalin también ha previsto lo que tendrá que hacer si cae Moscú. Y también él preferiría esperar al resultado de las elecciones norteamericanas.

  A lo largo del mes de julio, el pueblo de Inglaterra comprende que el cese de la caída de las terribles bombas alemanas (Churchill ha cedido en esto para ganar tiempo y esta cesión fue el detonante de la dimisión de los ministros laboristas) tiene que ver con la moción de censura para deponer al primer ministro en el Parlamento. Simultáneamente llegan las noticias de la victoria alemana en las islas Canarias (el 14 de julio los aliados abandonan la isla de Fuerteventura). Aunque los aliados mantienen de momento las cinco islas más occidentales del archipiélago (los alemanes y españoles franquistas han tomado las dos más orientales), es solo cuestión de tiempo que los nazis finalicen victoriosamente su demostración de fuerza en el frente aeronaval. Los británicos han comprendido que si el enemigo puede tomar las Canarias en el verano de 1944, también puede desembarcar en Inglaterra al año siguiente... sobre todo si los americanos abandonan la guerra; lo cual, por otra parte, hace poco conveniente la concentración de fuerza aeronaval aliada en las cinco islas canarias occidentales, puesto que es Gran Bretaña ahora la que está en peligro y requiere de todos los recursos militares posible. La victoria de la Royal Navy sobre la flota japonesa en el Índico el 11 de julio supone un escaso alivio, pues, de todos modos, el 24 de agosto finalizará la guerra civil india con la derrota de los aliados (sin la victoria naval, la derrota de los indios aliados se hubiera producido quizá un mes antes, pues el 22 de junio ya habían sido derrotados los británicos por los japoneses en la plaza fronteriza de Kohima y el 15 de julio Peshawar cae definitivamente en manos de los "pakistaníes", los partidarios de la India musulmana).

  Y en Estados Unidos parece que solo se preocupan ya por la derrota de Japón. La propaganda oficial no hace más que mencionar las nuevas victorias en el Pacífico (victoria ahora en Saipan), pero el 18 de julio, mientras la prensa británica debate acaloradamente el comienzo del proceso político de censura parlamentaria a Churchill que está a punto de iniciarse, Roosevelt ha cambiado su gabinete y anuncia públicamente la apertura de negociaciones con el enemigo para poner fin a la guerra. El ahora exVicepresidente Henry Wallace va a formar un nuevo partido para presentarse a las elecciones de noviembre, y va a contar con el alcalde de Nueva York, Fiorello La Guardia, como su candidato a la vicepresidencia.

  El 24 de julio de 1944, Churchill hace su último discurso en la cámara de los comunes, previo a que, al día siguiente, una mayoría de parlamentarios (la mayoría conservadores, pero también algún laborista disidente) le cese, aduciendo, para mayor humillación, incapacidad física. Se nombra a Anthony Eden como nuevo primer ministro. De los seiscientos parlamentarios, solo apoyan a Churchill ciento doce laboristas (otros se han abstenido o incluso votado en contra), setenta conservadores y veinte de otros partidos. El resultado, con todo, deja cierto margen para la esperanza: unas nuevas elecciones podrían dar el poder a los laboristas.

    A disgusto, el rey acepta el nombramiento de Eden. Por otra parte, el rey sabe que su hermano, el Duque de Windsor, quiere recuperar el trono al que renunció en 1936. Y sabe que Hitler amenaza con promover la secesión de Escocia y Gales, aparte de la anexión de Irlanda del Norte a la república de Dublín, que ahora ya parece inevitable.

   Inglaterra respira aliviada por el fin del período Churchill. La prensa ignora enseguida al cesado primer ministro. Se dice incluso que va a abandonar Gran Bretaña. Otros dicen que está físicamente acabado y morirá pronto. Los laboristas le piden que deje una especie de testamento político y que antes de desaparecer funde un partido político antinazi conservador, pero Churchill considera que no hay nadie capaz de liderarlo que no sea él. Está dispuesto a apoyar al laborista Attlee como primer ministro, renunciando al imperialismo y aceptando cierto cambio en las estructuras económicas del país, y se ve capaz de hacerse cargo de las fuerzas armadas caso de que triunfen las izquierdas en unas elecciones. También es cierto que ya le quedan pocos partidarios entre los conservadores y liberales.

   Los laboristas mientras tanto se están aliando con los sindicatos porque incluso se sospecha que los militares podrían imponer un régimen autoritario en Gran Bretaña. A pesar de la inminente derrota de los soviéticos, el movimiento obrero británico se está alimentando del resentimiento por el fracaso en la guerra. Se incrementan las huelgas a partir de un sentimiento ambivalente: por un lado, los obreros quieren que la guerra acabe pero, por el otro, odian a los nazis y quisieran su derrota. Todos coinciden en que los apaciguadores de 1938 pueden retornar (políticos como Halifax y Hoare) convirtiéndose en seudofascistas. El general Montgomery no es el único admirador de Hitler. Los partidarios de Mosley están preparándose para la nueva etapa política, así como los secesionistas escoceses y galeses.

            La bandera de la Unión Británica de Fascistas (BUF), liderada por Oswald Mosley

   En esta circunstancia, Churchill pertenece al pasado. Eden y sus partidarios (incluido el general Alan Brooke, el principal estratega del ejército) consideran, quizá engañados por el caso francés, que, dentro del régimen nazi, hombres como Goering y Speer podrían tender puentes de entendimiento con la alianza anglosajona. La mayor preocupación de los nuevos dirigentes del Reino Unido es que el triunfo nazi en Europa afecte irremediablemente a la convivencia democrática dentro de la sociedad británica. Esperan tiempos difíciles y Gran Bretaña necesitará toda la ayuda posible por parte de los diversos factores sociales.
 
    Anthony Eden se niega en redondo a convocar elecciones parlamentarias de resultado incierto en plena guerra, y a lo largo del mes de agosto las noticias que llegan hacen tan evidente la entrada en negociaciones y es tan visible el alivio del pueblo al respecto que los mismos laboristas renuncian a su proyecto de elecciones británicas previas a las americanas. En las urnas, es preciso esperar a ver lo que consiguen Henry Wallace y su “Partido Progresista” de los Estados Unidos en noviembre. Por lo demás, los británicos están psicológicamente agotados. Es una Inglaterra diferente a la de 1939. El Imperio ha desaparecido, sus ejércitos han sido humillados, los americanos les han abandonado e incluso la flota se encuentra amenazada.

   Para Eden y sus hombres, se trata de recuperar la armonía social, la productividad económica, la brillantez intelectual para una salida viable de la posguerra que viene. Eden no es ningún autoritario y no quiere saber nada de un retorno del rey Eduardo y la reaparición de un fascismo inglés (que todavía se muestra prudente: Mosley sigue en vigilancia domiciliaria), pero se pregunta cuál es su margen de maniobra. Las noticias que llegan de América no son buenas. Mientras los marines conquistan Saipan y Guam, y mientras la fuerza aérea norteamericana comienza a bombardear Tokio imitando a la RAF sobre Alemania en los buenos tiempos, para los americanos los británicos se convierten en una especie de fastidio. Entraron en la guerra para apoyarlos, se hizo todo lo posible por ellos, pero ya va llegando la hora de que acepten los hechos.

  El 19 de agosto, la convención del Partido Republicano de los Estados Unidos elige el ticket Mc Arthur/ Vanderberg como candidatura a la presidencia. El general en jefe del Pacífico, desplazado urgentemente a América para dar su discurso de aceptación ante la Convención, asegura que la victoria sobre Japón es inevitable, pero no menciona para nada Europa. Muchos creen que Mc Arthur ganará las elecciones.

  El 24 de agosto, el gobierno de Eden autoriza la retirada definitiva de los británicos de la India (aún se encuentran tropas británicas en ciudades costeras como Calcuta o Bombay). En el tratado de Imphal (mismo día 24 de agosto), el partido del Congreso de Nehru acepta las desastrosas condiciones impuestas por el Eje: casi la mitad de la India pasa al Pakistán musulmán, e incluso se crea un estado sikh en el Punjab. Podía haber sido peor, porque era posible que el Eje apoyase la creación de nuevos estados en el sur de la India. Tras la firma de este tratado, las tropas británicas en la India reembarcan. Su destino temporal es reforzar el Golfo Pérsico, donde nadie espera que Rommel vuelva a atacar. En realidad, ese millón de soldados angloamericanos en las costas árabes y persas solo está esperando que acabe la guerra.

  China también se encuentra en mala situación, pero el gobierno de Chungking aún mantiene la esperanza de que Mc Arthur, tras conquistar Filipinas y Formosa (algo que se espera para dentro de un par de meses), desembarque en el sur de China. Entonces todos los ejércitos americanos de África y el Golfo pasarían a China para derrotar definitivamente a Japón también en el continente. Hasta entonces, el gobierno chino nacionalista ha quedado aislado, sin suministros. El ejército japonés que ha vencido en la India (sin ir más allá dentro del subcontinente que de la periferia de Bengala) podría ahora unirse al resto de contingentes japoneses que combaten en China. Sin embargo, los japoneses están concentrándose en la lucha contra los rusos en Siberia Oriental y en preparar la defensa de las Filipinas. Eso da a los chinos tiempo para resistir, a la expectativa de que los norteamericanos se aproximen más.

   Tras la retirada británica definitiva de la India, Hitler ataca de nuevo. El 25 de agosto, tras casi medio año de preparación y algunos combates fronterizos, el mariscal List, el conquistador de los Balcanes, el Cáucaso y Teherán, invade Asia Central soviética con una gran cantidad de vehículos para transportar a su ejército Panzer alemán y al ejército móvil turco hasta la misma frontera china.

   Al día siguiente, el mariscal Manstein lanza, por fin, la esperada ofensiva final contra Moscú. Para sorpresa de muchos, esta ofensiva se ha retrasado. Lo ha hecho porque Manstein le ha insistido a Hitler de que tomar Moscú no va a ser tan fácil y necesitará para ello, entre otras cosas, de la mayor cantidad de poder aéreo posible. Con el fin de la campaña de las Canarias y la disminución -que no cese- de la lucha aérea sobre Europa central ahora se dan las mejores condiciones. Además, el fin de los suministros americanos habrá debilitado la capacidad de resistencia soviética. Pero los generales alemanes se llevarán una sorpresa porque Stalin ha ordenado concentrar toda su fuerza restante, nada pequeña, en la defensa de Moscú y el resto de las tierras rusas al oeste del Volga. Al no haber contraatacado en invierno ha podido cubrir las bajas, y la defensa de Asia Central y Siberia no se ha llevado recursos vitales. En el momento de iniciarse la batalla final, de nuevo los soviéticos cuentan con superioridad numérica: 5.5 millones de soldados soviéticos desde Astrakhan a Arkhangelsk para enfrentarse a una fuerza enemiga de casi 5 millones, de los cuales solo la mitad son alemanes; los otros, casi dos millones y medio, son aliados de Alemania, a la espera de repartirse los frutos de la victoria definitiva. Aparte de una cierta superioridad numérica, los rusos cuentan con fortificaciones bien afianzadas y oficiales cada vez mejor adiestrados. Sin embargo, no disponen de superioridad aérea y en tanques y cañones tampoco son ya tan fuertes como en la batalla "Zitadelle" del verano anterior.

   Muy lejos de este infierno, Roosevelt da su visto bueno para las negociaciones finales del armisticio que llevan ya un mes desarrollándose en Dublín. Anthony Eden todavía intenta conseguir mejores condiciones. Regatea cuántos buques de la flota británica deben entregarse a Alemania…

ooo

   Para algunos resultará poco realista que Gran Bretaña negocie las condiciones de su derrota. Ciertamente, los británicos tenían poca experiencia en derrotas, pero el que en la segunda guerra mundial aceptaran un muy menor sacrificio en vidas que en la primera ya demuestra que había ciertos límites a su belicismo. 

  Gran Bretaña, instigada por Churchill, aceptó a primeros de junio de 1940 continuar en la guerra a pesar de la derrota de Francia. Algunos de los argumentos que utilizó Churchill para convencer a los otros miembros del gabinete de guerra resultan hoy tan emocionantes como absurdos. Entre otras cosas, Churchill se negó a escuchar siquiera las proposiciones de paz de los alemanes, aduciendo que serían intolerables (en realidad, temía que fueran tentadoramente aceptables), aseguró que, si  los británicos seguían luchando, siempre podrían conseguir mejores condiciones de paz más adelante (la experiencia de la segunda guerra mundial va más bien en sentido contrario a eso) y llegó a decir (y esto es quizá uno de los más grandes momentos de la historia política del siglo XX) que no sería mala cosa que Gran Bretaña fuese derrotada luchando por la libertad. Pero, por encima de todo, lo que hizo que los británicos siguieran a Churchill fue, aparte de la apenas soportable perspectiva de verse como perdedores, la seguridad de que los Estados Unidos no iban a abandonarlos.

  Por lo tanto, en esta historia alternativa, el idealismo de Churchill tiene pocas opciones. La única, esperar que la candidatura antinazi del ex Vicepresidente de los Estados Unidos gane las elecciones presidenciales de noviembre.

19 comentarios:

  1. Si Churchill en esta historia es desterrado ¿Que pasa con Arthur Harris, el que planifico los bombardeos a las ciudades alemanas? ¿De Gaulle seguiría con la resistencia después de la guerra?

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  2. Hola, Pez.

    Lo del destierro de Churchill, por cierto, aparece en el capítulo penúltimo, "El tratado de paz", pero es cierto que no te falta razón. Lo lógico es que los nazis exigieran que, junto con Churchill, otros fueran castigados por sus "crímenes de guerra". Arthur Harris, por supuesto, y también el almirante Somerville por el ataque de Mers-el-Kebir (esto lo pedirían los franceses). Voy a incluir una línea al respecto.

    De todas formas, el Tratado de Versailles de 1919 creo que no incluía ningún apartado para juzgar a los alemanes por crímenes de guerra, de los que también se los acusaba (sobre todo en Bélgica), y ése habría sido un precedente al que se habría hecho referencia.

    En cuanto a De Gaulle... lo lógico es que mantuviera un gobierno en el exilio en alguna parte, probablemente en Estados Unidos, con el apoyo de los norteamericanos antinazis. En cuanto a la resistencia, sin los comunistas no creo que pudiera hacer mucho. La resistencia antinazi en Francia no comunista fue muy poco activa mientras los alemanes ganaban la guerra. De hecho, no he encontrado nada de resistencia armada previo al 22 de junio de 1941.

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    1. Muchas gracias por la respuesta, tu historia es la mejor historia alternativa de la SGM que existe :)

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  3. Gracias a ti por tu atención.

    Lo mejor de esta historia es que se ha construido con medios muy sencillos. Lo ideal sería que otros aficionados construyeran historias parecidas. Sería fácil interconectarse por un link...

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    1. Estoy interesado en construir una historia de esta indole cuyo punto de divergencia sea una mayor colaboracion militar entre Alemania y Japon, que en nustra linea temporal nunca se dio porque ambos paises tenian objetivos políticos y miltares diferentes (Alemania se expandió hacia Asia contra la URSS y Japón hacia el Pacifico contra Estados Unidos) En este caso, Alemania ayuda a Japon con en la construcción de tanques (los tanques japoneses eran muy mediocres como se puede observar en la guerra del Pacifico) y en el desarrollo de estrategias militares mas efectivas contra China, a su vez Japón colabora con Alemania e Italia en la construcción de portaaviones y barcos de guerra y en el ataque a las colonias británicas y la URSS ¿Hubiera sido imposible una colaboración de este estilo? ¿Me convendría escoger un mejor punto de divergencia?

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  4. Así, a primera vista, para una historia así habría que contar con unos conocimientos muy específicos acerca de las cuestiones tácticas que planteas (tanques y estrategias de la guerra en China). Por otra parte, lo que sé de la colaboración táctica entre japoneses y germano-italianos es que la distancia geográfica suponía un problema muy grave. Sé lo de un submarino japonés que llegó a Francia, y lo del asesoramiento japonés a los italianos en el tema de la aviación naval, pero todo eso parece, a primera vista, ya digo, poco decisivo.

    Lo de la colaboración estratégica, el por qué Japón no atacó a Rusia y sí a los Estados Unidos, sí me parece más prometedor como idea "ucrónica". El ministro Matsuoka señalaba en esa dirección, y además, fue un poco estúpido que Japón atacara a Estados Unidos cuando su objetivo estratégico era el petróleo de Indonesia. Los japoneses hubieran podido atacar a británicos (y holandeses), confiando en que la fuerte presión aislacionista (recuerda el "America First Comitee) mantuviera a los Estados Unidos neutrales. Todo indica que, por muchas ganas que tuviera Roosevelt de ir a la guerra, la opinión pública norteamericana estaba en contra. Ahí sí veo una buena historia.

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    1. Te agradezco mucho max crig por la ayuda, me ayudaste a simplificar mas mi historia. Pense entonces en que Alemania y Japon deciden colaborar militarmente uniendo ambos frentes, Alemania utilizaría la estrategia mediterránea para alcanzar Egipto tomando Malta, uniendo a España al EJe y tomando Gibraltar mientras Japón decide no declararle la guerra a EE UU y decide solo declararle la guerra a Gran Bretaña invadiendo Birmania y la India. El punto de divergencia se ubicaría en entre junio y septiembre de 1940 y radicaría en Matsuoka convenciendo a al gobierno japones de colaborar con Alemania y declararle la guerra a Gran Bretaña, utilizando como argumento que atacando solo las colonias británicas estarían satisfechas sus necesidades de petroleo y le cortarían los suministros a China invadiendo la India. Ademas, luchando solo contra la Royal Navy, que tenia que defender el Atlántico, el Mediterráneo y el Pacifico simultáneamente, la armada japonesa tenia mas probabilidades de ganar. Los demás aspectos de colaboración militar y la construcción de portaaviones para Alemania y Italia y de tanques para Japón los puedo agregar una vez que ambos frentes mantengan una comunicación solida, ya sea marítima a través de los puertos de Port Said y Rangun una vez que el Eje conquiste Egipto y Birmania respectivamente o simplemente cuando los ejércitos de ambos países se encuentren en la India. Una vez que Japón y Alemania estén unidos, vencerlos militarmente seria imposible, obligando a Gran Bretaña a un armisticio o una rendicion que imponga un gobierno titere pro nazi, (todavía estoy pensando en eso) Con Gran Bretaña fuera de la guerra, la URSS hubiera sido derrotada por un ataque conjunto de Alemania y Japón, sin que los aislacionistas Estados Unidos intervengan, pero si intervienen o no en la guerra con alguna excusa o si el Eje decide invadir Estados Unidos a través del Estrecho de Bering con la ayuda de un gobierno ruso pro Eje (Manejado por Beria y otros antiguos comunistas partidarios de Stalin porque mi historia Stalin muere antes del fin de la guerra) o por desembarcando en Labrador conquistando Islandia todavia lo estoy pensando La dificultad de ubicar un punto de divergencia en 1941 que involucre a Japon atacando a la URSS, radica en que por ese entonces el embargo de petroleo de EE UU se había endurecido y Japon ya estaba encasillado en atacar a EE UU, firmando un pacto de no agresión con la URSS. Una vez mas te agradezco toda la ayuda que me estas dando

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    2. Una nota geográfica: el escenario de guerra del Pacífico es inmenso. Hablamos mucho del frente ruso, pero si cogemos toda la extensión de tierras emergidas de todo el planeta y la metemos en el Pacífico, sobra sitio. Para que nos hagamos a la idea.

      En estas condiciones, plantearse conquistar las Indias Holandesas por el petróleo dejando atrás el estado títere americano de Filipinas es impensable. Había además un embargo general: en caso de no atacar a los EEUU, éstos habrían impuesto tarde o temprano el embargo, provocando un casus belli con Japón de otra manera, porque además estaban claramente buscando la guerra con el Imperio Japonés.

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  5. Un planteamiento interesante.

    Te puede ser de mucha ayuda leerte esto, sobre todo la parte que habla del "Mediterranean plan" del almirante Raeder.

    https://en.wikipedia.org/wiki/Erich_Raeder_during_World_War_II

    Precisamente, el planteamiento del comandante en jefe de la Kriegsmarine tuvo lugar en el verano de 1940 (tras la victoria en Francia... y con Estados Unidos en plena campaña electoral por la Presidencia, dato éste importante).

    "La dificultad de ubicar un punto de divergencia en 1941 que involucre a Japon atacando a la URSS, radica en que por ese entonces el embargo de petroleo de EE UU se había endurecido y Japon ya estaba encasillado en atacar a EE UU, firmando un pacto de no agresión con la URSS."

    Bueno, en realidad, a Japón le quedaban reservas para hacer la guerra durante suficiente tiempo como para apoderarse de los yacimientos petrolíferos de Indonesia (Indias holandesas orientales, entonces). Los japoneses no sabían que ni Churchill ni Roosevelt veían posibilidades por entonces de convencer al Congreso norteamericano para declarar la guerra a Japón si atacaba a Gran Bretaña, de ahí el alivio de Churchill al producirse el ataque a Pearl Harbour.

    En cuanto al pacto de no agresión de Japón con la URSS... también Hitler tenía un pacto con la URSS cuando invadió Rusia.

    A mí me gusta más la historia en 1941 que en 1940, no porque la de 1940 no sea factible (que lo era, y mucho), sino porque ya se han escrito más historias de ese tipo:

    http://www.goodreads.com/book/show/94001.How_Hitler_Could_Have_Won_World_War_II

    En cualquier caso, es tu historia, así que adelante. Si la pones por algún lado que te pueda hacer comentarios, yo encantado. Para cualquier otra cosa, aquí me puedes comunicar cualquier cosa, o mi email mismo, que está ahí para contacto.

    Que lo pases bien y aprendas mucho...

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    1. Lo del pacto de no agresion se me paso por alto XD Muchas gracias, la voy a poner en Historia Alternativa Wiki bajo el nombre "Conexion Indica"

      Un saludo

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  6. Muy interesante lo de "Historia Alternativa Wiki",http://es.althistory.wikia.com/wiki/Portada que lo desconocía y me gusta. Igual intento publicar allí un resumen de mi historia (podría utilizar el "ïndice sinóptico". Estaré pendiente de la "Conexión Índica"...

    Gracias

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  7. Una aportación un poco tardía (por fecha) a vuestros comentarios:

    Aunque hubiera existido una aportación alemana tecnológica, Japón tenía la guerra perdida de todas formas.

    Por varios factores:

    1.-Japón, a pesar de su Armada, era un país agrícola, en la era pre-industrial, donde p.ej. los Zero se llevaban al polígono de pruebas en carro.

    En este punto, cabe subrayar que los alemanes consideraban a los conductores “especialistas” a los que había que entrenar. Así, el bajo periodo de entrenamiento por las necesidades de la guerra llevaba a la rotura de trasmisiones de los Tigre, p.ej., o, más importante, de la trasmisión de la columna vertebral de la Wermacht, los Pz IV. Un camión que trasportaba tropas cuyo conductor era herido o muerto significaba mucha veces un camión perdido.

    Los americanos todos sabían conducir porque en casa, Indiana, Arkansas, Nebraska, Texas o Colorado, había una camioneta

    2.-Los EEUU tenían a 28 M de personas exentas de servicio en el frente por su contribución al esfuerzo de guerra. Veamos las implicaciones en el caso de Japón.

    Acabada la guerra, los norteamericanos en Japón analizaron los hechos sorprendentes de por qué Japón no desarrolló un radar eficiente. Al menos, copiándolo a alguna unidad norteamericana capturada.

    (Recordemos que en la batalla del Golfo de Leyte y el estrecho de Surigao los americanos tenían radar montados hasta en los aviones, y los de los japoneses eran tan malos que lanzaban sus torpedos contra islas, además de que las direcciones de tiro antiaéreo eran casi inoperantes hasta el final. Recomiendo la película japonesa “Otoko-tachi no Yamato” de 2005, muy realista en la muestra de la operación de las baterías antiaéreas en 1.945, cuando ya los americanos tenían disparo por rádar en ellas desde 1943).

    Pues resulta que en Japón los ingenieros estaban destinados en Manchuria, Borneo o Birmania o vete a saber en dónde, sin respetar su grado de calificación. Las categorías exentas por “esfuerzo de guerra” en una sociedad militarista son mínimas, porque la sociedad impone que lo honorable es servir en el frente.
    En una guerra tecnológica, un ejército de ciudadanos con una avanzada sociedad civil es inmensamente superior. Aplastante, de hecho. Se prima el conocimiento y la competencia, no los “nuts” (usando el término famoso de Bastogne).

    El informe norteamericano concluía que aun teniendo la tecnología, no había técnicos cualificados para adaptarla e instalarla.

    Cualquier tecnología traspasada alemana no era fácil su desarrollo (y además, refrendado esto por la realidad: hasta los planos del Me262 se pasaron a Japón)

    3.- Y no menos importante: el factor moral (digamos)
    Las guerras europeas se plantean desde Alejandro Magno como guerras de extinción: después de Icsos, Darío le plantea a Alejandro casarlo con su hija y darle la mitad del Imperio. Y después de Gaugamela, los generales le mandan la cabeza de Darío como último recurso para acabar la guerra ante el “gran destructor”, como le llamaban los persas.

    Roma derrotó a Cartago porque incluso destrozada en Cannas, no plantea negociación. Su guerra es de extinción. La opulenta Cartago guerreaba como los pueblos antiguos: guerrita, pacto comercial que es lo que da dinero, guerrita, otro pacto…

    Los japoneses plantean una guerra limitada para conseguir recursos, pensando en que los norteamericanos pactarán. Ni se lo plantearon jamás. Los norteamericanos, como europeos, plantean su guerra como ante las tribus indias: una vez ya derrotadas y recluidas en reservas, se les reparte mantas en el invierno impregnadas de virus de la viruela. En este caso, gracias al avance de la civilización, lo hacen con los bombardeos incendiarios y el cúlmen de la sociedad “civilizada”: la bomba nuclear
    Saludos

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  8. Interesante el planteamiento que contrasta la concepción de la guerra clásica y la concepción contemporánea. La guerra clásica no se basa en los fines, sino en los medios: la guerra es el oficio del Hombre, es donde se demuestra la condición humana (viril). La guerra contemporánea es una guerra en la que ésta es considerada odiosa, una disrupción de la paz, y se requiere de una justificación ideológica -moral.

    Entre rufianes, la pelea forma parte de la vida. Gilgamesh y Enkidu se enfrentan y después se hacen colegas. Hay quien llama eso incluso "caballerosidad". Hitler veía así la guerra. Luchar contra Francia o Inglaterra no implicaba que estas naciones fueran "enemigo natural". Incluso Hitler admiraba a Stalin. Y se tenía que tragar sus prejuicios raciales al reconocer el valor de los kamikazes amarillos.

    Los angloamericanos (y los soviéticos, a su manera marxista) tenían ideologías de paz, por la cual consideraban que luchaban contra delincuentes. Me gustó mucho lo que cuenta Eisenhower de cuando le dijeron que invitara a cenar al vencido general von Arnim (tras la batalla de Tunez, mayo 1943). ¿Por qué iba a hacerlo?, ¿porque eran caballeros, hermanos de armas? No, señor. Eisenhower servía a la democracia y al buen Dios protestante, Arnim era un esbirro del criminal Hitler, ¿por qué iba a sentarlo a su mesa?

    Es cierto que hubo algún elemento racista en la lucha norteamericana contra Japón, pero la brutalidad japonesa -que, por cierto, parece ser que no se dio en la guerra contra Rusia de 1905- lo hizo inevitable, y, al fin y al cabo, los americanos presumían de que iban al rescate de los pobres filipinos, chinos o melanesios. Paternalismo, bueno... Si todo fuera eso...

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    1. Roma no conocía caballerosidad alguna, y la admiramos. Al menos yo. Los Eduos no se unieron al principio a Vincengétorix porque le dijeron, con muy buen tino, que destruías una legión y Roma iba a mandar otra y otra y otra...
      Desde el gran Mario eran profesionales. y, desde antes, el negocio del Senado era la guerra.
      La guerra moderna es, por otro lado, como todas, fruto de la economía, o de la rapacidad de las élites en un momento dado (Hitler se enfadaba cuando los berlineses no mostraban ningún entusiasmo por sus nuevas divisiones en los desfiles)
      No se entiende el nacionalsocialismo sin la apuesta por la conquista del mundo que hicieron la alta burguesía alemana industrial, los aristócratas agrícolas prusianos y el Estado Mayor
      Y las guerras civiles se producen cuando la gente no come, no por ideologías
      Esa distinción entre guerra clásica y antigua, lo siento pero no la comparto: parece de Hastings.
      Que luego disfracemos la guerra con religión, moralidad, piedad... eso, los mismos que incineraban poblaciones enteras, o los que en nombre de Cristo te queman en la hoguera para encima hacerte un favor porque salvan tu alma
      Muy bonito lo que cuentas de "ideologías de paz", pero los hechos son los que son.
      "La realidad es testaruda"(Lenin).

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    2. Gracias por seguirme el rollo, amigo. La historia se va aproximando a los últimos capítulos y me has permitido repasarlos.

      Como ves, trato de hacer una lectura ética de la segunda guerra mundial (ya lo adelanto en mi breve prólogo). Sobre las ideologías de paz, pienso que quizá fue Augusto el que creó el ideal de paz: el gran guerrero que ama la paz más que la guerra https://es.wikipedia.org/wiki/Ara_Pacis Era la sociedad de Augusto la que requería de religiones pacíficas, de cosmogonías armoniosas. Las religiones órficas, judías, egipcias, zoroastrianas, neoplatónicas competían en el mercado espiritual del Imperio de la Paz -Pax Romana. El cristianismo (judaísmo reformado) acaba ganando la partida al responder con más eficiencia a la demanda social.

      Sí, habrá intereses a favor de la guerra, pero ahora son subrepticios, taimados, vergonzantes. Ni siquiera es cierto que la burguesía alemana industrial quisiese la guerra -ésa, es, por cierto, la versión soviética de la segunda guerra mundial. Casi todos los historiadores concluyen que, después del desastre de la Gran Guerra de 1914, solo Hitler quería la guerra (y tal vez los brutales caudillos militares japoneses). Pero, como se dice, "una cosa llevó a la otra",y el instinto bélico siempre está ahí, a merced del demagogo hábil que sabe manipular a las masas.

      Hitler supo manejar el deseo de "apaciguamiento" de unos y el "aislacionismo" de otros para ir tomando ventajas. Incluso los soviéticos estaban escarmentados de sus pasados intentos de extender la revolución al mundo entero (y de su fracaso en España, también). Nadie quería la guerra. ¿Para qué arriesgar tanto, si ya se tiene mucho? Solo Hitler no iba a tener nunca bastante... Y pudo ganar...

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    3. Gracias a ti, por favor, que me proporcionas horas de entretenimiento.
      Hay algo de mito en eso de que Hitler Hitler todo. Más que nada, por cargarle el muerto al muerto. Es además típico de los generales después de la SGM: Manstein, Guderian, Raeder, Rommel (recopiladas por su hijo), Halder... todos, ¡todos!, la culpa de lo que pasaba y las decisiones erróneas las tenía el cabo, mira por dónde.
      Pero nadie dimitía y todos aceptaban los cheques y las prebendas del Führer.
      Los archivos soviéticos en el breve tiempo que estuvieron abiertos demostraron que Stalin sí quería la guerra. De hecho, las masacres de los primeros momentos era porque el despliegue del Ejército Rojo era ofensivo, no defensivo, con reservas en profundidad.
      Otra cosa: Augusto: era un emperador guerrero que, como todos, emprendía campaña tras campaña. Además, ya de jovencito, reeditanto las proscripciones silanas, demostraba su temple despiadado como tirano... envuelto en ropajes republicanos.
      Inteligente, despiadado y actor consumado. Sabes que se ponía alzas para parecer más alto e imitaba los gestos de "Divus Julius"
      De "ideología de paz" nada. Solo el Gran Adriano es capaz de no hacer lo que hacían todos los emperadores para consolidarse: una guerra. Él establece el bienestar de sus súbditos como prioridad, jugándose la vida, por cierto, porque de las guerras dependía la carrera política de los poderosos
      El cristianismo gana la partida porque, como religión intolerante, no admite competencia y destruye a las demás. La nota "universal" es lo que faltaba al judaísmo, despreciado en todas las civilizaciones antiguas por su intolerancia y racismo. Ejemplo por cierto, de historia contada por los vencedores
      Lectura recomendada "La Edad de la penumbra" de Catherine Nixey
      Me reafirmo en mi pensamiento sobre las "ideologías de paz":
      (Tim Burton in Sleepy Hollow)"no hay mayor maldad que la que se disfraza de virtud"
      Saludos

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    4. Bueno, yo no estoy de acuerdo en la versión de la posguerra alemana de que los alemanes perdieron porque Hitler, poco versado en cuestiones militares, interfirió en las decisiones de los probos generales. Los generales se equivocaban tanto o más que Hitler (por ejemplo, la estimación a la baja de la capacidad del Ejército Rojo fue un dato que los estrategas le dieron a Hitler) y todos fueron cómplices en sus crímenes, contra los judíos y contra los pobres prisioneros rusos a los que se mató atrozmente de hambre y frío.
      En lo que no estoy de acuerdo es en lo de que el ataque nazi a la URSS fue "preventivo" porque los soviéticos se preparaban para atacar. Todo lo que he leído al respecto parece contradecir esto.
      En cuanto a las "ideologías de paz", creo que hay un momento en que los estados y los imperios abandonan las alabanzas a las glorias guerreras (a lo Alejandro) e idealizan al gobernante como custodio de la paz. Quizá el Imperio Chino llegó a ello antes que el Romano, pero está claro que supuso un gran cambio.
      Y mis lecturas también me hacen pensar que es cierto que en 1939 solo Hitler quería la guerra. Se indignó al no ver entusiasmo en las calles el 1 de septiembre (él recordaba qué diferente fue 1914). ¿Cómo pudo arrastrar a todo el mundo a la guerra? Bueno, como se dice: "una cosa lleva a la otra..."

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    5. "Bueno, yo no estoy de acuerdo....... se mató atrozmente de hambre y frío"
      Totalmente de acuerdo

      "En cuanto a las "ideologías de paz", creo que hay un momento en que los estados y los imperios abandonan las alabanzas a las glorias guerreras (a lo Alejandro) e idealizan al gobernante como custodio de la paz"

      Así, correcto y totalmente de acuerdo
      Es que, para mi, "ideologia" (de lo que sea) excepto raros casos (Mitraicos, Budismo...) = masacres y exterminio. Es el pretexto perfecto

      "En lo que no estoy de acuerdo es en lo de que el ataque nazi a la URSS fue "preventivo" porque los soviéticos se preparaban para atacar. Todo lo que he leído al respecto parece contradecir esto"
      Los pocos que tuvieron acceso a los archivos soviéticos cuando estuvieron abiertos (se cerraron otra vez) han comprobado el extremo de que sí la preparaba Stali. Te animo a estudiar el tema. Además, ¿te extraña?

      Saludos

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  9. Y por supuesto que pudo ganar: ya lo demostró Toynbee señalando los errores que le hicieron perder. Lo que pasa es que partía en desventaja, y esos errores que cometió son como los de la fábula de Esopo del escorpión y la rana: el escorpión era así, era su naturaleza. El caos administrativo, de las manadas de lobos luchando entre sí alrededor del Führer, era un rasgo identitario del Régimen, así como esa Ubris de luchar en inferioridad y conseguir victorias imposibles iba en ese sentimiento de superioridad racial que impedía el cooperar con pueblos liberados, ansiosos de ello, como ucranianos o los mismos rusos, que aun cercado el 6º Ejército en Stalingrado ¡se seguían pasando a los alemanes!
    Más saludos

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